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Testimonio de gratitud

Tengo inmensa gratitud a muchas personas, que me han dado, o me siguen dando, lo que me ha permitido vivir decorosamente, hacer la mayoría de las cosas que tienen algún valor y, sobre todo, ser feliz en grandes porciones de mi vida o conseguir algunos islotes de felicidad cuando aquello ha dejado de ser posible. Siempre he tenido esto presente, y cuando he recordado y contado mi vida he ido señalando en la medida en que podía hacerse esa larga serie de deudas.

Ahora me siento obligado a señalar una, que lo reclama por varios motivos. En primer lugar, por su magnitud; además, por tratarse de algo "gratuito", es decir, sin obligación ni especial contrapartida finalmente, por su carácter intelectual y público. Me refiero al libro recién publicado en español, "Julián Marías: una filosofía desde dentro", del que es autor Harold Raley, hispanista americano. Hace ya muchos años escribió otro libro sobre mí, "La visión responsable", que me trae un recuerdo conmovedor y doloroso; fue el último libro que leyó Lolita, mi mujer, y no pudo terminarlo: la muerte lo dejó con una señal allí donde se había interrumpido su lectura.

Este nuevo libro, admirablemente traducido, como el anterior, por César Armando Gómez, es mucho más extenso y profundo. Desde el primero he escrito muchos centenares, acaso millares de páginas, he visto cosas nuevas o las he expresado de otra manera. Hace un par de meses se publicó en Nueva York el original inglés, con un título no fácil de adaptar en español: "A Watch Over Mortality: The Philosophical Story of Julián Marías".

No sería decente que dejase pasar pasivamente esta ofrenda de talento y esfuerzo. Ortega habló alguna vez de "altruismo intelectual". Es lo que ha derrochado Harold Raley. Ha escrito un libro extenso, riguroso, abarcador, que supone un increíble número de horas de esfuerzo. Ha leído con asombrosa atención una obra muy dilatada, que muy pocos conocen en su integridad. La ha repensado, meditado, interpretado; ha puesto en conexión sus diversas partes; ha intentado coordinar sus etapas, sus épocas, a veces muy distantes. Ha ligado todo eso con una vida que ha procurado comprender, con acierto que sorprende.

Esto quiere decir que el autor de este libro ha dedicado una parte considerable de su vida a entender a otra persona, desde el pensamiento. Por eso he hablado de "altruismo intelectual", que no es frecuente. Y todo eso "desde lejos", lo que subraya la alteridad: desde los Estados Unidos, con unos cuantos brevísimos contactos inmediatos en uno u otro hemisferio. Desde supuestos culturales y sociales muy distintos. Se trata, pues, de una muestra ingente de generosidad intelectual.

Pero no se trata sólo de mí, sino de algo que es lo que obliga a hablar de este libro. Harold Raley sitúa esta obra de pensamiento en el marco propio, es decir, dentro de la lengua y la cultura españolas. Claro es que se trata primariamente de filosofía, y cualquiera que merezca este nombre lleva dentro la griega, las consecuencias latinas, la herencia íntegra del pensamiento europeo; la filosofía no puede ser provinciana, y bien lo sabe el autor de este libro. Pero es algo bien distinto: circunstancial. Toda filosofía se engendra en un lugar y un tiempo preciso, en vista de una forma de vida y una coyuntura histórica que la suscitan y a la vez la hacen inteligible.

Harold Raley tiene presente la obra de los que en España se han planteado los problemas y han creado instrumentos para su posible esclarecimiento. Unamuno y Ortega tienen un puesto relevante en sus páginas, porque sin ellos no se podría entender nada; y no sólo con ellos, claro es; ha hecho falta una continuidad que llega -por ahora- a Harold Raley, cuya aportación a ese pensamiento, primariamente español, es grande. Y esto es algo de lo más interesante, porque muestra que el pensamiento propio de este americano se ha nutrido en proporción impresionante de otras formas nacidas en otra lengua y en otro país, en otra tradición, que parece extrañamente "comunicable".

Frente a tantos casos de "impermeabilidad", este libro resulta un fenómeno insólito. Entre los ejemplos de generosidad intelectual que me vienen a la memoria, uno de los más eminentes es el de Azorín, que leyó con infinito amor y comprensión a escritores de todas las épocas, desde los primeros medievales hasta los más jóvenes que él. Pero -salvo la excepción de algunos autores franceses- se mantuvo dentro de su lengua, de la literatura española. No fue bien correspondido; no se usó con él ni una décima parte de la generosidad que vertió a manos llenas.

Añádase todavía algo más. Harold Raley no ha estudiado a un "clásico", a una figura gloriosa y famosa. No nos engañemos: innumerables lectores, y no sólo en el mundo de lengua inglesa, sino también la nuestra, preguntarán de qué trata ese libro. Habrá una mezcla de sorpresa e incredulidad, lo cual quiere decir que Raley tiene, además de otras cualidades, no poca audacia.

Pero lo más interesante, la verdadera justificación de este artículo, es que Harold Raley ha compuesto un libro "sobre España", una de las contribuciones más importantes que conozco a su comprensión. Y, para que la cosa sea más llamativa, sobre la España actual, en la medida en que lleva dentro toda su historia. Y, por añadidura, no es un libro político, menos aún partidista.

Es un admirable esfuerzo de penetrar en la realidad de España, y precisamente a través de una de sus porciones menos visibles y a la vez más profundas. Ha habido unos cuantos extranjeros que han comprendido grandes segmentos de la realidad española. Han sido, por descontado, inteligentes; pero esto es casi lo de menos; han sido capaces de sorpresa, de amor, han partido de cierta ingenuidad o inocencia; casi siempre han sido viajeros, o han residido largo tiempo en España. Casi sin excepción -no se olvide esto- han sido "escritores", capaces de vibrar al unísono con lo que oían o leían y reproducirlo en otro tono, en otra lengua, en esa difícil operación que se puede llamar recreación.

A estos nombres habrá que añadir uno más. Harold Raley cumple las condiciones que acabo de nombrar. Me disculpo de que el libro que comento tenga tanto que ver conmigo, desde el título; pero creo que era necesario decir estas cosas, y no estoy seguro de que alguien las dijera. Me he sentido obligado a dar un testimonio de gratitud; por supuesto, personal; y como eslabón de una tradición filosófica que ha encontrado en Harold Raley, sin duda, su más alta estimación. Pero todo esto sería todavía insuficiente; lo decisivo es lo que este libro significa para que se entienda la realidad de España, y muy especialmente lo que puede ser para los demás, para los que no son españoles. En el fondo, se trata de un libro sobre el futuro de España en el mundo.

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