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La cruzada islámica de «El País»

Autoproclamados quintaesencia de lo progre, en el diario «El País» se han lanzado a una cruzada pro islámica para, me imagino, ponernos ya la venda de una inexistente herida de xenofobia. Si un domingo nos regaló con un extensísimo reportaje cantando las excelencias de esa religión donde lo menos laudatorio era la repetición de sus fieles de que «el islám es paz» ahora los días de diario se ha convertido en el altavoz de los imanes y de los máximos jefes religiosos los señores Riay Tatary, sirio, y Mansur Escuredo, converso malagueño.

Pero lo tremendo del asunto es que la cruzada esta dirigida de manera mas que clara contra los representantes laicos de la gran colectividad residente musulmana residente en España, Atime (Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes) cuyo delito ha sido señalar que su obligación es la defensa de nuestro estado libre y constitucional y la colaboración y denuncia a la policía de los elementos extremistas y fanáticos. Al pedir que se debe controlar que imanes y mezquitas no sean propagandistas del integrismo y del terror , estos señores han puesto el grito en el cielo, tras negar la evidencia absoluta de que no hay gentes ni lugares así.

O sea mintiendo. Porque es un hecho incontestable que a imagen y semejanza del imán de Fuengirola, el que aconseja pegar a las mujeres, se han multiplicado los clérigos pagados con dinero de los wahabies saudíes y otras confesiones extremistas y que con similares fondos se están construyendo numerosas y lujosas mezquitas. El imán de la madrileña situada en la M-30 se despacho también diciendo que eran la pobreza la que empujaba a la agresión contra los inocentes». Por lo visto no había leído que «El Tunecino» , asiduo visitante a su templo había disfrutado largos años de una beca de 100.000 pesetas al mes, luego ampliada a 110.000 mas pago de matriculas y seguro médico en esta España a la que ha pagado asesinado a cerca de 200 de sus gentes.

Todos estos dirigentes religiosos, cabezas del islam español o aquí afincado no solo se encuentran indignados por lo que los sindicalistas marroquíes pretenden, que es lo legitimo, exigible, obligatorio y democrático para quien pretenda vivir en un país libre como España, sea de la religión que sea y a quien hay que recordar que obispo o imán en realidad no pasa de ser en pura ley un ciudadano. No. Van mucho mas allá y cargan contra el mal trato que a su juicio se les dispensa.

Asi y están según «El País» aún más que hartos o enfadados, se encuentran «impotentes» ante el Estado y el señor Escuredo pone el grito en el cielo, «es una barbaridad» que le tiene desolado, porque amen de no comprender su hartura y su enfado, cometemos la osadía de apellidar ese terrorismo como «islámico», como si no fuera esa la seña mas clara de su identidad o los asesinos y luego suicidas de Leganés no hubieran proclamado en nombre de que y quien han ejecutado sus masacres. La desolación de Mansur Escudero, antes Francisco, es compartida por el sevillano Aldelkarin Carrasco, previamente Antonio y por el maño Medí Flores, antes Jesús, y ha llevado a los tres a una visita y negociación con el ministro de Asuntos Islámicos de Marruecos, Ahmed Tawfik que se continuara en otra donde esperan ser recibidos por Mohamed VI. No se si a estos extraños y preocupantes contactos con autoridades extranjeras de ciudadanos españoles tendrá algo que decir el Ministerio de exteriores, pero no parece que sean precisamente un ejercicio de lealtad ciudadana ni constitucional con España.

En absoluto cae en ello el diario «El País», no vayan a tacharlo de xenófobo. Y desde luego en absoluto puede hacerse tal cosa. Hacerlo de retrogrado, reaccionario, de apoyar modelos de integrismo religioso o poner por encima religiones que se suponen a si mismas ley de leyes, por encima de constituciones y de los derechos humanos universalmente reconocidos, eso si que puede hacerse y debe denunciarse con absoluta energía.

Mas cuando el objeto de su ataque son asociaciones laicas y esas si que en verdad progresistas como la de los inmigrantes marroquíes. Y esa acusación se hace desde las posiciones que aquí en Europa se mantuvieron los avanzados del Renacimiento, desde la Ilustración, desde la declaración Universal de los Derechos Humanos, desde todos los combates contra la tiniebla y tenebrosidad medieval, contra la Inquisición y contra el omnimodo poder del clero, contra todos quienes pretendieron que textos presuntamente divinos debían ser acatados por las buenas o por la fuerza por los hombres.

El progresismo de «El País» es aun mas falso que el del señor Tatari y el señor Escudero. Los ciudadanos españoles, de cualquier confesión religiosa, agnósticos y aun ateos, tolerantes con la religión entendida como una fe personal y una creencia intima, no van ahora después de tantos siglos de luchar por ello a aceptar los preceptos y las falsedades de otra cúpula religiosa, aunque esta ahora en vez de sotana vista chilaba y turbante. No. Por mucho que «El País» la bendiga.

Y mucho menos cuando el fanatismo asesino islamista ha anidado como una víbora entre nosotros, encuentra cobijo y adoctrinamiento alrededor de algunos centros e imanes y ya ha sembrado de sangre nuestra tierra.

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