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Pudor, moral y religión.
El debate abierto en Francia a propósito de la indumentaria que los escolares (más concretamente, las escolares) han de llevar al colegio tiene un claro trasfondo moral y religioso, aunque se disfrace, con más o menos (más bien menos) eficacia de argumentos culturales, sociales, pedagógicos o incluso disciplinarios. Dos han sido los motivos principales de polémica acerca de estas cuestiones: por un lado, la moda de las faldas y los pantalones femeninos con la cintura en la misma cadera, y a veces más baja aún, que fuerza a mostrar parte del vientre; acorde con este diseño que deja al descubierto la parte superior de las prendas interiores, surgió en seguida la moda del tanga, cuya sujeción queda al aire. Así van, hoy, millones de muchachas en Europa y América. Por otro lado, Francia ha sido el escenario de los enfrentamientos más enconados a propósito de si las muchachas musulmanas pueden ir al centro escolar tocadas con el velo o pañuelo que les cubre la cabeza y sólo deja ver el óvalo de la cara.
La cuestión del velo islámico se ha planteado como una vulneración de la laicidad del Estado y, en consecuencia, de la escuela pública, donde está proscrita cualquier manifestación religiosa externa. La cuestión es, pues, si a las alumnas musulmanas se les puede permitir este signo externo de su religión, ya que, en tal caso, las niñas de otras religiones podrían hacer otro tanto, e inmediatamente resurgiría el viejo contencioso de si poner o quitar los crucifijos de la escuela pública. Todo esto trae causa de haber revestido, a fines del XVIII, la descristianización política y social de "neutralidad religiosa" cuando, en su origen, aquello fue un ataque (todo lo explicable que se quiera, pero un ataque al fin) contra la religión católica. De hecho, la polémica sobre si incluir o excluir la mención a las raíces cristianas de Europa en la Constitución que se prepara para la Unión está contaminada del mismo virus anticristiano, cada vez menos oculto.
Lo del tanga se presenta de forma completamente distinta, y hace referencia, aunque sea implícita, al pudor, que es como si dijéramos una manifestación instintiva de la moral natural. Sin necesidad de educación religiosa alguna, niños y niñas de todas las latitudes y culturas poseen un pudor innato, que se plasma de una u otra forma, y se robustece o se debilita según la clase de educación que reciban en su periodo formativo. La moda del tanga convierte a los centros escolares en extraños lugares de exhibición que resulta obscena para la sensibilidad actual. Es bien cierto que "moral" viene de "mores", costumbres, y que la indumentaria depende de la sensibilidad de cada momento.
Pero justamente por eso mismo hay modas escandalosas hoy con toda razón, porque atentan contra el sentido del pudor de este tiempo y este lugar. "Nihil novum sub sole". Ya lo decía el viejísimo cuplé, que arrancaba risitas a nuestros bisabuelos bajo sus bigotes: "Tobillera, tobillera / ya vas siendo rodillera / pero a este paso que vas / de seguro acabarás / siendo muslera / muslera y algo más".
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