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Dionisio de Corinto
Entre los obispos no romanos, Dionisio de Corinto es un escritor prominente. Escribió una carta al papa Sotero hacia el año 170. Eusebio (Hist. eccl. 4,23) da un resumen de ocho cartas suyas. Como no queda ningún escrito de Dionisio, la relación de Eusebio es de sumo interés. Dice así:
Respecto de Dionisio, lo primero que hay eme decir es que fue elegido para la sede episcopal de Corinto y que no sólo hizo generosamente partícipes de su actividad divina a los que le estaban sometidos, sino también a los de países extraños. Se hizo muy útil a todos por las cartas católicas que escribió a las iglesias. Una de ellas, la primera, a los Lacedemonios, es una catequesis de ortodoxia y trata sobre la paz y la unidad. La epístola a los Atenienses es una exhortación a la fe y a vivir según el Evangelio, y les reprende por haberla descuidado y por haber abandonado, o poco menos, la palabra (de Cristo), desde que su jefe Publio sufrió martirio durante las persecuciones que sobrevinieron entonces. Recuerda que, después del martirio de Publio, fue nombrado obispo Cuadrato y da fe de que con su celo ha conseguido reagrupar a los fieles y reavivar su fe. Dice, además, que Dionisio Areopagita fue convertido a la fe por San Pablo, tal como lo narran los Hechos, y que fue el primero en recibir el episcopado de la iglesia de Atenas.
Queda también otra carta suya a los de Nicomedia, en la que combate la herejía de Marción y la compara con la regla de la verdad. También escribió a la iglesia que peregrina en Cortina juntamente con las otras iglesias de Creta, y felicita a su obispo Felipe porque la iglesia que está a su cargo ha dado testimonio con un gran número de buenas acciones y le recuerda que se guarden de la perversión de los herejes. En carta que escribió a la iglesia que está en Amastris al mismo tiempo que a las iglesias del Ponto recuerda que le han de terminado a escribir Baquílides y Elpisto; propone algunas interpretaciones de las divinas Escrituras y señala que su obispo se llama Palmas; les da muchos consejos sobre el matrimonio y la castidad, y les ordena reciban a todos los que se convierten de cualquier caída, ya se trate de una falta de negligencia o del pecado de herejía.
Añádese a esta lista otra, carta a los habitantes de Gnosos, en la que exhorta a Pinito, obispo de aquella iglesia, a no imponer a los hermanos como obligación la carga pesada de la continencia y que tenga en consideración la flaqueza de muchos...
Existe todavía otra epístola de Dionisio a los Romanos, dirigida a Solero, que entonces era su obispo. Lo mejor que podemos hacer con esta carta es citar las expresiones con que aprueba la costumbre de los romanos, practicada hasta la persecución ocurrida en nuestros días (cf. p. 268).
En esta misma carta menciona también la misiva de Clemente a los Corintios, y demuestra que desde muy atrás, según una antigua costumbre, se lee en la asamblea (de los fieles). Dice, en efecto: "Hoy hemos celebrado el santo día del Señor y hemos leído vuestra carta, que la conservamos siempre para leerla de vez en cuando como una advertencia, igual que la primera carta que nos escribió Clemente..."
A más de todas éstas, existe aún otra epístola de Dionisio a Crisófora, una hermana muy fiel. En ella le escribe de acuerdo con su situación y le da el alimento espiritual que le conviene. Esto es lo que hay sobre Dionisio
Como se echa de ver por este pasaje, parece casi cierto que cartas de Dionisio, excepto la última, fueron reunidas en un volumen, tal vez mientras vivía él. Eusebio las debió de conocer en esta forma. Las cartas de Dionisio a las diferentes comunidades cristianas gozaron de universal estima, pues él mismo dice que los herejes trataron de falsificarlas:
He escrito las cartas que me pidieron los hermanos que escribiera. Los apóstoles del diablo las han llenado de cizaña, quitando algunas cosas y añadiendo otras. Pero sobre ellos se cierne la maldición. No es, pues, de maravillar que algunos hayan intentado falsificar las mismas escrituras del Señor, cuando la han tramado contra escritos menos importantes (Eusebio, Hist. eccl 4,23,12).
Los herejes a que alude deben de ser los discípulos de Marción y Montano, puesto que en la tercera carta dirigida a los Nicomedia refutó la herejía de Marción, y en la carta a los cristianos de Amastris y de Gnosos trató de problemas planteados por el movimiento montanista.
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