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Visiones Onusianas para un Nuevo Mundo

Cansado quizá de patrocinar concursos escolares con aire navideño sobre la paz en el mundo, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha tenido la brillante intuición de convocar un comité mundial de sabios para el estudio de una reforma profunda en la estructura de Naciones Unidas, 58 años después de su fundación. Annan confía sin duda en que los expertos -que él mismo elegirá entre la crema y nata del mundo de la política y del pensamiento- avalen sus tesis sobre el estado cataléptico de la actual estructura onusiana, y apunten soluciones que forman ya parte del patrimonio mundial del sentido común, por ejemplo la modificación del sistema de veto que favorece a los cinco países vencedores de la Segunda Guerra Mundial, un régimen de privilegios que -por decir lo menos- huele profundamente a naftalina.

Las líneas de trabajo adelantadas ayer en Barcelona por el entorno de Annan apuntan al debate de reformas, que resultarán más dolorosas para el ego europeo que para el de la «hiperpotencia» norteamericana, ese término tan querido de los franceses. Como ha recordado oportunamente el subsecretario de la ONU Sashi Tharoor, los países europeos pueden ver reducido su peso en el proceso de reforma de Naciones Unidas ya que albergan sólo al 5 por ciento de la población mundial y, en cambio, la actual estructura de la ONU les otorga el 33 por ciento de los escaños en el Consejo de Seguridad.

Irak e Israel ofrecerán munición abundante al comité de sabios de Annan para demostrar la facilidad que ofrece la actual estructura de la ONU para el uso alternativo del derecho internacional, cuando éste molesta a los intereses de uno de los grandes. El informe del Comité deberá estar concluido para la apertura de curso de la ONU en septiembre de 2004, a tiempo para toparse con alguno de los cinco vetos.