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Un pueblo de testigos

El siglo XX pasará a la Historia como el siglo de los mártires. El estudioso David B. Barrett sostiene, en la Christian World Encyclopedy, que durante los últimos 20 siglos ha habido cerca de 40 millones de mártires, 26.685.000 de ellos en el siglo que acaba de concluir. Para que este legado único no se pierda, Juan Pablo II, en 1996, creó una Comisión para los Nuevos Mártires, que durante los años de preparación del Jubileo se encargó de hacer una especie de censo de esos hombres y mujeres de los cinco continentes que, en el último siglo, dieron su vida sangrientamente por Cristo. Por primera vez, en este estudio, la Iglesia católica tenía también en cuenta a los testigos de Jesús de otras Iglesias y comunidades cristianas.

El mismo Pontífice, el 4 de diciembre pasado, recibió la lista de 13.400 ejemplos de vida de personas que murieron a partir del 1 de enero de 1900. Se trata de un trabajo ingente, dirigido por el Presidente dela Comisión, monseñor Michel Hrynchyshyn, exarca de los ucranianos de rito bizantino en Francia, con la ayuda de diez expertos. Estos mártires proceden de 106 países. El trabajo, recogido en dos volúmenes, que por el momento no se han publicado, recoge sus biografías y el contexto histórico en que dieron testimonio de Cristo.

Esta investigación sirvió para preparar la conmemoración de los Testigos de la Fe, del pasado 7 de mayo, en una sugerente ceremonia ecuménica celebrada en el Coliseo, en la que participaron representantes de todas las confesiones cristianas. Durante el encuentro de oración, se evocaron los mártires de la persecución religiosa en México y España; la trágica muerte del arzobispo de San Salvador, monseñor Oscar Romero; se rindió honor a los católicos, ortodoxos, luteranos, y protestantes que fueron asesinados por dar testimonio de Cristo por el nazismo y el comunismo.

UNA LISTA ABIERTA

Las fuentes de documentación han sido las diócesis, Conferencias episcopales, las Iglesias católicas orientales, unas 300 Órdenes religiosas, las Obras Misionales Pontificias, la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, los archivos de la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada...

Pero la lista de estos soldados desconocidos de la gran causa de Dios, como los ha denominado Juan Pablo II, se mantiene abierta, según ha explicado a Alfa y Omega el Secretario de la Comisión para los Nuevos Mártires, el padre Marco Gnavi: El testimonio del martirio sigue vivo y presente y, por desgracia, está abierto todavía en muchos contextos históricos.

La zona geográfica más representada es la antigua Unión Soviética, a la que pertenece el 70% de estos mártires. En segundo lugar, aparecen los testigos de la fe durante la guerra civil española. Más tarde, la Comisión recoge los ejemplos de cristianos de Asia, África y, en número muy inferior, de Iberoamérica, en especial, de América Central.

¿Se trata de mártires en el sentido canónico del término? Ésta es la pregunta que suscita inmediatamente la lista. El secretario de la Comisión aclara: Yo diría que no. Nosotros hemos recibido la orden de realizar un "reconocimiento de la memoria" de los testigos de la fe que, en el sentido más amplio, han ofrecido su propia vida. Por ello, no hemos recurrido a los criterios canónicos propios del reconocimiento del martirio, que es algo muy diferente a lo que se nos ha pedido.

Andrea Riccardi, historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio tras haber trabajado durante meses en el archivo de la Comisión para los Nuevos Mártires, ha publicado en Italia un libro, titulado El siglo de los mártires (Il secolo dei martiri, Mondadori). El primero en sorprenderse por estos testimonios ha sido precisamente Riccardi: No puedo decir que no estuviera informado sobre la historia de las persecuciones de este siglo confiesa. Pero no me había dado cuenta de su amplitud y profundidad. No nos encontramos ante historias de cristianos valientes, sino ante un martirio de masivo.

RECUPERAR LA MEMORIA

Ahora bien, el haber recogido todos estos testimonios y publicarlos de manera ordenada no equivale a un proceso de canonización masivo, aclara el historiador, sino que responde al deber de la Iglesia de recuperar la memoria. Y concluye sorprendido: Casi en todos los países, se cuentan víctimas que han muerto por no renegar de la fe, o a causa de una vida inspirada por ella: han sido pueblos enteros, pobres e intelectuales, cardenales y obispos. En el siglo XX se ha tratado de asesinar a un Papa...

En este siglo se creía que había llegado la hora del triunfo de la razón explica el fundador de la Comunidad de San Egidio: la modernidad tenía que ser laicista y antirreligiosa, y no aceptó la supervivencia del hombre creyente. Bajo su hoz han caído millones de cristianos, pero también fieles de otras religiones.

Pero hay otro fenómeno decisivo, que también subraya Riccardi, para explicar este fenómeno: Nunca como en este siglo ha sido predicado el Evangelio en regiones del planeta alejadas de los países de raíces cristianas. En muchas zonas, como por ejemplo en Asia, los cristianos han sido víctimas del odio desencadenado por otras religiones contra su presencia.

La Iglesia, concluye Riccardi, no hace memoria para guardar rencor, sino para aprender. La Iglesia en el siglo XX ha sido mártir como nunca antes en la Historia, pues ha sufrido un martirio ingente. El Papa nos pide que meditemos en la lección de todo un pueblo de testigos, la mayoría de ellos desconocidos. Como historiador, yo me limito a reconstruir los hechos y el contexto: espero que otros se sientan motivados a explorar esta veta.