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Globalfóbicos Reunidos

La IV convocatoria del Foro Social Mundial (FSM) iniciado el viernes en Bombay patentiza nuevamente que una parte significativa de la izquierda planetaria anda huérfana de mitos movilizadores. Hecho trizas el icono utópico de la revolución, las izquierdas radicales vuelven a la carga en su empeño anticapitalista. Desde su primera reunión en Porto Alegre en 2001, el FSM ha evidenciado cuáles eran sus intenciones programáticas: articular un nuevo internacionalismo militante desde el que oponerse al avance mundial de la sociedad abierta y sus instituciones sociales y económicas: la democracia liberal y la economía de mercado.

Bajo el lema «Otro mundo es posible», cerca de cien mil «globalfóbicos» se han dado cita para resucitar con nuevos envoltorios los viejos clichés de quienes defendieron el vencido internacionalismo proletario. Con absoluta unanimidad los delegados asistentes al FSM han coincidido por dónde debe comenzarse la obra anhelada: denunciando la intervención aliada en Irak y acusando -como el caso de la escritora india Arundathi Roy- a los EE.UU. de poner en práctica una estrategia imperialista que, a partir de la identificación de la pobreza con la delincuencia terrorista, justifica una política racista y genocida que amenaza con proyectarse sobre todo el planeta. Resultaría folclórico el encuentro de Bombay si no dejara entrever que la vileza moral denunciada por Aron en el Opio de los intelectuales sigue viva. A pesar de la humillación y el dolor colectivos que imputaron a la humanidad los laboratorios sociales del siglo XX, parece que la experiencia utópica no ha sido suficiente para quienes siguen reivindicándola en Bombay.