conoZe.com » bibel » Otros » Julián Marías » Breve tratado de la ilusión » VI.- La condición amorosa como raíz de la ilusión

La ilusión en el enamoramiento

Si se entiende la palabra 'enamoramiento' en su sentido más profundo, no es el proceso por el cual se llega uno a enamorar (propuse alguna vez llamar a esto 'enamoración'), sino el estado en que queda el que se ha enamorado. En la terminología antropológica que he usado hace tiempo, es una instalación (sobre ello pueden verse los capítulos XXII y XXIII de Antropología metafísica y el último de La mujer en el siglo XX). Por ello le pertenece la duración, una relativa permanencia. No es un acto, ni una serie de actos, sino una forma del estar. Se puede amar, es decir, realizar ciertos actos dirigidos a una persona, proyectarse hacia ella amorosamente, sin estar en rigor enamorado.

El enamoramiento consiste en que la persona de la cual estoy enamorado se convierte en mi proyecto. No me proyecto hacia ella, sino con ella, como ingrediente de mi proyecto. Sin ella, no soy en rigor yo. En los libros citados he formulado algunas precisiones más, a las que me remito, en gracia a su concisión: El amor es la forma de la vocación personal en cuanto el hombre es una persona sexuada. Finalmente: La entrega libre y necesaria al enamoramiento auténtico es la forma suprema de aceptación del destino, y eso es precisamente lo que llamamos vocación.

Está claro que el enamoramiento no se reduce a actos, ni siquiera se identifica con aquellos, de condición amorosa, que brotan de él. Los actos del enamorado parten de su instalación, cualquiera que sea su carácter; la mayor parte de ellos no son amorosos, pero podríamos decir que no «rompen» ni interrumpen la instalación en que consiste el enamoramiento, que «transcurre» o fluye por debajo de todos los actos.

Esto es lo que ha hecho pensar que el amor realizado, por ejemplo en el matrimonio, deja pronto de ser amor en sentido estricto, se hace habitual, rutinario, trivial, inerte. Esta opinión se convierte en un lugar común, sobre todo en algunas épocas. Y, sin embargo, por su carácter de instalación y, sobre todo, por consistir en que la persona amada se incluye en el proyecto del que ama, en su mismidad en el más profundo sentido, el enamoramiento postula, exige la permanencia, en principio para toda la vida y aun más allá de ella. ¿Cómo es posible?

Aquí es donde interviene la ilusión. Ella introduce la anticipación, la expectativa, la futurición, en el seno de la instalación. Dicho con otras palabras, impide que se haga estática o inerte, mantiene vivo su carácter vectorial, proyectivo. Se convierte en el argumento básico, subyacente a todos los demás, particulares, de la convivencia. El enamorado, haga lo que haga, está vertido hacia la persona amada, distendido temporalmente hacia el futuro, en la espera del instante siguiente, sin límite ni terminación. Es la forma más enérgica, tensa, absorbente de ilusión.

Gracias a ella se asegura la pervivencia del enamoramiento. Cuando éste es recíproco, a la ilusión por la persona amada se añade la ilusión por su ilusión, y ambas se entrelazan en una única trayectoria vital, que es al mismo tiempo irreductiblemente dual. ¿Cómo describir y hacer inteligible esta situación sin recurrir a la palabra 'ilusión'? Es un hecho que nunca se la ha usado -en la mayoría de los casos, no se la ha podido usar- para entender una de las formas decisivas de la vida humana. Pero esto quiere decir -atrevámonos a llegar hasta el final- que nunca se la ha entendido plenamente. Sirva esto simplemente de ejemplo de cómo la intelección de lo humano es deficiente.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=2809 el 2007-06-21 13:27:19