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El debate sobre el uso terapéutico de las células madre

El uso terapéutico de las células madre hasurgido, en los últimos años, como un nuevo modo de la medicina:sustituir o regenerar aquellas células destruidas por la enfermedaddegenerativa (diabetes juvenil, Parkinson, esclerosis múltiple,etc.) o a causa de un accidente, como el infarto de miocardio o lalesión de la médula espinal. Esta investigación surge y da susprimeros pasos en un contexto muy complejo: el hecho de usarinicialmente como fuente de células madre, las que forman la masainterna del embrión humano de cinco días. En principio, aquellosembriones que son calificados como 'sobrantes' de lapráctica de las técnicas de reproducción humana asistida. Y porello, este campo biomédico de una excepcional importancia, haestado envuelto en el debate sobre la investigación destructiva deembriones humanos y sobre el destino de los que estáncrioconservados. Con frecuencia, se reduce y desvirtúa laproblemática científica y ética en un simple 'embriones humanospara curar de enfermedades regenerativas: sí o no'. Pero lacuestión no es esa.

Una investigación para estudiarenfermedades y buscarles soluciones no puede, ni ética nitécnicamente, tener como material de partida el que conllevedestrucción de vidas humanas. La ciencia está a otro nivel muchomás avanzado. Un ser humano, de menos o de más de 14 días,implantado en el útero materno o congelado, deseado paraprocreación o abandonado, es un ser humano que nadie puedearrogarse el poder de matarlo para usarlo como medio, por muchosbeneficios para la humanidad que se derivasen de ello. Esta no esuna cuestión de prejuicios religiosos. Ni la investigaciónbiomédica debe dejarse manipular de opciones o presiones políticas,o intereses meramente económicos. Ha pasado el tiempo de losdiscursos demagógicos que usan la sensibilidad de todo buen nacidohacia el dolor ajeno. Si hace unos pocos años podría caber algunaduda de la necesidad de estas preciadas y polémicas células hoysabemos, con rigor científico, que no hay enfermos cuyas vidasestén dependientes de que se permita legalmente descuartizarembriones para que les sean suministradas, injertadas o inyectadasestas células.

Las cuestiones que se han ido planteandoestán resueltas afortunadamente y son de hecho una esperanzafundada de curar esas enfermedades graves; en este campo se hatraspasado ya el ámbito de la mera promesa o aspiración utópica. Enprimer lugar, contamos con la presencia en la sangre y en la médulaósea, en la grasa y en todos los órganos y tejidos de nuestroorganismo, con células madre capaces porque esa es su funciónpropia y natural de regenerar o sustituir aquellas célulasdestruidas o dañadas. En los tres últimos años, y con unafrecuencia casi semanal, ha ido conociéndose cómo son y cómofuncionan estas células propias y en muchos casos qué tenemos quehacer para que se sitúen en su lugar propio y cumplan su función.Pacientes con infarto o con la enfermedad de Parkinson están siendoya curados con éxito gracias a sus propias células madre.Ciertamente queda mucho por saber de ellas y de su eficacia a largoplazo, pero hoy por hoy su uso no ha presentado aún ningúnproblema.

También es bien cierto que los trabajospioneros con las células madre procedentes de embriones han sidomuy útiles para poner en el tapete estas nuevas terapias. Trasvarios años de trabajo quedan muy claras las tres conclusionessiguientes.

En primer lugar, los experimentos conembriones de ratones han puesto de manifiesto que estas célulasmadre embrionarias no pueden ser transferidas a ningún paciente:son tan poco 'domesticables' que producen tumores en elorganismo en que se introducen y actúan en él demasiado por libre.No vale la pena, ni tiene sentido, seguir por esa vía de convertircélula embrionarias en células del tipo diferenciada e inmadura queya de por sí tiene el cuerpo y las tiene además situadas en susitio.

En segundo lugar, sí merece la penacontinuar investigando con ellas y sacándoles sus valiosossecretos. Pero esa investigación puede hacerse en células animalesy en último caso de los cadáveres de los embriones'sobrantes', que la reforma actual de la ley permitirá parallevar a cabo los proyectos para los que sean imprescindibles. Ypor último, aquellas investigaciones que exijan que las célulassean del tipo embrionario y además humanas (y además sin el riesgode que tengan defectos genéticos por proceder de embriones deprogenitores con problemas de esterilidad), hoy podemos ya ir aellas con paz: somos capaces de conseguirlas sin producir nidestruir embriones. Años de fuerte esfuerzo han dado susresultados: el 30 de septiembre pasado la prestigiosa revista PNASpublica las impresionantes fotos de células de diversos tejidosderivadas de las del tipo madre embrionarias de una partenogénesis;sin tocar un embrión humano.

Aun sigue sumida en la demagogia lanecesidad de llevar a cabo el eufemismo acientífico de la'clonación terapéutica'. No existe hoy por hoy ningunaposibilidad de clonar un mono y menos aún un ser humano. Va siendohora de llamar a las cosas por su nombre; y pasar el núcleo de unacélula a otra, sin más reprogramación del material genético, no esclonar es simplemente hacer una transferencia nuclear. Loscientíficos trabajamos a fondo para producir células del tipodeseado manipulando células y no manipulando seres humanos. Losprimeros descubrimientos en esta línea están ya conseguidos. Deesta forma, para aquellas enfermedades degenerativas, pienso porejemplo en la ceguera de la retinosis pigmentaria, que no puedenser curadas con las células propias del paciente empezamos a contarcon material celular sano híbrido: mitad suyo y mitad ajeno.

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