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La Santa Sede, la mujer y la ONU
Ya se encuentran en ebullición los preparativos de la asamblea general Pekín+5 (encuentro en que la ONU evaluará la aplicación de la Conferencia internacional sobre la mujer celebrada en la capital china hace cinco años).
En aquella Conferencia de la ONU, la Santa Sede, con el apoyo de buena parte de países pobres, se enfrentó a las propuestas de Estados Unidos, Unión Europea y otros países ricos que reivindicaban cierto tipo de derechos, como al aborto, y que trataban de imponer una nueva concepción del hombre y de la mujer. La diferencia sexual natural, según estos grupos de presión, ya está trasnochada; es mejor hablar de género, pues de este modo la identidad sexual puede adaptarse a las circunstancias. El argumento podría parecer tan absurdo como la famosa discusión sobre el sexo de los ángeles; sin embargo, tiene importancia decisiva en la práctica, pues podría servir para justificar legalmente la equiparación del matrimonio con todo tipo de parejas (también homosexuales) o la misma adopción de niños por parte de parejas homosexuales.
En este ambiente de preparación de las sesiones de Pekín+5, el Seminario de Jaén ha publicado las ponencias de un seminario sobre La mujer en la Iglesia y en la sociedad, celebrado en febrero de 1996. Entre las ponencias, suscita particular interés la de María Isabel Tellería Tapia, minutante de la Secretaría de Estado de la Santa Sede para las relaciones con los Estados y miembro de la delegación vaticana en la Conferencia Mundial sobre la Mujer de Pekín. La delegación pontificia fue presidida, por primera vez, por una mujer, Mary Ann Glendon, profesora de Derecho de la Universidad de Harvard (EE.UU.) De un total de 22 personas que la integraban, 14 eran mujeres, en su mayoría madres de familia, que procedían de Malasia, Noruega, Nigeria, Palestina, Polonia y China, así como un matrimonio chileno y una religiosa de Vietnam.
La ponencia de la doctora Tellería es un clarificador análisis de la aportación positiva que la Santa Sede hizo a aquella cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer. Incluye, en especial, una interesante exposición acerca de la aceptación, por parte de la delegación vaticana, de la palabra género y en qué sentido se admite su utilización. Una aclaración que puede ser útil para encuadrar las actuales polémicas en torno al uso del término.
Sobre la interpretación de la palabra "género", la Santa Sede acepta -precisa la representante vaticana- la decisión de que ha de entenderse según su uso ordinario en el ámbito de las Naciones Unidas. La Santa Sede entiende el término "género" como fundado en una identidad biológico sexual, hombre y mujer. Excluye así interpretaciones dudosas basadas en concepciones muy difundidas, que afirman que la identidad sexual puede adaptarse indefinidamente, para acomodarse a nuevas y diferentes finalidades.
La aclaración no era indiferente, explica María Isabel Tellería, por los diversos usos que se había dado a la palabra. Era un problema de lenguaje que había que aclarar, ya que la palabra género se utilizaba con profusión en los documentos de Pekín. En la reunión que se tuvo previamente en Nueva York para negociar el Programa de Acción, algunas delegaciones, en especial iberoamericanas, pidieron una explicación de este término, alegando que en muchos países se usaba de manera inaceptable sustituyendo la palabra sexo pero de un modo fluido; es decir, el hombre y la mujer son los extremos de las distintas posibilidades de géneros que se encuentran espontáneamente en la naturaleza. De este modo, según algunas delegaciones, considerar normales sólo los dos extremos es un error debido a condicionamientos culturales, sociales, etc.
Muchas delegaciones se opusieron a esta clarificación porque ponía en peligro la misma Conferencia. Con ella se echaba por tierra el papel que debe desempeñar la mujer en la sociedad. La Santa Sede -subraya María Isabel Tellería-, que no quería frenar la Conferencia, mantuvo contacto con muchas delegaciones y participó en todos los encuentros oficiales que se llevaron a cabo para encontrar una solución al problema, llegando a la conclusión de que no había segundas intenciones en la interpretación de la palabra. Decidió aceptar la aclaración que se propuso. Es decir, se afirmaba que la palabra "género" tenía el mismo significado obvio de la palabra en el lenguaje común. Para evitar que en el futuro se pudiera verificar alguna evolución en el modo de interpretar el término, la Santa Sede quiso presentar al final de la Conferencia lo que se llama una "Declaración interpretativa" sobre la palabra en cuestión.
La doctora Tellería comenta también estas palabras de la Secretaria General de la Conferencia, la señora Gertrude Mongella, tras entrevistarse con Juan Pablo II unos meses antes de la cita de Pekín: Si todos en el mundo tuvieran una actitud como la del Santo Padre en favor de la mujer, el problema de la promoción de la mujer encontraría rápidamente solución.
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