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El enigma del comienzo de la vida
Debate (diversas opiniones)
Para comprender las implicaciones éticas de la manipulación sobre la vida, hay que conocer cuáles son los procesos biológicos que se producen en el inicio de la vida. Desde el momento en el que se produce la fecundación, es decir, la unión de las cargas genéticas de los dos gametos, el zigoto genera dos pronúcleos, y se dividirá sucesivamente en 2, 4, 8, 16 y 32 células (fase que en biología se conoce como mórula, formada por células totipotentes, es decir, que cada una de ellas, si se dividiera de las demás, puede dar lugar a un ser humano completo -a veces esto sucede de forma natural: los gemelos monozigóticos-), en un proceso que dura en torno a 100-120 horas, hasta pasar a la fase de blastocisto, en la que se diferencia el trofoblasto y la masa celular interna.
Sólo una parte de la masa celular interna, el epiblasto, formado por células pluripotentes (que pueden formar los diferentes óganos pero no un individuo completo), dará lugar al nuevo ser. El resto de las células dará lugar a la placenta, corion y otros productos extrafetales. Posteriormente, alrededor de la 8» semana, se pasa de embrión a feto. Muchos científicos consideran que antes de la implantación estaríamos hablando de un preembrión, mientras que el embrión sería postimplantatorio. Por otro lado, cuando se habla de clonación, se trata de utilizar ese embrión preimplantatorio cuando está en fase de mórula y sus células son totipotentes; algunos científicos afirman que se podría congelar el zigoto recién fecundado cuando tiene dos pronúcleos, porque la fusión de los gametos no se habría completado y, por tanto, no habría aún una célula única.
El profesor Juan Ramón Lacadena, catedrático de Genética de la Universidad Complutense, afirma al respecto: No es científico afirmar que la fecundación acaba con la implantación, porque se usa ese término «preembrión» para justificar la manipulación del nuevo ser en la fase preimplantatoria. Lo cierto es que el proceso de esta nueva vida comienza en el momento en el que el espermatozoide entra en el óvulo e hincha su cabeza para liberar la carga genética que porta. En biología dos y dos no son cuatro: la suma de dos gametos no produce una célula normal, sino un zigoto con un programa genético humano, y por tanto vida humana y no de cualquier otra especie. El problema es que ese mismo programa genético puede dar lugar a más de un individuo (gemelación). La individualidad del nuevo ser no se establece hasta la implantación.
Gonzalo Miranda, catedrático de Bioética del Ateneo Regina Apostolorum de Roma, afirma: Desde que se unen las dos cargas genéticas, ya está determinado el nuevo ser, e incluso su identidad sexual: es él o ella. Hay un momento definitivo del embarazo, en la que hay una nueva existencia, una nueva presencia: «ya está allí». Es más: científicamente, un ser vivo es un sistema orgánico que ha comenzado su ciclo vital y que no lo ha terminado aún, y cuyas diferentes partes forman un todo. En el caso del embrión, las células desde el primer momento no se comportan como simples células una al lado de otra, sino que se interrelacionan a través de puentes citoplasmáticos por los que intercambian información, y hay unos genes «rectores», otros «estructurales» y otros «electores» que dirigen todo el proceso. Es más, se ha observado que, cuando el zigoto se divide en dos células, después no se divide inmediatamente en cuatro, sino que hay un estadio en que una de las dos se divide y la otra no, o sea, que hay tres células. Y esas células esperan a que la otra se divida en dos para seguir luego en 8, 16... Es decir, que desde el primer momento ese nuevo ser se comporta como un todo, un sistema organizado viviente.
El doctor Parrilla, catedrático de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Murcia, respecto a la contragestación afirma que la especie humana es una de las menos fértiles: Según los diversos estudios, los días fértiles de la mujer son muy pocos; además, el 24% de los embriones no llegan a implantarse y son expulsados de forma natural. Hay muchas mujeres que utilizan anticonceptivos innecesariamente.
