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Sagrado revuelo

Es normal que la sociedad esté gobernada por la filosofía; y la religión, por la teología

Es un gran error considerar que el actual odio islámico contra Occidente tiene una raíz religiosa. Fundamentalmente, es un fenómeno de "nacionalismo". La cita del Papa Benedicto XVI de un reproche medieval hacia el Islam por justificar la guerra contra los que rechazan el mensaje islámico ha sido ampliamente atacada como expresión de la mentalidad de un cruzado. Es una equivocación. Las Cruzadas eran expediciones militares para rescatar los Santos Lugares del cristianismo en poder de los musulmanes, no intentaban convertirlos al cristianismo.

Las grandes ofensivas militares musulmanas, que llevaron a los seguidores del Profeta de las oscuridad del desierto a la dominación del Mediterráneo oriental y, eventualmente, a las puertas de Viena, produjo una conversión en masa por medios de conquista militar. Lo más parecido a esto en la historia cristiana sería la expansión colonial occidental a Asia, las Américas y África entre el siglo XV y el XX, la era de la exploración y construcción de imperios.

Estas exploraciones europeas tuvieron obviamente motivaciones políticas, comerciales y científicas, pero fueron también motivadas por el deseo piadoso de llevar el bautismo y la salvación a los pueblos paganos del mundo. La motivación misionera del colonialismo normalmente se desprecia hoy, pero fue una fuerza importante hasta casi 1950. Para los protestantes evangélicos de América todavía sigue siendo un motivo poderoso.

Algunos estaban profundamente decepcionados de que la victoria americana en Irak no fuera seguida por la evangelización protestante de las masas árabes y una oleada de conversiones. Los grupos misioneros evangélicos siguieron muy de cerca la ocupación americana (sin apoyo oficial; de hecho, para disgusto oficial, ya que fueron un impedimento para las operaciones y una provocación hacia los musulmanes iraquíes, pero con financiación abundante y oraciones entusiastas de sus iglesias patrocinadoras en EEUU).

La invasión de la administración Bush de Irak significaba erradicar la herejía política e instalar la democracia, era la contrapartida moderna al programa musulmán de conversión por la espada sobre el que el "emperador erudito bizantino" y el "educado persa" debatieron en el siglo XIV. Su debate, citado por Benedicto XVI siete siglos más tarde, ha producido clamorosas y violentas reacciones contra los cristianos y contra Occidente en gran parte del mundo musulmán.

Si seguimos buscando comparaciones históricas, el equivalente contemporáneo de las cruzadas es seguramente el esfuerzo realizado por algunos judíos ortodoxos para hacerse con el control de toda la ciudad vieja de Jerusalén, y de los lugares sagrados de los judíos en el resto de Tierra Santa que también reclaman los musulmanes (o los cristianos), para recuperarlos exclusivamente para los judíos.

La contrapartida secular a esto es la determinación de lo que podría llamarse fundamentalistas sionistas (pienso en el ex primer ministro Benjamin Netanyahu y algunos judíos americanos neoconservadores) para obligar a completar la salida de los palestinos de la Palestina histórica. (Esta ambición es compartida con razones del Nuevo Testamento por el movimiento fundamentalista protestante americano Cristiano Sionista, que cree que sólo cuando todos los palestinos se hayan ido de Tierra Santa será posible la segunda venida de Jesús, obviamente para disgusto judío).

Cuando se escribe todo esto, parece una locura ¡hablar de choque de civilizaciones! Que nadie diga que el pasado y el presente no están permanentemente entrelazados. Esto es parte de lo que el Papa dijo la semana pasada.

La creencia cristiana es que Dios es la Verdad ("En el principio era la Palabra...y la Palabra era Dios) -que significa la encarnación de la razón- y por lo tanto todo lo que no es racional, como la violencia, es incompatible con Dios, y no puede formar parte de su mensaje.

Una diferencia fundamental entre el Islam y la Cristiandad es que la interacción de la filosofía griega y el pensamiento bíblico produjeron en la iglesia medieval una clara distinción entre filosofía, que es pensamiento racional autónomo e independiente sobre las cosas y sus últimas causas, y la teología, que trata las cosas de Dios. Por lo tanto, es normal que la sociedad esté gobernada por el pensamiento secular -es decir, la filosofía- y la religión esté gobernada por la teología. En el pensamiento ortodoxo islámico, las dos son la misma cosa. Toda la ley es ley religiosa. No puede haber un estado que no esté gobernado por la Sharia: la ley religiosa. No puede existir separación entre la iglesia y el estado.

Pero la cristiandad occidental poseía esta distinción desde muy antiguo. En el año 800, el obispo de Roma coronó a Carlomagno como primer Emperador Romano Sagrado, lo que significaba que Carlomagno poseía autoridad legítima sobre las cosas del César (como las describió Jesús en el Nuevo Testamento) mientras la Iglesia se ocupaba de las cosas de Dios.

Está claro que el Papa Benedicto XVI necesita un asesor de prensa más atento, que le advierta de las citaciones y formulaciones que con toda seguridad se van a volver contra él. Esto no es corrección política frente a los musulmanes (ni frente a otros), sino una cuestión de hacer entender lo que piensa. El Papa ha debido entender muy bien que este es un asunto muy serio, ya que la mala interpretación de lo que dijo en Ratisbona ha tenido serias repercusiones para las comunidades cristianas que sobreviven en el mundo árabe.

La "guerra contra el terror" de George W. Bush, interpretada en el mundo árabe como una guerra de Occidente y los cristianos contra el Islam, ha perjudicado mucho a las comunidades cristianas de Irak, que antes eran numerosas y prósperas. Ahora, el Papa mismo ha dado argumentos, sin pretenderlo, a los musulmanes que creen que los cristianos que viven entre ellos son elementos subversivos.