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Pensamientos sombríos

AGOBIADO por el estado de postración de mi país y los males que le acechan, no he sido capaz de tomarme vacaciones. Es verdad que el entusiasmo y las esperanzas suscitados por el nuevo Gobierno son elevados, pero su alta competencia se antoja insuficiente para poder hacer frente a la desoladora herencia recibida. Es natural que todo nuevo gestor exagere un poco las deficiencias de lo que hereda, y es humano curarse en salud o, mejor en este caso, en enfermedad, y echarle la culpa al empedrado. Mas, aun descontando esa natural tendencia, el panorama da miedo. Escuchándoles, uno llega a pensar que hablan de un país situado entre el nivel de Senegal y el de Sudán. Cuentan y no acaban sobre cómo los Gobiernos de Aznar dilapidaron la herencia socialista (ya saben, pleno empleo y todo lo demás). Ni siquiera es verdad la supresión del déficit. Y, por si fuera poco, el PP es responsable de la subida del precio del petróleo. Como es notorio, sin el apoyo militar de Aznar, Bush no se habría atrevido a consumar su agresión imperialista. Por lo demás, el presidente de Estados Unidos debe de ser un gran zoquete, pues emprende una guerra para hacerse con el petróleo de Irak y sólo consigue que suba el precio. Por no hablar de la inmigración. Todo culpa del PP. Si hubieran hecho caso a tiempo al PSOE y a su "papeles para todos" ya no habría problema, pues, como es evidente, los inmigrantes lo que buscan es permanecer en la ilegalidad, y, legalizando a todos, dejarían de venir. Ni siquiera valen ya la Constitución ni los Estatutos de Autonomía. Habrá que resucitar el consenso (excluido, por supuesto, el PP) y los pactos de la Moncloa. Claro que, con paciencia y buen talante, la cosa es sencilla.

Y así, cuando me encontraba sumido en tan sombríos pensamientos sobre la realidad de España y su futuro, dos hechos vinieron a sosegar mi espíritu y disipar mis temores. El primero de ellos es la foto de las ministras. No sé si será por afán de contradicción o voluntad de ir contra la corriente, pero a mí me ha parecido de perlas. La autenticidad es una virtud, y cada cual tiene sus aficiones y es hijo de sus obras. Tampoco creo que se trate de un agravio al feminismo, pues la mayoría de los críticos también censurarían, en su caso, el desfile de, pongamos, Moratinos o Caldera por la Pasarela Cibeles (o Gaudí, que no hay que ser centralista). Pero lo mejor de todo es la sensación de bienestar y alivio que genera la contemplación de la foto, preparada, al parecer, durante varias horas y en día de Consejo de Ministros. No puede ser tan sombrío el panorama cuando las ministras, medio Gabinete, se entregan a tan amables disipaciones y amenos pasatiempos. No me puedo imaginar algo parecido en el Gabinete de guerra dirigido por Churchill en los subterráneos de un Londres bombardeado por los nazis.

EL segundo hecho tranquilizador es que ni el presidente del Gobierno ni sus ministros (y ministras) se han visto obligados a suspender sus vacaciones para acometer la lucha contra la hidra de la crisis heredada y evitar el desastre nacional. No pueden ir tan mal las cosas, es decir, no debe de ser tan nefasta la herencia, cuando no es preciso cancelar el sosiego estival y la pesca del atún rojo. Luego España sigue yendo bien. Tenemos el Gobierno que nos merecemos: un Gobierno perfecto para tiempos idílicos. En vista de lo cual, superados la amargura y el pesimismo, ese viejo mal de España, creo que me voy a tomar unos días de vacaciones en septiembre. Además, desde que el PP salió del Gobierno, somos todos por fin iguales.