conoZe.com » Baúl de autor » Francisco de Borja Santamaría

La digna ancianidad del Papa

QUIENES solicitan la retirada de Juan Pablo II para ahorrarle un sufrimiento tan atroz como el que muestra quizá sean sinceramente compasivos, pero inconscientemente esconden cierto reproche hacia su empeño por perseverar en su misión y, en definitiva, a su presencia pública. Se considera de mal gusto que muestre sin ningún recato los efectos devastadores de su ancianidad: inmovilidad, torpeza de movimientos y un rostro deforme y dolorido, un cuerpo y una voz -ahora arrebatada- temblorosos y frágiles.

La persistencia del Papa bajo los focos de la atención mundial no deja de escandalizar a muchos. Una persona como él, un líder al que siguen millones de personas en todo el mundo -vienen a decirnos- no debería mostrarse a la vista. En definitiva, su presencia la consideran algunos una obscenidad, en el sentido más etimológico del término: algo que debe permanecer fuera de la escena, indigno de ser mostrado.

En efecto, tras décadas de doriangraynismo mediático, en que el brillo rutilante de las estrellas y de los líderes mundiales exige un porte juvenil, un Papa decrépito y crepuscular tiene algo de contracultural. El Papa viejo y enfermo resulta obsceno -no presentable- en una cultura -la occidental- cuyos valores supremos son la eficiencia, el confort y la belleza lozana. Juan Pablo II se nos muestra, en cambio, torpe, limitado en su vigor físico, sufriente y marchito.

Pero la mayor obscenidad del Papa para la cultura materialista y hedonista de occidente tal vez resida en que se está convirtiendo en un recordatorio del destino que nos aguarda, sobre todo, a los ciudadanos del mundo desarrollado, merced al avance de la medicina. Si una muerte prematura no siega nuestras vidas, nos esperan largos años de decadencia física, de limitaciones, molestias y de dependencia de otras personas. Quizá ésta sea la razón última de ciertas reacciones escandalizadas. Si, en cambio, tomamos un poco de distancia respecto a los valores dominantes, la imagen dolorosa de Juan Pablo II puede ser percibida como un icono de la dignidad de cualquier hombre o mujer, también en la postración de la enfermedad y la ancianidad.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=2744 el 2006-01-26 12:44:45