» bibel » Otros » Julián Marías » Julián Marías: artículos 2002

El otro medio siglo

La conmemoración del centenario del comienzo del reinado de Alfonso XIII (1902-1931) ha invitado a hacer balances de la cultura española en ese tiempo. Se ha caído en la cuenta de que lo más importante de la Restauración siguió vivo y actuante en el siglo XX; a esto se añadieron la generación del 98, que se inició al empezar el siglo, y las dos siguientes, las llamadas de 1914 o 1916 y la que se suele llamar del 27, todas ellas de extraordinario esplendor y creatividad. Todo esto llevó a la expresión "medio siglo de oro". ¿Por qué "medio"? La discordia de los años que precedieron a su explosión atroz durante la guerra civil desencadenó un proceso de "descalificaciones" respecto de la cultura española.

Se empezó a negar todo lo que se consideraba adverso. El exilio de gran número de autores, la difícil situación de los que permanecieron en España, todo eso coincidente con la gran ruptura que significó la segunda guerra mundial, provocó una situación de aislamiento, de desconocimiento mutuo, de hostilidad larvada, de enemistad en muchos casos. Creo que el primer intento de restablecer una visión más completa y justa fue el Diccionario de Literatura Española de la Revista de Occidente, en varias ediciones desde 1949. Yo escribí personalmente la mayoría de los artículos sobre escritores recientes, incluidos los vivientes, sin ninguna distinción de residencia o tendencia, atendiendo solo a su significación y valor. Desde pocos años después y durante un par de decenios, la labor de la revista "Ínsula" fue ejemplar y de extraordinaria eficacia para restablecer la verdad de las cosas. En años sucesivos escribí varios ensayos sobre el contenido e importancia de la cultura española en este tiempo, sin exclusiones ni omisiones, y esto hizo pensar en que el "medio siglo" debería completarse con el otro medio.

Hubo también una labor negativa dentro de España, por parte de algunos recién llegados, desde 1956, que para hacerse notar negaron todo lo mucho que se había hecho dentro de España, a pesar de las dificultades, para que la creación no se interrumpiera. La integración del siglo XX completo se ha ido imponiendo, no sin resistencias, con la colaboración de gran parte de los autores exiliados, que progresivamente fueron leídos en España, que a su vez empezaron a leer lo que en España se escribía, todo ello completado por los frecuentes viajes a América de españoles residentes y las visitas más o menos largas de exiliados a su país natal, y al frecuente regreso permanente de muchos de ellos. El restablecimiento del conocimiento mutuo y de la convivencia significó la vuelta a una visión más justa e incluyente de las cosas. Al hacer mejor las cuentas, se fue imponiendo la evidencia de que todo el siglo XX había gozado, en medio de dificultades y privaciones, de un enorme esfuerzo creador. Si se hace un inventario de los libros de todo tipo, literarios, históricos, sociológicos, filosóficos, de la segunda mitad de siglo se advierte que se han dado pasos decisivos, ciertamente acompañados, como en todas las épocas, de mediocridad, de insuficiencia, de productos destinados a pasar y ser olvidados.

Poco a poco se ha ingresado en el conocimiento de lo que se ha hecho en otros países, europeos y americanos. La guerra mundial significó una interrupción de la actividad creadora en toda Europa, casi en el conjunto del mundo. El nacionalsocialismo significó la casi extinción de la inmensa creación alemana; el "telón de acero" dividió Europa en dos mitades y dejó fuera la enorme extensión de los países sometidos al comunismo. Costó mucho recobrar precariamente la unidad cultural de Europa y el conocimiento de lo que se seguía haciendo a pesar de grandes dificultades y pérdidas.

El relativo aislamiento en que permaneció España hasta 1975 permitió que la imagen parcial, incompleta, distorsionada, se perpetuara más allá de su anterior justificación.

Hoy se ha tomado plena posesión del siglo XX, se cuenta con una serie de escritos enormemente valiosos, que representan en muchos campos una nueva visión de la realidad; pienso muy especialmente en la visión de la historia, de la época visigótica, de la Edad Media, de las relaciones con el Islam, del siglo XVIII, cuyo conocimiento era sumamente deficiente hasta hace cuarenta años, asombrosamente completado desde entonces.

¿Y el incipiente siglo XXI? Creo que en algún sentido se han invertido las imágenes tradicionales. En los últimos años ha habido un descenso de la capacidad creadora en las porciones de Europa más representativas y mejor conocidas. Ha habido algo que todavía es más grave: el descenso de la vocación en muchas disciplinas, del interés ejemplar que antes suscitaban, por ejemplo la filosofía en Alemania. En casi todas las grandes naciones europeas ha habido una renuncia a lo mejor de ellas, una detención injustificada de la producción más valiosa, un olvido de lo que hasta hace pocos años habían sido. Desde 1960 es evidente el descenso general, el angostamiento de los horizontes. Los años finales del decenio de los 60 hasta mediados de los años 70 fueron de evidente descenso en toda Europa y también en los Estados Unidos. El famoso "mayo de 1968" fue la culminación de una desastrosa actitud, no enteramente superada. Ha sido notorio el descenso de calidad de publicaciones que habían sido ilustres, revistas y diarios. Los países que estaban al otro lado del "telón de acero" han vuelto a la circulación depauperados, en circunstancias difíciles, a veces angustiosas. Discordias y guerras, sobre todo en los Balcanes, han acentuado la crisis.

En España, por el contrario, la situación en los últimos decenios ha sido excepcionalmente favorable. El incremento de la libertad, la iluminación de la realidad, la prosperidad económica, el acceso de innumerables mayorías al nivel de vida propio de esta época, han hecho que el nivel alcanzado a finales del siglo XX no se interrumpa, más bien se incremente. En una situación general no demasiado favorable, España ha entrado en una fase privilegiada. Se puede esperar que el anterior siglo completo sea el preludio de lo que podrá ser el XXI recién estrenado.