» Baúl de autor » Cristina López Schlichting
Rezar no es vergonzoso
La vida es tan misteriosa que hasta el 11-M puede dar frutos hermosos. Y quizá lo mejor de estos días ha sido el espectáculo de la ayuda prestada en Madrid por la Policía, los Bomberos, el Samur, Protección Civil, servicios funerarios, operarios de limpieza, taxistas, personal sanitario, psicólogos, asistentes sociales y sacerdotes. Sin embargo, he echado en falta en los medios de comunicación la mención de estos últimos. La noche del jueves nefasto, cientos de ellos se dieron cita en el Ifema para atender a los familiares de los difuntos. Las historias son conmovedoras, hubo personas que se dirigieron a los curas con los ojos llenos de lágrimas, diciendo simplemente: «Padre, quiero rezar»; ancianos que preguntaban con preocupación por el alma de los nietos que habían muerto sin bautizar; familias que comenzaban a recitar un padrenuestro con el clérigo sin que mediasen más palabras, colgándose así directamente de la mano de Dios. Pero nada de esto que les cuento ha salido en las teles o las radios. Hay en España un pudor enfermizo hacia el sentido religioso de muchos de nuestros compatriotas. Una prevención que se extiende incluso a la persona misma de los sacerdotes, a los que nadie acogió cuando llegaron al Ifema. Los psicólogos fueron organizados y asignados en número de dos a cada familia. A los curas nadie les dijo nada. Desconcertados, muchos de ellos empezaron a rezar a solas. Nadie preguntaba a los dolientes si querían ayuda espiritual, nadie indicó a los clérigos quiénes requerían sus servicios. Mirando a los ojos a las personas, a veces haciendo frente a una ojeada de indignación de ciertos psicólogos, fueron adivinando quién los necesitaba, quién tenía una súplica en el alma. Es muy duro enterarse de esto, pensar que tal vez, en otra tragedia, una pueda hallarse en semejante situación sin que nadie le ayude, sencillamente porque nuestras autoridades censuran la religiosidad de buena parte del pueblo. La máxima expresión de esta intolerancia han sido las quejas contra el funeral de Estado realizadas en nombre de la aconfesionalidad de la nación. Aconfesional no significa ateo. Significa apertura hacia todas las realidades, sean protestantes, católicas, musulmanas, judías, budistas, agnósticas o ateas. Quiere decir que la nación da espacio a que se exprese la fe de cada uno. Hubo un funeral católico porque la mayoría es católica, sencillamente, y en un hermoso gesto acudieron también representantes de otras confesiones, porque el 11-M también fue sádicamente aconfesional, y se llevó por delante a musulmanes, protestantes, ortodoxos, católicos y testigos de Jehová. En Nueva York, el 11-S, gentes de toda creencia se unieron para llorar y orar. Pero en aquella ocasión la tele no tuvo problema en filmarlos. Yo los ví. En las calles, en las plazas, en los portales. Nadie sentía vergüenza por quienes rezaban.
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