conoZe.com » bibel » Otros » Julián Marías » Julián Marías: artículos 1997

Hacer sombra

Es una costumbre generalizada entre los que escriben con alguna pretensión científica de asuntos estrictamente intelectuales -también con frecuencia de cuestiones literarias- la ausencia de referencias a nada español. Se podría pensar que esto se debe a la escasez de obras o autores españoles dignos de mención y, sobre todo, de utilización.

He dicho a veces que la cultura española de todos los tiempos es "incompleta", porque en ella han faltado porciones importantes y que se pueden echar de menos. Pero habría que preguntarse si las demás son "completas", y se encontraría que solamente dos o tres -y únicamente en algunas épocas- han cumplido esa condición, y que las incompletas pueden ser, a pesar de ello, maravillosas, si se quiere, parcialmente maravillosas. La española sin duda lo ha sido en la mayor parte de su historia, aunque duelan las indudables ausencias.

Pero se trata del presente. Todo el siglo XX -insisto, "todo"- ha sido de excepcional riqueza; y, lo que es más, a diferencia de una larga época anterior, con un predominio de originalidad; si se piensa en las innovaciones intelectuales, literarias y artísticas de la España reciente, se encuentra que son muy considerables comparables a las de los países más fecundos en ellas, superiores a la mayoría.

Han intervenido en ello diversos azares, desde las situaciones históricas hasta la modestia, que ha permitido enterarse de lo que se hacía en el resto del mundo en vez de ignorarlo, y sobre todo el grado de autenticidad, la necesidad de crear desde el propio fondo, finalmente la genialidad individual.

El hecho es que los españoles actuales podemos aprender innumerables cosas de nosotros mismos; y, por supuesto, esto lo pueden aprender todos los demás, porque no se trata de cotos cerrados, siempre esterilizantes. La modestia de nuestro pasado cercano ha hecho que no podamos ceder a la peligrosa tentación de contentarnos con lo español, y por eso la España de este siglo ha sido acaso el menos "provinciano" de los países.

Sin embargo, todos los días se leen escritos en que se nombra a innumerables autores y libros de otras lenguas -no siempre conocidos-, mientras que los españoles brillan sistemáticamente por su ausencia. Como en los últimos decenios la creación intelectual en la mayoría de los países ha sido escasa, lo que hubiera sido explicable en otras épocas resulta enteramente injustificado. Lo que se cita incansablemente es con frecuencia inferior a lo que se ha pensado y dicho en España mucho antes y casi siempre con mayor profundidad y brillantez.

Las causas de esa actitud son múltiples y convergentes. Una de ellas, la politización que dominó en España desde la guerra civil y se prolongó hasta hace unos veinte años, con rebrotes recientes, extemporáneos. El espíritu negativo ha funcionado con eficacia, movido por el partidismo y proyectado sobre el conjunto. La inmensa mayoría de lo que han escrito los españoles se ha expresado en esta lengua común, y en las regiones dominadas por las minorías nacionalistas se intenta desconocerlo o negarlo; incluso lo escrito por autores de esas mismas regiones, a los que se procura considerar "ajenos", aunque sean los más eminentes y, por añadidura, los más representativos de ellas, aquellos que se asocian inmediatamente a lo que tienen de más valioso.

Y hay otra causa de mayor amplitud y generalidad, que es la más eficaz de todas: los autores españoles pueden "hacer sombra" a los que se ocupan de las cuestiones tratadas por ellos. Se puede ver que lo que algunos comentadores dicen lo han dicho, decenios antes y mejor, otros españoles cuyos nombres son conocidos y a los que se puede fácilmente leer, que en gran parte han sido o son leídos, a pesar de los denodados esfuerzos de "disuasión". Este peligro no existe con los centenares de nombres extranjeros, enteramente ajenos al lector y que nada le dicen.

Lo más curioso es que esas omisiones no se limitan a los vivos, ni siquiera a los muertos muy cercanos, sino que se extienden, por extraño que parezca, a los que murieron hace varios decenios, a los autores del 98 y aun más allá. La explicación de esto es que siguen "vivos", que como escritores conservan actualidad, gracias a la inesperada magnitud de eso que llamo el "espesor del presente", algo en que España, por extraña fortuna, supera a casi todos los países que conozco. Y, a medida que se va estudiando la historia con mayor veracidad y conocimiento, se va cayendo en la cuenta de que en el pretérito más remoto hay cierto número de creaciones valiosas, no marchitas, utilizables, con las que se pueden nutrir y enriquecer nuestros contemporáneos, es decir, nosotros mismos si tenemos alguna ambición de realidad.

La tendencia a que me estoy refiriendo es una recaída en el "provincianismo", que parecía superado, y por eso nuestra época ha sido particularmente creadora, gracias a la modestia reconocida y aceptada de que partió hace cosa de un siglo. Todos somos, iba a decir, gracias a Dios, provinciales; pero en español hay otra palabra análoga, de la que se debe huir: "provinciano". Ortega decía que provinciano es el que cree que su provincia es el mundo y su pueblo una galaxia. La aceptación de la condición provincial es causa de dilatación del horizonte, y a última hora de capacidad creadora. El provincianismo significa ignorancia, confinamiento y esterilidad.

Los que no se nutren de lo que está a su alcance, porque es "propio", y fingen alimentarse de lo que no pueden asimilar, con lo que tienen una mera relación verbal, se condenan al empobrecimiento, a cambio de cierto número de menciones en los repertorios que se almacenan en diversos ordenadores que sirven sobre todo para alargar "currículos".

Los artilugios electrónicos son prodigiosas máquinas que hacen posibles muchas cosas, entre ellas nada menos que la exploración espacial. También pueden ser causa del angostamiento mental y vital de los que lo confían todo a ellos, de los que voluntariamente retroceden a tiempos anteriores a Gutenberg, porque temen que otros le "hagan sombra".

Temo que estas actitudes, que no son exclusivas de España, pero que en ella existen y parecen predominar en diversos núcleos, sean factores decisivos en la decadencia que nos amenaza y que me parece con manifiesta tendencia a intensificarse, porque al extenderse y afianzarse hace difícil darse cuenta de ella y tratar de ponerle remedio.

Entre nosotros, parece que la sombra del compatriota, vivo o muerto, cercano o lejano, es tan peligrosa como la que se solía atribuir a ese árbol llamado manzanillo.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=1873 el 2005-03-10 00:25:36