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«La Iglesia está en la obligación de defender la verdad frente a los errores», dicen los teólogos
El revuelo organizado por los partidarios de Tamayo provoca el rechazo en ambientes católicos
Con la desautorización pública por parte de la Iglesia de la subjetiva visión cristológica del sedicente teólogo católico Juan José Tamayo Acosta, en algunos medios paraeclesiales se ha acusado a los obispos de ejercer lo que han definido como una censura «autoritaria». LA RAZÓN ha consultado a varios teólogos católicos acerca de la conveniencia de la emisión de esta nota contra los errores teológicos del secretario de la disidente Asociación de Teólogos Juan XXIII, que, según explica la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, expone «una versión renovada de la herejía arriana».
La llamada de atención sobre la incompatibilidad de la visión de Cristo defendida por Juan José Tamayo, secretario de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, con la doctrina católica por parte de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la CEE ha motivado mucho revuelo en ambientes paraeclesiales. LA RAZÓN ha consultado a varios teólogos católicos por la opinión que les ha merecido este paso dado por los obispos españoles.
El sacerdote jesuíta Jorge Loring, autor de varios libros entre los que destaca el «best seller» «Para salvarte» ha declarado a este diario que «Los escritos de Tamayo se han caracterizado por sus ataques a la Iglesia. La Iglesia tiene la obligación de defender la verdad frente a la difusión de errores. Faltaría a ese deber si no protegiese el derecho que tiene el pueblo de Dios a distinguir la verdad del error». Ha continuado el sacerdote expresando que la nota emitida por la Comisión episcopal «no sólo era oportuna sino que era necesaria, pues si la Iglesia no avisa de que las opiniones de Tamayo son contrarias a la fe católica, puede difundirse la doctrina anticatólica defendida por él». «Algunos han defendido a Tamayo argumentando que esta es una posición autoritaria por parte de la Iglesia, pero no se trata de autoritarismo sino de una defensa del inocente frente a las desviaciones de la doctrina católica que desde fuera se les quieren imponer», explicó. Y añadió que «es necesario además recordar que Tamayo, a quien todos presentan simplemente como teólogo, es un sacerdote secularizado, que ha abandonado su ministerio, algo que dice mucho».
Por su parte, Pablo Cervera, capellán de la universidad San Pablo CEU de Madrid, opina que esta nota representa una «clarificación necesaria para el pueblo de Dios, en un asunto tan grave como la negación de la divinidad de Jesucristo». «Son los obispos los que tienen la misión de transmitir el depósito revelado», afirma. Añade además que la nota no se trata, como algunos han argumentado, de una «censura de la labor teológica de una persona», sino de «la clarificación pública de que las posturas de Tamayo se tratan de una falsificación de la doctrina católica».
El teólogo miembro del movimiento focolar Fernando Guerrero, coincide en señalar la oportunidad del texto emitido por los obispos, «ya que los temas que se refieren a la divinidad de Cristo son muy delicados, y en estos tiempos, está muy extendida una crítica sutil y difuminada que afecta a los dogmas de la Iglesia definidos desde los primeros concilios». «Considero que no es el único teólogo español que en los tiempos actuales se separa de la ortodoxia católica», añadió el teólogo.
El sacerdote Miguel Rivilla también ha rechazado los postulados de Juan José Tamayo, asegurando que «cuando algún teólogo, de una manera pública y persistente, se aparta de la norma de fe de la Iglesia, los obispos han de cumplir con su sagrado deber de corregir, velar por la integridad del depósito de la fe, e incluso sancionar al disidente, por más que a alguno le extrañe». «Si el pueblo de Dios está sumido muchas veces en el confusionismo, la duda e incluso el abandono de la práctica religiosa, en parte es debido a que no ejercen como debieran esta sagrada función y deber, algunos pastores de la Iglesia», apostilla el presbítero.
Los obispos han definido la doctrina cristológica de Tamayo como «una versión renovada del antiguo error arriano». El profesor de Historia de la Iglesia de la Universidad de Navarra, Marcelo Merino, explica que el arrianismo tuvo su origen en Alejandría. «El párroco del puerto de la ciudad, Arrio, se enfrentó al obispo afirmando que Jesús no era Hijo de Dios, sino una criatura humana». El Concilio de Nicea afirmó en el 325 la divinidad de Jesucristo, expresando que se trata del Hijo de Dios, consubstancial al Padre. La Herejía arriana duró unos 300 años en Hispania, y fue Recaredo, convertido al catolicismo, quien consiguió la Unidad en la Fe de lo que después será España y Portugal.
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