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Pío IX habrá perdonado...

Aburridísima, muy, pero que muy aburrida...! Porque lo mínimo que se puede esperar de una campaña es que sus autores le echen una pizca de imaginación. Lo que se ha montado con Pío IX, por más que hayan tratado de denigrarle, no merece tal nombre. Eso del Papa bueno y el malo o lo de su antisemitismo es demasiado simple para que me incite a entrar al debate; si al menos se hubieran atrevido a acusarle de haber lanzado la bomba atómica... Pero no; han optado por agitar los viejos y polvorientos tópicos tan sabidos. Y con tan grande polvareda, se nos ha perdido don Beltrán.

¡Lástima que se haya desaprovechado esta oportunidad para conocer a uno de los grandes protagonistas del mundo contemporáneo, como Pío IX (16-VI-18467-II-1878), el Sumo Pontífice que tiene el récord de permanencia en la cátedra de San Pedro, el Papa que, entre sus muchas realizaciones, después de que la Iglesia pasase cuatro siglos sin celebrar un concilio ecuménico, convocó el Concilio Vaticano I... Por cierto, no han contado que casi toda la documentación preparada para este Concilio tuvo que ser desarrollada en pontificados posteriores, porque el Vaticano I fue interrumpido contra la voluntad de los padres conciliares. El 20 de septiembre de 1870, en plena celebración del Concilio, el general Pelloux se acercó a las murallas de Roma con una columna, sin que nadie porque nadie había le saliera al encuentro. A unos cincuenta metros se detuvo, apuntó el cañón y consiguió hacer blanco sobre la Porta Pía, por cuya brecha hizo su entrada triunfal el general Cadorna. Frente a tanto ardor guerrero, Pío IX expidió un documento, en el que se podía leer: Se aplaza ésa fue la palabra, que no suspensión el Concilio Vaticano I, sine die, en espera de una época más oportuna y propicia. Por entonces había muchos católicos en los Gobiernos de los distintos países, pero la pasividad de las naciones ante la ocupación de Roma fue casi unánime: sólo se registró la protesta del Presidente de Ecuador. Nada nuevo bajo el sol.

CARIDAD ADMIRABLE

Como Pío IX había adquirido las virtudes en grado heroico se ha demostrado en su proceso, pudo hacer gala de una caridad admirable a la par que de una paciencia no menos extraordinaria, y siguió manteniendo buenas relaciones con el rey de Italia. Gracias a Pirri historiador, no confundir con el gran jugador que fue del Real Madrid, que publicó en cinco volúmenes su Pio IX e Vittorio Emanuele del loro cartegio privato, se puede conocer qué es eso del amor cristiano incluso a los enemigos. Como los reyes, además de corona, también tienen alma, a Pío IX le preocupaba la salvación eterna de Víctor Manuel, que los tronos siempre hay quien los ocupe. El rey y el Papa tenían algo en común: andaban los dos muy mal de salud. Al meterse el invierno de 1877 el Papa empeoró, y es que con los 86 años que tenía entonces no era para menos. Los heraldos del laicismo una vez más, sin novedad bajo sol pregonaron su inminente fallecimiento, pero como si les molestase que un Papa viejo y enfermo no se muriese ya de una vez. Pero había más, todavía, en el ánimo de los liberales italianos más radicales. Su agnosticismo era incompatible con la creencia de que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia. Al fin y al cabo eran los herederos culturales de la generación liberal anterior, que en 1799 anunció en sus periódicos la muerte de Pío VI con este titular: Pío VI y último. Y claro, ahora no podían fallar, porque sin Estados Pontificios... el fin de la Iglesia tenía que estar al caer. Pero las cosas son lo que son y no lo que nos gustaría que fuesen.

Todavía aguantó unos meses más. Justo para sobrevivir en 29 días al rey de Italia. Al saber que el rey se encontraba gravemente enfermo, Pío IX se ocupó personalmente de enviarle un sacerdote con el encargo de que le levantara la excomunión. Gracias a ello, Víctor Manuel pudo recibir los últimos sacramentos, que tanta falta hacen en ese trance, y pudo ser enterrado como cristiano. Lo que nunca se olvida, por muy incoherente que uno sea, es el carácter maternal de la Iglesia, y, como es sabido, a poco que uno se deje, las madres y la Iglesia lo es lo perdonan todo.

¿Y qué decir de la condena que hizo del comunismo años antes de que se publicara el Manifiesto Comunista de 1848? Ya comprendo que es mucho pedir un reconocimiento del carácter profético de esta condena, pero al menos, y ahora que ya nadie quiere ser comunista, se podía haber hecho una mención de este tipo: Pío IX nos aventajó en cien años, porque cuando se gestaba el comunismo ya las veía venir... Por ejemplo. Es lo mínimo que podían hacer los intelectuales marxistas de Occidente integrados en el capitalismo vigente. Pero claro, resulta comprensible que los que ayer fueron marxistas y hoy se han vuelto liberales tampoco pueden hacer buenas migas con el Papa que condenó el liberalismo, o mejor con lo que ellos piensan que condenó en la encíclica Quanta cura, en 1864. Hace ya tiempo que René Remond escribió que el liberalismo también es una filosofía, un modo de comprender al hombre como ser autónomo que no admite ninguna ley de nadie, ni siquiera del Creador. Ése es el núcleo del magisterio de Pío IX. Menos mal que Pío IX, como además de muy santo tenía muy buen sentido del humor, habrá perdonado desde el Cielo, con una sonrisa, tanta pereza mental.

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