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Materias opinables

A mi admirado amigo Ángel Gabilondo, rector de la Universidad de Alcalá de Henares le gusta sustentar la calidad de lo metafísico en la respuesta que dio Kant al ser cuestionado sobre algo concreto: una intención. Y si por alguna casualidad Kant leyó la columna que Eulàlia Soler escribió en «La Vanguardia» el pasado viernes, se dedicará a partir de ahora a la actividad que le atribuyen muchos universitarios de filosofía: a Kant le encantaba «kantar» en las «kantinas» «kantidad» de «kánticos»... Y mi amigo Ángel tendrá que opositar a cartero para poder ir repartiendo intenciones en forma de recibos de la luz. Porque Eulàlia Soler escribió un artículo defendiendo que «mezclar materias racionales como la gramática, la ciencia, la técnica o la geografía con la Religión, que es un sistema de creencias, carece de sentido». Me sorprendió que la columnista considerara la Religión como cuestión menor. Pero además, para la articulista del diario barcelonés, la historia, la literatura, el arte y la filosofía son materias «opinables», supongo que frente a los valores absolutos de la gramática, la ciencia y la geografía.

Este artículo es seguro estímulo para que los más acérrimos opositores al hecho de que la religión siga impartiéndose en las escuelas soliciten que el horario escolar contenga cuantas más horas posibles de las asignaturas opinables incluida la Religión y dotar a sus hijos de capacidad para opinar, que no va mal.

La columna, sin embargo, no nos da ninguna información sobre la situación de las matemáticas en la clasificación que establece, y que voy a tratar de perfeccionar añadiendo estas categorías de asignaturas: opinables, perfectamente opinables, inopinables y perfectamente in- opinables. Adopto así la fórmula que utilizan los economistas para clasificar la elasticidad de la oferta y la demanda. Creo que, al final, las matemáticas van a ser perfectamente opinables porque las hijas de mi chica siempre dicen que el profesor de «mates» no está de acuerdo con su planteamiento del problema y que por eso las ha «cateado». A mí me gusta mucho que opinen sobre las asignaturas del colegio y sobre las decisiones que los profesores adoptan respecto de su conducta. Sobre las que adopta su madre opino yo sin ninguna o casi ninguna expectativa de que mis intenciones se conviertan en realidad.