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Privilegiar la simbología laicista en Europa es un jacobinismo cultural inaceptable

El catedrático judío Joseph Weiler pide la mención del cristianismo en la Constitución europea

Joseph Halevi Horowitz Weiler es profesor titular de la cátedra de la Unión Europea Jean Monnet en la Universidad de Nueva York y director de la NYU Global Low School and Center for International and Regional Economic Low and Justice. Su condición de judío observante hace que sus reflexiones decididamente a favor del respeto y mención del cristianismo en la futura Constitución europea sean muy relevantes. Weiler, que presenta hoy en Madrid su «ensayo exploratorio» titulado «Una Europa cristiana», ha explicado que «los cristianos están hoy encerrados en un gueto».

Joseph H. H. Weiler no ha escondido su condición de judío practicante. Lo hace, consciente de que esta circunstancia vital le dota de una posición preferente para defender sus posiciones respecto a la futura Constitución europea. El profesor Weiler no dice otra cosa que la Carta Magna europea ha de hacer referencia explícita a las raíces cristianas del Viejo Continente, sin las cuales no se puede entender.

Pero, con independencia de su condición de judío practicante, Weiler es uno de los más destacados constitucionalistas en los procesos de integración europea. Además, es conocida su postura respecto a los trabajos que la Convención Europea, presidida por Valery Giscard D Estaing, está desarrollando en torno a la futura Constitución europea. En los medios políticos y jurídicos de medio mundo se le considera como «un jurista antidogmático y anticonformista». Sostiene que la estructura constitucional europea existente es sana y eficaz; se trata de una de las aportaciones más originales de Europa a la política internacional porque permite un alto grado de integración sin comprometer la soberanía nacional de los países miembros del proyecto común de Europa.

«Una vez que se ha decidido tener un Preámbulo en la Constitución Europea — no necesario — , no es justo que se adopte una simbología que es sólo propia de la Constitición francesa. No se puede predicar el pluralismo cultural y al mismo tiempo querer ejercer constitucionalmente el imperialismo cultural. Privilegiar la simbología laicista sobre otras cosas es un jacobinismo cultural inaceptable», ha explicado el profesor Weiler.

En su libro «Una Europa cristiana», que se presenta hoy en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de Madrid, el autor hace referencia a la presencia de un «gueto cristiano» europeo. «Naturalmente, se trata de una provocación y el término es usado en sentido metafórico, pero es una provocación que brota de una realidad triste y frustrante», explica en la revista Huellas. Pero el experto constitucionalista, no se queda ahí. Weiler destaca que no es una sorpresa que en el Preámbulo de la Constitución se haga una «anémica y genérica» referencia a una herencia religiosa y apunta: «La comunidad de fieles cristianos, ¿está exenta de culpa en todo este asunto?». Weiler estima que, «a pesar de la explícita orientación católica de los padres fundadores de la Constitución Europea, no conozco una sóla obra de relieve que explore en profundidad la herencia cristiana».

Por otra parte, rebate la «ingenua convicción de que el Estado, para poder ser religiosamente neutral, deba ejercitar un riguroso laicismo», porque para el Estado, «abstenerse de cualquier símbolo religioso no es más neutral que el adoptar cualquier forma de simbolismo religioso».

Para Joseph H. H. Weiler, «es sencillamente ridículo no reconocer que el cristianismo es un elemento enormemente importante para la definición de lo que nosotros entendemos por identidad europea, para bien y para mal. No existe un juicio valorativo al afirmar este hecho empírico. Existe un juicio de valor sólo al negarlo».

El constitucionalista de la Universidad de Nueva York entiende que, para la integración europea, el reconocimiento de las raíces cristianas, «ofrece interesantes referencias sobre los problemas centrales, los problemas fundamentales, los desafíos más profundos de la auto comprensión misma de qué es Europa».