conoZe.com » Actualidad » New Age

La sombra del gnosticismo es alargada

Se han estrenado dos películas muy distintas en apariencia pero muy semejantes en el fondo:
Stigmata, de Rupert Wainwright, y Dogma, de Kevin Smith. Ambas, a pesar de centrarse en el hecho cristiano, hacen gala de una ignorancia supina respecto a él y suponen una sutil pero nítida propuesta de religiosidad gnóstica y transversal con aroma new age

Los católicos deberíamos estar de fiesta. Los estrenos de Dogma y Stigmata ponen de manifiesto con evidencia solar la profunda racionalidad cristiana frente al desprecio de la inteligencia y a la estupidez de ciertos fabricantes de cultura-basura. Siempre se ha dicho que la ignorancia es atrevida. Pero lo que no dice el refrán es que, cuando ese atrevimiento se viste de luces y sale al ruedo, la ignorancia se torna patética.

Stigmata nos habla de milagros, posesiones y arcanos misterios en el seno de una Iglesia católica críptica, trasnochada y secretista, amén de profundamente clerical. En el Vaticano se oculta con esmero un evangelio gnóstico cuya publicación daría al traste con la institucionalidad histórica de la Iglesia. Es un film patético porque antepone todos los tópicos pueriles imaginables a cualquier vestigio de rigor histórico o documental. El argumento cuenta cómo Frankie Paige, una peluquera de Pittsburg, sufre una serie de ataques paranormales que le imprimen en su cuerpo los estigmas de la cruz. Un sacerdote casualmente es testigo de uno de esos ataques y avisa al Vaticano, que manda un emisario para investigar. Dicho enviado es el previsible clérigo guapo con conflictos interiores entre fe y ciencia y con dudas sobre su celibato.

Aparte de lo estúpido del argumento (¿se imaginan, por ejemplo, a los sacerdotes llamando cada dos por tres al Vaticano desde una cabina, como si fuera Gila llamando a la guerra?; ¿o a otro haciendo cálculos sobre si es más cura que científico?), lo más inaceptable es que los guionistas y el director no tienen ni idea de cómo se hacen las cosas en el seno de la Iglesia. Los sacerdotes, los cardenales, sus relaciones, sus ocupaciones..., están tan ridículamente representados que producen una cierta vergüenza ajena. Por no hablar de los errores graves de documentación: en Stigmata se dice que san Francisco se convirtió porque amaneció un día lleno de heridas, que los estigmas de los santos no son fruto de su identificación con Cristo, sino de su vivencia del Mal..., y otras afirmaciones propias de revistas esotéricas de quiosco de estación. A los antedichos cócteles de falta de rigor, hay que añadir el postre de la manipulación de la religiosidad popular, la cultura milagrera y una especie de mística transversal más cercana a la New age que a las verdades de la experiencia de fe católica.

Pero, sin duda, lo «mejor» nos lo ofrece Dogma, un film que trata de unos ángeles que le buscan las vueltas a Dios y cuyo guión merece estar en el Guiness de la más frívola iconoclastia. La película se dirige a todos aquellos a quienes les suena lo católico, pero que no tienen mucha idea de lo que es. A ellos se les propone un claro mensaje gnóstico a través de una historia donde aparece un apóstol desnudo, famoso por sus atributos sexuales, al que Cristo de raza negra le debe ocho dólares; un cardenal ocioso que juega al golf utilizando un cáliz como hoyo, y que ha decidido sustituir la imagen del Cristo crucificado por la del Cristo colega; unos ángeles impúdicos y malhablados que visten en Versace; un dios que es una chica algo ludópata y desequilibrada; y un profeta para el que sólo existe el sexo (por no hablar del demonio excremental del Gólgota, de la musa divina que vive de hacer sex shows, de la campaña eclesial Catolicismo guay y de los descendientes de Jesús). La lista es interminable. Kevin Smith ha buscado escandalizar como recurso promocional, pero ¿quién puede escandalizarse ante un espectáculo tan lamentable y vulgar? Sinceramente, calificar a la película de blasfema es darle demasiada categoría, ya que sus creadores ni saben de lo que hablan. Lo que sí saben bien es el mensaje new age dosificado sutilmente a lo largo de todo el guión: una sola religión global donde las creencias sean sustituidas por ideas y donde nada haya de carácter definitivo. Se apoyan para esto en el formalismo y debilidad de la fe de muchos católicos, que para Kevin Smith es la prueba de que esa confesión es un molde ya caduco.

Quién le iba a decir al bueno de Joaquín de Fiore que le saldrían unos discípulos de tan poca talla, pero con tanto poder mediático. Sin duda, el milenarismo de estos tiempos neopaganos reviste forma gnóstica, y cada vez son más las obras cinematográficas que se hacen eco de esa reducción estética del sentido religioso.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=1292 el 2002-05-05 02:20:37