conoZe.com » bibel » Otros » Julián Marías » Julián Marías: artículos 1997

Espuma

Lo que se dice tiene mucha importancia. Las expresiones que se usan y circulan, a veces descubren la realidad; otras, la desfiguran y enmascaran. Ahora se habla mucho de "alarma social". Esto me ha hecho recordar aquella frase de Ortega, en su primera conferencia en Madrid, tras nueve años de exilio, en la primavera de 1946, cuando dijo que había encontrado en la sociedad española una "sorprendente, casi indecente salud". Lo inesperado de esta afirmación, su contraste con lo que se suponía, y también su fuerza literaria, todo eso fue un revulsivo que llevó a descubrir el acierto del hallazgo.

Ahora hay muchas cosas inquietantes en España. Crímenes, negocios turbios, dilaciones interminables de la justicia, que obligan a desconfiar de ella, narcisismo de demasiados representantes de ella, que no inspiran confianza, un nivel descendente de la televisión y gran parte de la prensa, en que la calidad ínfima se une a la demasiado frecuente falsedad, todo esto junto está creando una peligrosa dosis de "alarma social" en el sentido más literal de la palabra; la sociedad desconfía de su estado de salud, sospecha si estará gravemente enferma.

Si uno se tranquiliza un poco y mira las cosas con atención y alguna calma, si se prescinde en lo posible de lo que "se dice" y se mira la realidad tal como se la encuentra al vivir, se llega a conclusiones más alentadoras. La vida cotidiana es bastante agradable, la convivencia habitual es apacible, los trabajos están remunerados, no con opulencia, pero mejor que en otras épocas, los muchos españoles que no lo encuentran no están abandonados, sino sostenidos por el conjunto, lejos de lo que significaba la palabra "parado" ; estudian innumerables españoles, acaso no demasiado bien, pero pueden estudiar; viajan como nunca, en números muy altos por países extranjeros; cuando leo quejas de que tal porcentaje de españoles no han veraneado, no puedo menos de recordar que habría que compararlo con el de los que antes veraneaban.

Se dice una vez y otra que se lee muy poco, pero el número de libros que se publican, sus tiradas y reediciones, supera ampliamente el de ninguna otra época. Los que asisten a conciertos, conferencias y cursos son legión; si se quiere, una pequeña legión que nunca había existido.

¿Se justifica la "alarma social" o hay algún motivo para pensar que la sociedad española goza de una salud " sorprendente" , aunque no llegue a ser "indecente" ? Creo que la doble impresión que se recibe responde a zonas distintas de la población. Casi todos los síntomas alarmantes son "públicos" ; los esperanzadores pertenecen principalmente a la vida privada. El máximo de alarma está confinada a los medios de comunicación, que dan resonancia preferente a lo que no tiene importancia o es resueltamente negativo. Hasta los que en principio tienen -o deberían tener- criterios superiores, de hecho se "contaminan" de los demás, y acaban por presentar las mismas cosas o muy parecidas. La mayoría de lo que muestra la televisión es repulsivo y vergonzoso; pero parte de eso se filtra en programas que estarían obligados a la veracidad y el decoro.

Otro tanto podría decirse de periódicos, revistas y hasta editoriales; vemos cómo algunas, que han gozado de antiguo y merecido prestigio, tras varios cambios de propiedad y de gerencia, se convierten en algo que tiene muy poco que ver con su ejemplar historia.

La pavorosa ignorancia, la incompetencia, ayudan, aun sin mala voluntad, a esto. Un niño de trece años, educado en Barcelona, no sabe dónde están Bilbao o Sevilla; el traductor de un libro inglés dice, a propósito de la batalla de Lepanto, que Cervantes la describió como "la mayor ocasión que las edades pasada o presente han visto, o que las futuras puedan esperar ver". Así traduce del inglés, pero revela que no conoce la famosísima frase cervantina: "la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros". El estudiante que, ante un cuadro del Renacimiento que representa el bautismo de Cristo, declara que es del siglo XX, "porque en él está la paloma de Picasso".

Lo decisivo es que esto no afecta a analfabetos criados en un rincón de la montaña, sino a gentes a las que se les supone una cultura, acaso superior.

Creo que habría que emprender un esfuerzo serio para restablecer la salud en la superficie de una sociedad que en su conjunto me parece sana y llena de vitalidad, y que por ello inspira confianza. Es la espuma lo negativo, repulsivo y peligroso; el líquido que hay debajo es potable y con frecuencia agradable y confortante. Tal vez bastaría con soplar sobre esa espuma, antes de que se comunique a lo que hay debajo de ella. Porque lo malo es que "destiñe" sobre el cuerpo social, lo contamina y puede acabar por corromperlo.

¿Cómo puede hacerse? Es empresa complicada, en la que deberían poner sus manos todos los que desean tener una vida digna y atractiva, llena de proyectos incitantes, o simplemente los que tienen instinto de conservación. ¿Por dónde empezar?

Sugiero acometer la empresa por lo que es su más profundo germen, su verdadero origen: la falsedad. Hay individuos, grupos, facciones, partidos, cuya profesión principal parece ser la mentira. Cuanto dicen o escriben lo es; se tiene la impresión de que los mueve una fuerza compulsiva, o que responden a un adiestramiento metódico y bien ensayado.

La mentira lo desfigura todo, lo vicia, lo corrompe; priva de la realidad y la sustituye por la ficción sin imaginación, por la fantasmagoría. Va despojando a los que la reciben de lo que era suyo, va sustituyendo su carne y sus huesos por postizos artificiales que los convierten en muñecos manipulables, remedos de sí mismos.

La ventaja que tiene la mentira es que es expresa, que es palabra, sin desdeñar la expresión. He recordado alguna vez que una amiga, ya muerta, que era genial grafóloga, me dijo una vez al ver la dedicatoria de un libro: "Es un hombre a quien, si dice "buenos días", hay que decirle: "mentira"". A veces aparece un rostro en la televisión, y antes que diga nada sabemos que va a mentir.

Por lo general, la mentira es explícita, se expresa en palabras, queda ahí, en letras o en imágenes, acompañada del gesto y la voz. Y se la puede contrastar con la realidad.

Pienso lo que sería un instrumento de comunicación que, sin discutir ni polemizar, se limitara a tomar en cuenta las mentiras que se dicen, sobre todo por personas que pretenden responsabilidad, reproducirlas y confrontarlas con la verdad. El efecto sería decisivo, porque la pérdida de prestigio sería inmediata -con la excepción de los que estuviesen ya contaminados en grado extremo, insensibles a la verdad o enemigos de ella-. Al cabo de cierto tiempo, se vería cómo la espuma se iba desvaneciendo y quedaba el conjunto de una sociedad en la que vale la pena vivir y se pueden hacer grandes cosas; y, con alguna fortuna, alcanzar cierta felicidad.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=1893 el 2005-03-10 00:25:36