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Todavía hay tiempo

No está perdido el futuro cercano. Si los europeos y americanos se dan cuenta del peligro de descenso que los amenaza, se podrá conjurar la gran probabilidad de que el siglo XXI se inicie como una época de decadencia. Me refiero a la manifiesta tendencia a relegar a un margen mínimo, o a eliminar totalmente, los estudios que solían llamarse "humanidades", es decir, los que tienen como asunto principal la realidad personal del hombre.

En España, que es lo que conozco mejor y me preocupa más, esto es manifiesto; pero los males, si son exclusivamente españoles, suelen tener remedio; lo peor es que estén rodeados por un círculo más amplio, lo que excluye la posibilidad de apoyarse en Europa, o acaso en Occidente entero, para escapar al destino adverso.

El desconocimiento de las lenguas es la forma más inmediata y elemental de este peligro. Apenas se estudian las lenguas clásicas, el griego y el latín. La importancia del primero es inmensa, pero hay que evitar toda exageración, que termina siendo una falsedad; su conocimiento ha sido siempre, y ello se justifica, minoritario. Para ciertas profesiones o vocaciones es imperativo, pero no se puede pensar en su extensión. De todos modos, es grave que ni siquiera sea familiar entre los eclesiásticos, ya que una parte capital de la teología se ha escrito en griego, y es el único texto original del Nuevo Testamento.

En cuanto al latín, la cosa es más grave, porque la mayor parte de la teología se ha escrito en esta lengua; pero además, los que hablamos lenguas latinas tenemos un conocimiento precario de ellas si desconocemos su origen: y no se olvide la inmensa producción escrita en latín en toda Europa hasta ya entrado el siglo XVIII. Filosofía, ciencia, historia de la Edad Moderna recuérdese, de la Edad Moderna son en gran parte inaccesibles si no se pueden leer en latín.

Se dirá que hoy son todavía más importantes las lenguas vivas. No lo negaré, por supuesto, pero mi inquietud crece. Ahora, en casi todos los países se estudia el inglés, y muy poco más. El conocimiento de esta lengua suele ser precario: son pocos los que la hablan o escriben aceptablemente no es fácil, y en cuanto a leerla, averígüese cuántos son realmente capaces de leer con eficacia un libro en inglés.

¿Y las demás lenguas, las más ilustres al menos, de Europa? Aun suponiendo que ya es suponer que en este momento no se publiquen demasiados libros decisivos en francés, alemán o italiano, lo cual es cierto si se compara con otras épocas, la cuestión sigue en pie: durante siglos se han escrito centenares, acaso millares de libros irrenunciables en esas lenguas, y si se renuncia a ello esto significa un pavoroso empobrecimiento.

Hasta cierto tiempo, no demasiado, un español cultivado podía leer libros escritos en las cuatro o cinco lenguas más ricas culturalmente de Europa, y ello le permitía, tal vez con alguna dificultad, perfectamente superable, la lectura de otras tres o cuatro lenguas "próximas", que si no transparentes son al menos "traslúcidas", aun sin haberlas estudiado.

Échese una ojeada a las bibliotecas privadas de los españoles cultivados que se van acercando a la vejez o están de lleno en ella, y se verá cuántos libros encierran en diversidad de lenguas, unas veces clásicas y en todo caso modernas. Compárese con la situación de las generaciones más jóvenes, las que han "gozado" de la enseñanza de los últimos tiempos.

Pero, al fin y al cabo, las lenguas tienen sobre todo no exclusivamente, por supuesto un interés instrumental. Pienso en que revelan la estructura íntima de esa manera de ser hombre que se ha realizado en diversas formas, en que muestran varias versiones de lo humano, matizadas a lo largo de la historia.

El contemporáneo nuestro, cuanto más joven peor, tiene un deficiente conocimiento de la historia. De la universal, por supuesto, y en esta época, en que todo el mundo está "presente". Aunque no es "uno", ello es muy grave. Tiene también una idea sumamente pobre de su propio país, complicada en muchos casos por la falsedad añadida a la ignorancia, ya que se le suele inyectar una inexistente y fantasmagórica "historia" de una porción aislada de ese mismo país. La consecuencia es que no sabe dónde está, y por tanto quién es, cómo ha llegado a ser lo que es, y cuál es el horizonte de sus posibilidades. Con lo cual resulta fácilmente manipulable, que es lo que se pretende.

La interpretación de la realidad humana se realiza, muy principalmente, por medio de la literatura. Por eso la mayor diferencia entre los grupos humanos depende de dos cosas: de que tengan una literatura creadora y rica, y de que los individuos la posean mejor o peor. El estudio de la literatura está reducido a un mínimo, en muchos sentidos deficiente e inadecuado. Las estadísticas se reducen a lo económico, pero acusarían un grado de pobreza aterrador si fuesen más allá, si se ocupasen de los estratos más profundos de la vida humana.

Y si llegamos al núcleo más profundo, la visión del mundo, del hombre, del conjunto de la realidad, la mayor inquietud nos sobrecoge. Se ha producido en los dos últimos siglos una tendencia al "reduccionismo" de todo lo humano, al olvido de lo que es único del hombre, aquello en que consiste; ha habido una deliberada regresión hacia la zoología, hacia lo inorgánico y, desde luego, impersonal. Ahora bien, en nuestro siglo se ha producido un fabuloso incremento del conocimiento de la vida humana y sus categorías propias. Ha acontecido un admirable "punto de inflexión" que ha abierto horizontes ilimitados. Se poseen instrumentos de un rigor antes desconocidos para comprender la realidad humana, el horizonte de sus posibilidades, su capacidad de perfección y, a última hora, de felicidad.

Todo esto brilla por su ausencia en la mayor parte de lo que se enseña y transmite. La enseñanza fragmentaria y arcaica no se olvide esto último de la filosofía y las disciplinas fundadas en ella hace imposible que se posean en un grado mínimamente aceptable. Se acumulan informaciones a las que se atribuye gran valor casi siempre en forma escasamente inteligible, hasta el punto de que se olvida la significación plena del verbo "entender", mientras se elimina lo que hace que alguien pueda ser verdaderamente hombre y estar a la altura a que se ha llegado en las fechas que señala el calendario, y que suelen estar desmentidas por la realidad.

Dije hace ya tiempo que el mundo se está llenando de "primitivos llenos de noticias". La forma dominante de educación y la deformación de la mayoría de los medios de comunicación son la doble causa de que esto sea así. Todavía se está a tiempo de evitar que se consume nada menos que una degradación de lo humano.

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