«FABRICAR» PERSONAS»
Según Andrés Ollero, diputado del PP y catedrático de Derecho, de la Universidad de Navarra, el problema existe desde que la ciencia puede utilizar a los seres humanos como medios y no como fines; se ha producido una vuelta atrás: se consideran que existen seres humanos que no son personas, lo mismo que durante el esclavismo. Son por tanto bienes jurídicos protegibles, pero objetos al fin y al cabo. El concepto de la dignidad cambia en el momento en que los hombres se pueden «fabricar». Desde ese momento, «la suerte está echada». Las leyes no hacen sino adecuarse a esa realidad de la posibilidad de fabricar personas, en lugar de plantearse el problema en su conjunto.
Alfonso de Salas, Jefe de Sección de la Dirección General de los Derechos humanos del Consejo de Europa, opina: A veces es bueno que calle el legislador para que el centífico pueda enfrentarse con su propia conciencia. El derecho no puede sustituir a la ética, no puede confundirse lo legal con lo ético.
Benigno Blanco, jurista, considera que hay que conceder al embrión una presunción de existencia. Cuando está en juego el derecho a la vida, a quien hay que tratar con justicia no es al progreso ni a los científicos, sino al embrión, y por tanto, de la misma forma que uno no es culpable mientras no se demuestre lo contrario, porque la libertad es un derecho fundamental, el embrión es persona mientras no se demuestre lo contrario. Y no se ha demostrado.
Antonio del Moral, Fiscal del Tribunal Supremo, afirma: No hay que olvidar que la ley castiga el aborto, aunque ejerza el perdón legal de la pena correspondiente. Sin embargo, la ideología que se trasluce en muchas de las iniciativas legales actuales olvidan esto. De ahí que nuestro Derecho esté plagado de contradicciones.
Vicente Bellver, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Valencia, afirma: Los problemas que generaría la clonación reproductiva serían tan graves que el Derecho no podría resolverlos. Pongamos por caso la paternidad: ¿quién es el padre, el que decide la clonación, aquel de quien se extrae el óvulo, de quien se extrae la célula clonada, el que realiza la clonación o el que lleva el embarazo adelante? Y, sin embargo, todo hijo que viene al mundo tiene derecho a unos padres y a una familia. El derecho debería prohibir cualquier tipo de clonación reproductiva o no, porque en cualquier caso hay una grave ofensa a la dignidad de la persona, bien porque se lesionan sus derechos a tener un padre y una madre y a que nadie le haya predeterminado, bien porque se le crea para servir de banco de órganos para otras personas.
Miguel Sebastián, profesor de Teología Moral del centro de Estudios Teológicos San Ildefonso de Toledo, afirma: La principal víctima es el niño. La ausencia de responsabilidad moral por parte de la madre no cambia el hecho de que a quien se mata es a una persona.
LA MANIPULACIÓN DE LA VIDA
¿Qué consecuencias puede traer, desde el punto de vista biológico, la manipulación de la naturaleza? Respecto a la clonación, Pedro Esponda, investigador del CSIC, considera que la clonación es un proceso reproductivo que existe desde siempre en la naturaleza. Pero hay que tener en cuenta que, a lo largo de miles de años, las especies han ido «optando» por la reproducción sexual como aquella más perfecta, porque al producir diversidad asegura también la supervivencia de la especie. Por tanto, usar la clonación en humanos con fines reproductivoas supondría una «vuelta atrás», una violación de las leyes naturales, que no puede conducir a una mejora, sino a todo lo contrario.
José Egozcúe, catedrático de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Barcelona, se muestra de acuerdo con la experimentación con embriones humanos sólo en caso de necesidad, al considerar que el embrión no es más que un conjunto de células, que hay que proteger porque es susceptible de ser el día de mañana un ser humano. Considero rechazable la experimentación con embriones o su producción para la experimentación; sin embargo, existen situaciones en que la utilidad se convierte en el único bien posible, en el caso de embriones no viables. Soy consciente de que esta afirmación contradice el principio de que los seres humanos no deben ser utilizados como medio.
Ignacio Carrasco de Paula cita una frase del profesor Lejeune: El splitting (división gemelar producida artificialmente, considerado como un tipo posible de clonación) es un caso de «vivisección embrionaria», y afirma: La carga genética no es lo único que define al ser humano, sino que también le determina el ambiente y la propia historia. Los gemelos monozigóticos (clónicos naturales) no manifiestan los mismos rasgos físicos (hay coincidencias máximas en un 50%) ni tienen el mismo carácter, aunque sean genéticamente iguales.
