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Los «grises» del pensamiento

ME gustaría, algún día, poder leer que la Conferencia Episcopal Española ha elaborado un documento sobre el matrimonio sin que desde las bancadas del progresismo se nos amenace con eso de que el Gobierno puede recortar la financiación de la Iglesia; o, directamente, se acuse a los obispos de "homófobos", porque recuerdan lo evidente, evidencia que se reduce a sostener que el matrimonio es la unión de mujer y hombre. También me gustaría poder leer, pacíficamente, y sin que se les apostrofe de fascistas, a los escritores e historiadores que rememoran los terribles crímenes cometidos por los "rojos" durante el periodo de la guerra civil en la carretera del Tibidabo de Barcelona, en Paracuellos del Jarama o en la tapia del cementerio de Aravaca; o los trece obispos y más de seis mil sacerdotes y religiosos asesinados, por ejemplo, junto a los cien mil españoles, exclusivamente por su fe. Me gustaría leerlo con la misma tranquilidad de espíritu, y sin coda alguna, con la que otros historiadores e investigadores van desenterrando y contando la implacable e inmisericorde brutalidad de la represión franquista.

Siempre he creído que la verdad acaba imponiéndose aunque reconozco que es duro comprobar, día a día, lo minoritario del núcleo de personas que son capaces de expresar sus ideas contra el curso de la corriente. "¡Qué difícil es/ cuando todo baja/ no bajar también!", nos enseñó el poeta. Acabo de leer que una responsable política de educación ha afirmado, así, con rotundidad y sin que se le caiga la cara de vergüenza, que las escuelas no deben impartir creencia alguna. Y entonces, me pregunto, ¿qué demonios se puede enseñar en una escuela? ¿Qué es la historia sino un conjunto de creencias? ¿Qué es la filosofía, el arte, la religión, incluso la ciencia, sino creencias o métodos para averiguar la verdad? ¿La verdad no es, acaso, la suprema creencia? ¿Dios no es acaso la Suprema Verdad?

El pensamiento socialista, al menos el español, que es el que conozco un poco, desde que abandonó el marxismo está perdido en un océano de relativismo mal digerido, de principios recién aprendidos que nada significan o, a lo sumo, de un pensamiento débil basado en ese axioma sociológico de que la mayoría siempre tiene razón. Y el pensamiento liberal y conservador les confieso que ahora no sé dónde está, ni siquiera si existe. Si no fuera porque han vuelto a recuperar lo del "humanismo cristiano" no habría demasiadas señas de diferenciación con los socialistas. ¿Es eso lo que se busca? Quizás en el próximo congreso que van a celebrar los populares tengamos ocasión de conocer sus creencias para seguirles o no. No hay que tener miedo. Si cada uno de nosotros fuese capaz de decir, individual o colectivamente, lo que piensa desde lo más hondo de su corazón, sería suficiente para acallar tanto griterío. Durante el franquismo corríamos delante de los "grises", y eso es como lo de ir en bicicleta: no se olvida. Ahora el ejercicio será menos físico, más intelectual, pero también más maduro y apasionante, pues es probable que tengamos que correr delante de los "grises" del pensamiento si nos negamos a ser avasallados por la mentira.