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El pluralismo científico

Las palabras como las letras de las canciones, admiten músicas distintas. El buen oidor percibe el registro adecuado y el menos experto cualquier registro vale para cualquier letra. Así ocurre con el término 'pluralismo' que significa lo que cada cuál quiere que signifique, pues, no se ha inventado todavía un diccionario de las buenas intenciones y de las menos buenas. Las palabras, separadas de sus intenciones, no tienen valor alguno.

Corremos el peligro de creer que si mi definición de 'pluralismo' es la correcta, los que no la compartan, pueden ser relegados a las tinieblas exteriores y marginales, donde les aseguro que hace bastante frío. No es lógico que partiendo de mi propia definición de lo que es pluralismo 'descomulgue' las opiniones contrarias, pues, siendo solamente mi criterio el único científico, los disidentes, no es que defiendan opiniones plurales es que son unos ignorantes.

En confianza, el 'pluralismo' es un concepto del postconcilio y de la transición, en donde se identifica consenso político y consenso científico y en esta prestidigitación a que nos tienen acostumbrados los políticos, el que no consensúe, porque no está por la labor, no es que tome una opción política sino que toma una opción no científica, o sea, incomprensible para cualquier hombre culto.

En ciencia se admiten todo tipo de hipótesis ordenadas jerárquicamente según el grado de probabilidad, de verificabilidad, de utilidad, etc. Todo el mundo puede presentar las hipótesis que le parezca -¿faltaba más!- con tal de que respete el principio de no contradicción. Todas las hipótesis valen, en el punto de partida, hasta que las más probables lleven a abandonar las menos probables. La ciencia, la 'ley científica', como la pensaba Aristóteles, Newton o Hegel, no es un concepto que la ciencia contemporánea pueda admitir.

En este contexto, cabe que nos preguntemos sobre si la teología es ciencia. Cada uno puede pensar lo que quiera -con tal de que no se contradiga- con tal de que no defienda ahora una cosa y luego otra, según convenga. Para un científico no hay ciencia plural, simplemente, hay ciencia o no la hay. Las opiniones son rutas aprovechables, pero nada más.

A este propósito, recuerdo haber leído una entrevista al ilustre lógico matemático, conocido autor de un buen diccionario filosófico, en donde contaba que él se levantaba por las mañanas y se ponía a inventar unas cuantas teorías filosóficas. Es admirable su vocación y dentro de la teoría de los juegos, puede ser enriquecedor. Esta gimnasia intelectual, debería recomendarse, en especial, a los alumnos de Secundaria que faltos andan de la agilidad que merecen tener. Pero si trasladamos el asunto a las ciencias teológicas, así en plural, la cosa ya parece cobrar otro cariz.

En efecto, hay una teología racional o teodicea que se estudia en las Facultades de Filosofía y supongo que también en las de Teología, aunque me parece que no están -paradójicamente- mucho por esa labor. Hay, además, una teología positiva o revelada cuyas fuentes son la Escritura y en la Iglesia católica y en la Ortodoxia, la Tradición. ¿Qué Escritura? Hay bastantes cientos de Escrituras y de cada una de ellas, unos cuantos cientos de hipótesis posibles y reales. El pluralismo no nos falta. Solamente en el marco de la teología de la Reforma, criterios, exegetas y direcciones hay muchas y por mí, más que hubiera.

Otra cosa muy distinta a la ciencia teológica es la fe, el credo de la Iglesia (presbiteriana, metodista, luterana, católica) que es la que perfila la identidad de los fieles que la comparten. En el uso de un pluralismo reglado por la legislación civil uno debe siguiendo su conciencia, elegir el símbolo, por ejemplo, de los adventistas del séptimo día. No pasa nada. Suelen ser personas bastante honradas que es lo importante.

En resumidas cuenta, una confesión religiosa tiene su credo, su fe y su organización interna, sus autoridades. Por supuesto que dentro de ese marco de referencia caben opiniones siempre que no rompan el marco mismo ni descalifiquen al contrario y menos cuando el 'contrario' es la propia autoridad competente en materia de credo.

Debe notarse algo importante. Un clérigo no es específicamente un científico aunque conviene que esté muy formado. Un clérigo es un clérigo, con lo cual hemos dicho mucho. No se le pide que nos explique las docenas de hipótesis por la fuente 'Q' de los sinópticos, sino enseñe la fe de su iglesia no sus opiniones ni las de sus maestros, sino algo tan sencillo como el catecismo de su confesión, administre sacramentos, donde los hubiere y se preocupe de ser santo que para eso ha sido llamado.

Si en una congregación baptista, al pastor se le ocurre negar el valor del bautismo o en una pentecostal, al reverendo le da por negar el Espíritu Santo, mucho me temo que no le renueven el contrato. Aunque, por supuesto, que, puede con sus amigos fundar la institución correspondiente. Esto es lo que exige el principio de no contradicción.

Reconozco que estas ideas no son originales. Se pueden leer casi literalmente en un escrito sobre la Ilustración que Kant escribió en 1785.

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