» Actualidad » PC y Multiculturalismo

Reparto de Culpas

Secuestrar, violar y asesinar a una niña de seis años, en no pocos países del mundo, recibiría un castigo similar al aplicado en Kuwait. Y con la aprobación de gran parte de los sentimientos populares. En nuestra opinión, en casos tan horrendos, la figura de la víctima -la niña- es el eje central sobre el que cargan todo su peso el espanto, la tragedia, el dolor y congoja de los padres, de cualquier persona de bien capaz de sentir solidaridad reemplazando imaginariamente a los heridos de modo tan cruel, aunque en la práctica sea imposible, ni por aproximación, entrar en la piel de los agraviados. Todo ello sin meternos en el debate de fondo sobre la pena de muerte y sin perder de vista que a nuestro lado hay muchas familias españolas que arrastran -con circunstancias distintas pero con resultados semejantes- el horror y desconsuelo por la pérdida de sus seres queridos.

En otro orden de cosas, cabe preguntarse, en el caso kuwaití, por los matices, las garantías judiciales para los asesinos, las formas de la ejecución o la adscripción automática -porque conviene- de ese país al grupo de los «musulmanes moderados», «prooccidentales» o «desarrollados» por su alta renta per cápita. Pero, sobre todo, los mayores interrogantes van hacia una sociedad que sigue manteniendo en el fondo de su alma normas como la venganza de sangre propia de las tribus preislámicas. No sería justo, en este caso, endosar al islam la responsabilidad en exclusiva por el desaguisado, aunque estas prácticas consuetudinarias, imbricadas con el espíritu de clan y resumidas en el Talión, reciban su lugar en el Corán (2.178 y 194; 4.92; 5.45, etcétera). De hecho, son mucho más antiguas que ese libro y durante milenios formaron parte de los códigos de conducta de Oriente Próximo, empezando por el de Hammurabi. Y no sólo por él. Podemos espantarnos ante los procedimientos, pero ante el corazón del problema sólo se nos ocurre una palabra: perplejidad. Y llueva sobre nosotros el aguacero de los bien pensantes.