El doctor Alberto Romeu, jefe del servicio de Ginecología y Reproducción, del Hospital La Fe de Valencia: En el caso de la fecundación in vitro, se está intentando solucionar el problema de la esterilidad, que muchas veces es genético. Pero claro, me preocupa el daño que se le puede causar a la especie, porque estamos produciendo más individuos estériles que no existirían sin la ayuda de la ciencia, lo que puede causar serios problemas de aquí a doscientoas años. En mi opinión, se debe respetar siempre la naturaleza y la dignidad humana.
Respecto a la contragestación, el doctor Juan José Parrilla explica que la mayor parte de los medicamentos (incluso quizás la RU-486) pueden utilizarse como contragestación tendente a evitar la fecundación, no a abortar, con lo que no se produciría la muerte de una persona. Habría que distinguir, en primer lugar, entre las diferentes consideraciones morales aplicables a la contragestación y el aborto: el segundo es un asesinato, el primero no. La contragestación podría ser lícita en el caso, por ejemplo, de una violación, para evitar daños mayores.
Justo Aznar, jefe del Departamento de Biopatología Clínica del Hospital La Fe, de Valencia, afirma: Pocas cosas tan pequeñas como la píldora anticonceptiva han provocado una revolución social tan grande: la separación de procreación y placer en el acto sexual ha generado una cultura totalmente distinta, ha cambiado las costumbres sociales. La píldora abortiva (RU-486) también lo está intentando, hasta ahora sin éxito.
EL DEBATE ES ANTROPOLÓGICO
Según Francisco Cristóbal Fernández, profesor de Teología Moral de la Universidad Lateranense de Roma, el problema de fondo es que una argumentación moral que renuncie a priori a toda referencia a una verdad objetiva sobre el bien y el mal es claramente insuficiente. La argumentación ético-política no puede quedarse en el consenso sobre los valores o en las estructuras de comunicación.
Ignacio Carrasco de Paula considera que la manipulación de la vida remite directamente a la trascendencia: si quitamos a Dios no importa quitar también a los padres. La clonación humana no respeta el derecho a ser engendrado con dignidad, ni el derecho a una identidad exclusiva, ni el derecho de ser aceptado por sí mismo. Al clon se le acepta en la medida de que es el «doble» de alguien. Por tanto, en la clonación es inevitable un trasfondo eugenésico.
IDEOLOGÍAS CONTRA LA VIDA
Monseñor Michael Courtney, delegado de la Santa Sede ante el Consejo de Europa, afirma que la ciencia no es ajena a las ideologías; al contrario, se mueve en un contexto cultural definido: el pragmatismo, el individualismo y el personismo de Peter Singer. Según Axel Carlberg, doctor en Bioética de la Universidad de Uppsala, el eugenismo moderno no está sustentado por ideologías totalitarias, sino por la «democracia» y por el individuo.
Jesús Ballesteros, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia, considera que una de las causas fundamentales de la instrumentalización de la vida humana no nacida como material biológico disponible ha sido la legalización del aborto, al primar el derecho a la intimidad de la madre sobre el de la vida del hijo. Otra es la invención del concepto de preembrión, cuya arbitrariedad es reconocida en el mismo informe que acuñó el término. El margen de los 14 días se estableció por consenso, y luego se justificó. Otra es el personismo, cuyos representantes son Peter Singer y Englehart. Según esta ideología, sólo el pensamiento tiene derechos como persona, no su soporte biológico. Así, Singer llega a justificar el infanticidio; Englehart considera que no es lo mismo ser humano que persona; según él, el hijo es propiedad de los padres hasta que tenga conciencia de sí mismo y sea aceptado por la comunidad. El cuarto argumento de quienes niegan derechos al embrión es el utiliarismo: Se puede hacer lo que se quiera con el embrión porque no tiene percepción sensorial, no «sufre».
Mario Iceta, fundador de la Sociedad Andaluza de Investigación Bioética, concluye así: La cuestión fundamental se encuentra en la concepción que se tiene de la persona humana. Bajo la denominada contragestación antiimplantatoria o programas de planificación familiar existe una determinada concepción acerca del hombre. No es propiamente una cuestión científica. Diciéndolo coloquialmente: «Dime qué concepción tienes del hombre y te diré lo que piensas acerca de la fecundación asistida, el aborto, la experimentación de embriones o la eutanasia».
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