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Las invenciones de «El Código da Vinci»

'El código Da Vinci' es una novela de ficción anticatólica que ha sido un éxito en todo el mundo. Se han vendido más de 30 millones de ejemplares, y los derechos para la película están en manos de Columbia Pictures y el director Ron Howard, con Russell Crowe como protagonista.

Este libro, propio de la cultura de masas y lleno de datos que pretenden ser científicos, es un cúmulo de invenciones históricas y religiosas.

Su mensaje es básicamente el siguiente:

Jesús no es Dios: El emperador Constantino, que inventó el cristianismo, lo deificó en el concilio de Nicea del 325.

Jesús tuvo como compañera sexual a María Magdalena, y sus hijos, portadores de su sangre, son el Santo Grial.

Jesús y María Magdalena representaban la dualidad masculina-femenina. Los primeros seguidores de Jesús adoraban "el sagrado femenino", y esta adoración está oculta en códigos secretos y en las catedrales construidas por los Templarios.

La malvada Iglesia Católica persiguió a los pacíficos adoradores de lo femenino matando millones de brujas en la Edad Media y el Renacimiento, y destruyó todos los evangelios gnósticos.

La ficción es la mejor forma de engatusar a la gente, y disfrazada de ciencia engaña mejor a los ingenuos. Cuestión distinta es que la novela pueda resultar entretenida por la trama que desarrolla y el suspense que el autor le imprime. Aunque desde un punto de vista literario los críticos han sido muy duros, tachándola de auténtico bodrio.

Veamos las principales invenciones y tergiversaciones del libro:

1. Para cualquiera con algo de cultura histórica la hipótesis de que Constantino inventó el cristianismo resulta absurda y ridícula. Tenemos muchos autores y textos que demuestran que el cristianismo antes del 325 no era como dice la novela: recuérdese, por ejemplo, el concilio de Elvira celebrado en Granada en el año 303. De hecho, si el cristianismo hubiese sido como dice Brown, y muchos neognósticos actuales, nunca habría padecido 'persecuciones'.

2. En la novela el personaje del historiador inglés Teabing afirma que fue en Nicea cuando se estableció que Jesús era "el Hijo de Dios". Un repaso a los evangelios, escritos casi 250 años antes de Nicea, muestra unas 40 menciones de Jesús como Hijo de Dios: véase por ejemplo el evangelio de Juan. Los cristianos tenían clara la divinidad de Cristo mucho antes de Nicea. De hecho en este concilio el debate era sobre las enseñanzas heréticas de Arrio, un sacerdote de Alejandría. Y los obispos afirmaron lo que hoy se recita en el Credo: que el Hijo de Dios fue engendrado, no creado, y que es de la misma naturaleza (sustancia) que el Padre.

3. Mientras que los evangelios canónicos son del siglo I, la mayoría de textos gnósticos son de los siglos III al V. A mediados del siglo II la Iglesia ya tenía claro que los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan eran los inspirados por Dios, y sólo tenía dudas sobre algunos textos del Nuevo Testamento. Los criterios principales que la Iglesia utilizaba para la selección de los libros eran su aceptación por la mayoría de las comunidades, su uso en la liturgia (Eucaristía), y la autoridad apostólica. Los evangelios gnósticos fueron rechazados por no expresar la fe la Iglesia. Pero se conservan y están publicados, desde hace mucho tiempo, para quien quiera leerlos.

Desde los famosos hallazgos en Nag Hammadi (Egipto) de una biblioteca gnóstica en 1945, y los manuscritos de Qumran (Mar Muerto) en 1947, la literatura esotérica ha explotado el tema para su causa desde todos los ángulos, pero con una falta de rigor literario e histórico impresionante.

4. Para Dan Brown nada en el cristianismo es original, todo está tomado del paganismo reinante en la época. Sin embargo, en los primeros siglos no todo eran ritos mistéricos y paganos. También existían otras muchas religiones y filosofías, entre las que hay que destacar el judaísmo, del que efectivamente surge el cristianismo. Por otra parte, en todas las culturas y religiones, y también en el cristianismo, siempre se han dado como algo normal influencias mutuas. Realmente, dada nuestra condición histórica, lo sorprendente hubiese sido lo contrario. Una religión no es mejor por su originalidad, que indudablemente existe en el cristianismo, sino por sus propuestas religiosas y humanizadoras que den respuesta a la realidad del mundo y las grandes preguntas del ser humano.

5. En la novela se afirma que el cristianismo, que es machista, ha roto el equilibrio masculino-femenino propio del paganismo matriarcal que respetaba a la Madre Tierra, y por eso el mundo va tan mal.

Tal despropósito sólo se le puede ocurrir a alguien mal informado o con mala voluntad. El machismo histórico es fruto de todos los pueblos y culturas antes y después del cristianismo. Basta preguntarse: ¿también el machismo islámico es fruto del cristianismo? Cualquiera que lea el Nuevo Testamento (incluido S. Pablo, que no era tan machista como algunos piensan) se sorprenderá del protagonismo de las mujeres (recuérdese los relatos de la resurrección) y del trato que Jesús les dispensaba. Aunque eso no puede llevarnos a pensar en una relación con María Magdalena, de la que incluso habrían nacido hijos, ya que las fuentes históricas no sólo no dicen nada al respecto sino que apuntan a su opción por el celibato, que aunque no fuese frecuente en la época sí que existía (piénsese en los monjes esenios de Qumran).

6. El morbo por el tema de los Templarios es ya antiguo. El problema es que se deforma la realidad histórica y se trata de pasar por verdades lo que no son más que inventos para consumo de aficionados a lo enigmático. Los Templarios surgieron de la Iglesia para proteger a los peregrinos que iban a Jerusalén y para otras funciones en Tierra Santa. Después el Papa, y sobre todo los reyes, decidieron suprimirlos entre otras razones porque necesitaban de sus muchos bienes y por el poder que habían acumulado.

Respecto al Santo Grial, es claro que se trata de una leyenda que surge en el medioevo en torno a los escritos y relatos Artúricos, y que siempre se identificó con el Cáliz de Jesús.

Otro tema morboso, y de amplia literatura, es el de la quema de brujas por parte de la Iglesia. En la novela se dice sin rubor que fueron quemadas ¿cinco millones de mujeres! Sin embargo, los historiadores serios calculan que entre el siglo XIV y el XVIII, se ejecutaron en toda Europa entre 30.000 y 80.000 personas por brujería. La mayoría no murieron a manos oficiales de la Iglesia, ni siquiera de católicos. Los tribunales calvinistas y protestantes fueron mucho más duros, sobre todo en Alemania. Por otra parte, la brujería ha sido perseguida y castigada con la muerte por egipcios, griegos, romanos y hasta vikingos.

Por último, hemos de tener en cuenta algo elemental: ¿el libro es una novela! Y si no fuese porque mucha gente, desde su ignorancia, e incluso en algunos mala fe contra la Iglesia, creen en esa retahíla de invenciones que describe, no habría que prestar demasiada atención a tantos desvaríos y mentiras.

Lo verdaderamente lamentable es que si en la actualidad se tiene tanto interés por los temas esotéricos y ocultistas, se debe a ese vacío existencial y religioso que siente el hombre de hoy. Y la verdad es que el mejor antídoto contra este tipo de escritos es una seria formación histórica y religiosa, de la que por desgracia muchos lectores carecen.