» Baúl de autor » Angel López-Sidro López
Una oportunidad para el amor
COMO católico creo, desde hace mucho tiempo, que cada momento de nuestra vida y cada acontecimiento, independientemente de su cariz positivo o negativo, es una ocasión para amar. Esta convicción se debe a conocer que Dios es amor y que los hombres, como fruto supremo de su voluntad amorosa, hemos sido creados para emplear la libertad en seguir amando durante cada segundo de nuestras vidas. El amor concede pleno sentido a la existencia humana en la medida en que todo suceso se convierte en una oportunidad para dar una respuesta de amor, sin que obste para ello el que sobrevenga una desgracia o se reciba un duro golpe en el ánimo.
Claro que está que afirmar esto hoy requiere una explicación añadida. Amar no es sentir un escalofrío de gusto que recorre el cuerpo, ni lo es tampoco la erupción de una sonrisa feliz en el rostro. Puede que estas cosas ocurran como consecuencia del amor, pero no son el amor. El cristiano ha recibido una gran pedagogía de lo que es el amor a través de Jesucristo, y por ella reconoce que amar significa perdonar, entregarse a los demás sin esperar nada a cambio, sacrificarse por el otro, estar atento a las necesidades del prójimo, no guardar rencor por los agravios sufridos, ser paciente con las debilidades ajenas, superar las propias por el bien de los que nos rodean, etc. Se trata de un comportamiento que se lleva a cabo de corazón y requiere que el ánimo tenga una actitud esencial: disposición para amar.
No ignoro que todo lo dicho puede sonar pasteloso y abstracto, aunque bonito, sobre todo para el no creyente, que lee con escepticismo al haber visto la palabra católico en la primera línea. Sin embargo el amor es algo eminentemente práctico, y para ello quería acercar, en este artículo, su luminoso foco al matrimonio. Nada he mencionado hasta ahora que no resulte válido para su aplicación al amor conyugal. Es más, me atrevo a decir que el matrimonio hoy adolece de una gran falta de auténtico amor, del amor que sobre todo es disposición para lograr el bien del otro gratuitamente. Creo que nos estamos volviendo egoístas, aunque sea de una forma un tanto inconsciente y atolondrada, lo que se refleja en la vida matrimonial, que con frecuencia aparece como un páramo de rutinas y costumbres más o menos aceptadas, sin apariencia de proyecto, como una realidad que queda sólo para ir acumulando polvo al paso de los años.
Las razones de esto son varias. Por una parte, está ese romanticismo comodón de confiarlo todo al enamoramiento, como si éste fuese un castillo de paredes sólidas y perpetuas y no un impulso vital que debe animar a la construcción de una realidad que se hace cada día. Unida a esto se encuentra la profunda equivocación de pensar que el amor de pareja no requiere esfuerzo, convicción que anuncia su inmediato acabamiento; el error radica en creer que no se puede forzar el amor porque éste no pasa de ser un sentimiento, cuando en realidad las emociones sólo constituyen el halo que envuelve el amor verdadero, que es ejercicio de la libertad para entregarse generosamente a la otra persona. Por último está esa lamentable actitud de que, una vez celebrado el matrimonio, el tiempo que se abre no contenga más que la posibilidad de yacer instalados en la monotonía. La boda no supone el triunfo del amor, sino sólo su compromiso de vivirlo día a día durante el resto de la vida, y esta conducta reclama creatividad, imaginación y diligencia para averiguar las formas adecuadas de amar en cada momento a la persona con la que se va a compartir la existencia, y a quienes vengan detrás.
Para esto último me parece aconsejable encontrar buenos maestros de amor. Como católico he hecho mi propuesta, la que me parece mejor, la de Cristo. De él he aprendido que todo son oportunidades para el amor, y esto vale para el matrimonio.
Del director
- Islandia: primer país sin nacimientos Síndrome de Down, el 100% son abortados
- 9 cosas que conviene saber sobre el Miércoles de Ceniza
- Juan Claudio Sanahuja, in memoriam
- Trumpazo: la mayoría de los católicos USA votaron por Trump (7 puntos de diferencia)
- Mons. Chaput recuerda y reitera en su diócesis la necesidad de vivir la castidad a los divorciados que se acerquen a la Confesión y la Eucaristía
- Cardenal Sarah, prefecto para el Culto Divino, sugiere celebrar cara a Dios a partir de Adviento
- Medjugorje: Administrador Apostólico Especial. Por ahora no parece.
- Turbas chavistas vejan y humillan a seminaristas menores