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¿Las religiones paganas son vías de salvación?
A propósito del documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe Dominus Iesus
La tarea que le queda a la teología es la de mostrar que toda gracia nace de Cristo y de la Iglesia que Él instituyó
El axioma extra eclesiam nulla salus suena todavía en nuestros oídos y parece contrastar con lo que enseña actualmente el magisterio. Con todo, estudios detallados como el que realizó F. Sullivan, han demostrado que, con dicho axioma, san Cipriano y san Agustín se referían a cismáticos que se habían separado de la Iglesia y a los que consideraban culpables. En la Edad Media se consideraban también culpables a judíos y musulmanes, porque se pensaba que ya se había predicado suficientemente a Cristo. Ahora bien, cuando se descubre el nuevo mundo (1492), los teólogos se percatan de que existe un vasto continente al que no se podría culpar de infidelidad a Cristo. Comienza así un repensamiento del tema en la Escuela de Salamanca (F. de Vitoria, M. Cano), tendente a mostrar que no se puede juzgar como culpables a los indios por no pertenecer a la Iglesia. Bastaría que su fe en Dios y su ética natural la vivan desde la gracia que Dios confiere a los hombres de buena voluntad.
Así la Iglesia condenó el jansenismo cuando negaba que la gracia no puede llegar a los paganos y, hoy día, el magisterio del Vaticano II sostiene claramente que esa gracia puede llegar a todo hombre de buena voluntad (LG 16), enseñando que sólo los que rechazan a la Iglesia de modo culpable ponen en peligro su propia salvación (LG 14). Sigue manteniéndose, por otro lado, que la Iglesia es sacramento universal de salvación en cuanto que la mediación de Cristo se prolonga en la Historia por la mediación de la Iglesia. Así que, toda gracia que los hombres reciben tiene siempre una relación con ella.
¿MEDIOS DE SALVACION?
Nadie niega, pues, hoy en día que la gracia de Cristo puede llegar a los hombres de buena voluntad por caminos que Dios conoce, aunque se encuentran, de cara a su salvación, en una precariedad de medios que la dificulta. Pero otra cosa distinta es afirmar que las religiones paganas sean vías de salvación. Esto no lo ha afirmado nunca el Concilio ni el Magisterio actual. El Concilio considera medios de salvación a las Iglesias separadas porque tienen elementos de la Iglesia que Cristo fundó (UR 3). Por ello, evita decir que las religiones paganas, que tienen aspectos buenos y valores espirituales, sean instrumentos de salvación. No hay más instrumento de salvación que la Iglesia establecida por Cristo.
Afirma incluso el Magisterio que la gracia de Dios puede actuar a través de ritos y costumbres de las religiones paganas. Pero, como tales, no son nunca garantía del encuentro con Dios y pueden contener errores. La garantía del encuentro con Dios sólo la dan los sacramentos y la palabra divina.
¿NINGUN OTRO NOMBRE?
Pero, como hemos dicho, se ha llegado a negar que Cristo sea el Salvador absoluto. Aun admitiendo la divinidad de Cristo y la Encarnación, se sostiene que, aunque se trate del Verbo, la Encarnación tiene lugar en un hombre (Jesús) que, como tal, es limitado y no puede agotar la acción del Verbo. Así que el Verbo y el Espíritu Santo toman otras mediaciones en diferentes religiones.
El Error consiste en olvidar que, desde la Encarnación, el Verbo es Jesús de Nazaret, de modo que ya no podemos dirigirnos al Verbo independientemente de Él. Éste es el escándalo de la Encarnación; escándalo que resulta duro, pues nos obliga a confesar que el absoluto que buscan las religiones es Jesús de Nazaret. También el Espíritu que actúa en otras religiones es el Espíritu que nace del misterio pascual de Cristo y que lleva a Cristo. La meta del Espíritu es siempre la de llevarnos a Cristo (san Agustín).
La tarea que le queda a la teología es la de mostrar que toda gracia nace de Cristo y de la Iglesia que el instituyó. No en vano, en la Eucaristía se encuentra el misterio pascual de Cristo, fuente de toda gracia. El escándalo de que la Iglesia de Cristo sea el único medio de salvación radica en que en ella se encuentra Cristo, único nombre en el que podemos ser salvos (Hc 4, 12). Y el que toda gracia llegue a los paganos tiene un carácter eclesial.
Se ha acusado al Documento de que no llama Iglesias a las Iglesias protestantes, pero la Congregación para la Doctrina de la Fe no hace con ello sino seguir la doctrina del Vaticano II, que llama a las Iglesias protestantes Comunidades eclesiales.
Aunque la Declaración es sólo una participación en el magisterio ordinario del Papa y no tiene, como tal, valor infalible, al contener doctrina definitiva y definida en documentos anteriores, su contenido resulta también infalible.
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