» Ética Natural » Clonación y Fecundación Artificial

Con la manipulación de embriones vivos estamos regresando al mundo nazi

La capital de Filipinas, Manila, ha acogido entre los días 22 y 26 de enero el IV Encuentro Mundial de la Familia. LA RAZÓN ha entrevistado en Manila al Legado Pontificio para dicho encuentro y presidente del Pontificio Consejo para la Familia, el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo.

- ¿Qué impresión tiene del encuentro?

- Muy grata, de un congreso excelentemente preparado hasta los últimos detalles, con mucha variedad. Merece la pena destacar la presencia de personalidades de la Santa Sede, como los cardenal Sepe o Arinze, y la amplia representación del episcopado mundial.

- ¿Y la participación de delegados?

- Ha sido muy amplia. Los nuevos movimientos han apoyado mucho. Por ejemplo, los focolarinos han organizado un congreso para familias de Asia a continuación del nuestro, para hacer venir a seis mil personas; también han colaborado los carismáticos, los neocatecumenales... Pese a las amenazas terroristas que pesaban sobre el congreso, ha habido gran participación internacional.

- ¿Qué opina de la Iglesia filipina?

- Es una Iglesia muy viva y dinámica, con gran fidelidad al Papa y a sus tradiciones. Sintetiza muy bien los valores recibidos de la evangelización española y del mundo anglófono.

- ¿Está de moda la causa de la familia?

- No cabe duda. La causa de la familia y de la vida emerge hoy como la gran causa de debate en los Parlamentos y en los medios, pues ahí se está jugando el futuro. Se trata de hacer frente a las tentaciones del secularismo, que intentan crear unas culturas artificiales guiadas por códigos éticos que no coinciden con los valores del Evangelio. La nueva evangelización tiene por objetivo el superar esa amenaza del secularismo. Éste es el gran reto, y se vencerá en la medida en que haya familias fuertes y firmes, en las que se transmita la fe.

- ¿Cómo valora la legalización de las parejas de hecho que tiene lugar en algunos países?

- El fondo de la cuestión es la legalización de parejas homosexuales. Hay que distinguir entre quienes proponen esas leyes, con una voluntad sistemática de erosionar la institución familiar, y quienes, ingenuos, se dejan utilizar en nombre de la no discriminación. Hoy se llama discriminación a cosas que no lo son. No es discriminar no aceptar lo inaceptable. Una cosa es que la Iglesia les quiera acoger y acompañar en su camino y otra que vea eso como un estado digno de la persona, especialmente cuando se reclama el derecho a adoptar niños, con lo que significa de riesgo para la educación de esos niños.

- ¿Qué opina del documento pontificio dirigido a los políticos?

- Muy oportuno. Un político cristiano que apoya una ley como la de la equiparación con la familia de las parejas de hecho, injusta y nociva, comete un grave error.

- ¿Cuál es el problema de fondo?

- Como ya he dicho, el secularismo. Por ejemplo, todavía hay sensatez y rechazo general a la clonación humana. Si se aprobara la clonación, el futuro estaría repleto de amenazas y eso puede llegar a pasar, como demuestra la discusión sobre las células madre, con el objetivo - dicen - de curar enfermedades, cuando es sabido que se pueden conseguir los mismos resultados sin utilizar embriones vivos. Todo esto demuestra hasta qué punto el mundo se está deshumanizando. Por eso, la causa de la familia y la vida es hoy decisiva para el futuro de la sociedad. Cuando los países pierden la capacidad de defenderse defendiendo el matrimonio y la vida, todo es posible. Estamos regresando al mundo nazi, con las investigaciones con seres humanos de los campos de concentración. La diferencia es que hoy se hacen en empresas, que tienen en la contracepción sus mayores ingresos.

- ¿Todo es negativo de cara al futuro?

- No. Veo grandes signos de esperanza, como este congreso en Filipinas. Estamos en una gran lucha por salvar al hombre, por evitar que la ley del más fuerte y del más rico se imponga. No queremos que venzan los comerciantes de la muerte. El futuro es la globalización de la solidaridad.