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Basura contra Pío XII
Desde 1963, cíclicamente aparecen artículos, declaraciones o libros cuyo objetivo principal consiste en acusar a Pío XII de amigo del nazismo y de antisemita El próximo mes de octubre aparecerá en Estados Unidos un libro del periodista inglés John Cornwell que va aún más lejos. El título habla por sí solo: El Papa de Hitler: la historia secreta de Pío XII (Hitler's Pope: The Secret History of Pius XII). El autor británico llega a afirmar que el Pontífice ayudó al Führer a subir al poder en 1933.
Se trata de un libro escrito por un periodista en Historia, superficial, que se demuestra poco fiable y, en ocasiones, exageradamente tendencioso, comenta Peter Gumpel, uno de los expertos más reconocidos en historia de las relaciones Iglesia-Estado en Alemania durante el siglo XX. Precisamente por su competencia en la materia, la Santa Sede ha confiado a este sacerdote jesuita, nacido en el seno de una familia de diplomáticos perseguidos por Hitler, la postulación de la causa de beatificación de Eugenio Pacelli, Pío XII. Un trabajo que le ha llevado a leer más de 100 mil páginas de documentos sobre el Pontífice.
Tras caer en sus manos el borrador de El Papa de Hitler, Gumpel ha enviado desde la Selva Negra un amplio y documentado fax en el que desmonta una a una las acusaciones de Cornwell contra el Papa. Y comienza con la portada, en la que se puede ver al entonces nuncio en Alemania, Eugenio Pacelli, saliendo de un edificio público alemán escoltado por dos soldados. La foto impresiona, pero el autor no dice que fue tomada antes de 1929, es decir, cuatro años antes de que Hitler llegara al poder (30 de enero de 1933).
Al fundamentar su investigación histórica el periodistas miente, explica Gumpel, pues en ningún momento ha recibido el permiso de la Santa Sede para acceder al Archivo de la Secretaría de Estado del Vaticano, como ha asegurado. Cornwell sólo ha podido consultar, si es que lo ha hecho, los archivos secretos de la Santa Sede hasta el año 1920.
De hecho, el mismo autor reconoce que la lista de archivos consultados es mínima, algo que quita peso a un libro de estas características. La investigación se basa sobre todo en material de segunda mano. Es más, explica el historiador alemán, El Papa de Hitler demuestra que el autor no ha leído la bibliografía que cita. Alguna de esas obras publica palabras del cardenal Pacelli pronunciadas cuatro años antes de la subida al poder del Führer, en las que habla encendidamente contra Hitler y confiesa que no comprende cómo es posible que incluso alemanes altamente competentes no compartan su juicio totalmente negativo. Gumpel concluye: O el autor no ha leído la bibliografía o, entonces, es tendencioso.
EL FAMOSO CONCORDATO
El volumen de Cornwell acusa a la Iglesia católica por la firma del Concordato con el Gobierno nazi. No dice, sin embargo -explica Gumpel-, que la Iglesia católica ya era perseguida a nivel local. Cuando los obispos alemanes protestaban, Hitler decía que no sabía nada de ello. Cornwell no lo menciona e que el Concordato no era un pacto internacional, ni que fue precedido por el así llamado (Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, firmado en Milán). Pacelli sabía que no podía confiar en Hitler y se lo dijo al diplomático inglés Kirkpatrick pocas semanas después de la redacción del Concordato (20 de julio de 1933). Es totalmente falsa la afirmación de que el Concordato impedía las actividades políticas y sociales de los católicos. Simplemente se acordó la prohibición -ratificada hoy por el Código de Derecho Canónico de que los sacerdotes y religiosos participaran en políticos.
En el proceso de Nurember-recuerda Gumpel-, el ministro de Asuntos Exteriores de Hitler, Joachim v. Ribbentrop, admitió que Pacelli, como Secretario de Estado, presentó protestas sobre las infracciones del Concordato, pero éstas fueron siempre y totalmente ignoradas.
ENCÍCLICA CONTRA NAZISMO
En 1937, Pío XI publicó gracias a la ayuda decisiva de su Secretario de Estado, el futuro Pío XII, la encíclica Mit brennender Sorge, en la que condenaba por anticristianos los planteamientos ideológicos del nazismo. Cornwell demuestra un desconocimiento total de la materia y del idioma al traducir ardiente preocupación por gran aprecio. Asimismo el autor omite las duras condenas del nazismo lanzadas por el cardenal Pacelli en Lourdes, Lisieux, París, Budapest, donde viajó como legado papal.
Errores garrafales como éstos, Gumpel cita diez páginas enteras. Ahora bien, el jesuita alemán plantea una pregunta muy interesante. Grandes hombres que vivieron la segunda guerra mundial y la persecución nazi, como Albert Stein, Golda Meier, así como numerosas organizaciones judías y rabinos, agradecieron con significativos gestos la labor que Pío XII hizo durante la segunda guerra mundial por sus pueblo. Hasta su muerte (9 de octubre de 1958), nadie había discutido su labor. Las acusaciones comenzaron cinco años después, cuando Rolf Hochhuth escribió la pieza teatral Il Vicario, en la que hizo acusaciones que retoma la obra de Cornwell. De este modo, 35 años después, una obra de teatro sigue condicionando la labor de historiadores.
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