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Kiko Argüello cree que la Iglesia debe volver «al testimonio de los primeros cristianos»

El grupo de fieles fundado por Kiko Argüello y Carmen Hernández hace más de treinta años es, en boca de Juan Pablo II, «un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos que corren». Hace tres meses fueron aprobados los estatutos del Camino, y desde entonces gozan de entidad propia; son un Catecumenado postbautismal. El pasado 21 de septiembre el Papa recibió en audiencia privada, durante su estancia en la residencia estival de Castelgandolfo, a los promotores, Kiko y Camen, junto a varios sacerdotes, a quienes animó a custodiar los estatutos.

El carisma que Dios ha regalado a su Iglesia, y que inspiró a los fundadores del Camino sigue extendiéndose por los cinco continentes. El Catecumenado está presente en 150 países y en cerca de 5.000 parroquias de 880 diócesis. Intentan vivir el ardor apostólico de las primeros cristianos, y la maduración de la fe.

- Kiko, ¿qué ha significado para usted encuentro y la aprobación de los Estatutos?

- Estamos contentos y agradecemos en persona al Santo Padre, sobre todo porque en los Estatutos se reconoce lo que somos: un Catecumenado postbautismal. Me he alegrado por las palabras del Papa, las cuales «confirman una vez más la naturaleza eclesial del Camino Neocatecumenal». La confirmación de Pedro, la piedra en la cual Cristo ha querido edificar su Iglesia, es de gran consuelo. Hoy siento que se han verificado las palabras que me dijo Pablo VI la primera vez que nos recibió: «Sé humilde y fiel a la Iglesia y la Iglesia te será fiel».

- Pero, ¿no es un contrasentido hablar de un «Catecumenado postbautismal»?

- Ciertamente no. Es el Catecismo de la Iglesia Católica el que afirma que «por su misma naturaleza, el Bautismo de los niños requiere un Catecumenado post-bautismal» (1231). El renacimiento del nombre de catecumenado, como nos dijo el Papa Pablo VI en la audiencia de 1977, «no quiere invalidar ni disminuir la importancia de la disciplina bautismal vigente, pero la quiere aplicar con un método de evangelización gradual e intensivo que recuerda y renueva en cierto modo el Catecumenado de otros tiempos. Quien ha sido bautizado tiene necesidad de comprender, de reflexionar, apreciar, la inestimable suerte del sacramento recibido». El Catecismo dice todavía que el bautismo es el sacramento de la fe. La fe, sin embargo, necesita de la comunidad de creyentes. Es solamente en la fe de la Iglesia que cada fiel puede creer. La fe requerida por el bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un inicio que debe desarrollarse (1253).

- ¿Es la primera vez que la Iglesia reconoce un Catecumenado postbautismal?

- Sí. Y como han notado varios canonistas, es un hecho de gran alcance para toda la Iglesia. En los primeros siglos había un catecumenado serio donde antes de recibir el bautismo, los catecúmenos debían demostrar que tenían fe, porque a los adultos no se les puede dar el bautismo sin la fe. Estos cristianos eran injertados en comunidades vivas, que se reunían en las casas, no tenían templos públicos o un sacerdocio como el pagano. Con esto no pretendo decir que la Iglesia no deba tener altares, templos y sacerdotes, porque estoy convencido del origen y del carácter divino de la institución sacerdotal, sin la cual la Iglesia no existiría, desde el mismo momento de su nacimiento hasta hoy. Sin sacerdotes, de hecho, no habría sacramentos, que alimentan la vida divina de los cristianos. Quiero solamente poner en evidencia la fuerza del testimonio de las primeras comunidades cristianas, que, puestas en el candelero mediante la persecución, han podido mostrar la vida divina operante en ellos, es decir, el amor al enemigo, como Cristo mismo nos ha amado.

Perder lo sagrado

- ¿Eso ocurre en la actualidad?

- Estamos en una época de secularización. Muchos hombres a nuestro lado han perdido el sentido de los sagrado, los signos religiosos no les dicen nada, pero la Iglesia los debe evangelizar; para ello se tiene que volver al testimonio de la comunidad cristiana. Cristo mismo nos dice: «Amaos como yo os he amado. Por este amor todos sabrán que sois discípulos míos». Para llegar a este amor se necesita un Catecumenado, una iniciación cristiana postbautismal. Es importante que resuene en el mundo el grito que acompañaba a la Iglesia primitiva: «Mirad cómo se aman». Ésta es la misión del Camino Neocatecumenal en las parroquias: a través del testimonio de amor de las comunidades llamar a los secularizados alejados a la fe. Avvenire

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