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Prefiero pasear por el bosque
La Iglesia es sofocante y está enmohecida. La gente canta horriblemente mal. El pastor o sacerdote predica lugares comunes. Tampoco se sabe quién puede tocarle a uno al lado. No se puede sentir devoción cuando el vecino
- tiene un resfriado
- apesta a cebolla
- incluso a ajo
- se dedica a murmurar constantemente
- no para de moverse de un lado a otro.
(Tachar lo que no corresponda).
En estas circunstancias, no tiene ningún sentido ir a la iglesia. Dios existe, Dios es bueno, nos sentimos agradecidos. Pero también podemos darle las gracias en cualquier otro sitio. En el bosque reina el silencio, las flores florecen y no apestan a ajo, allí se puede sentir mucha más devoción. Prefiero ir al bosque, allí me encuentro mucho más cerca de Dios (en lugar de bosque puede ponerse: mi jardín, junto al mar, a orillas de un lago, en la naturaleza tonificante).
¿Conoce Vd. al señor que habla así? Le conocemos todos. No es ningún caso raro. No seamos maliciosos preguntándole cuándo estuvo la última vez en el bosque o si de verdad cuando dice «bosque» se refiere en realidad al campo de golf, a un viaje en barco o a lo mejor sólo al aperitivo. Es mejor darle un margen de confianza haciéndole la concesión de que efectivamente se puede sentir una gran devoción en medio de la naturaleza. Seguro que nadie se opone a que vaya al bosque, ni siquiera Dios. Pero debería ir antes a la iglesia. Pues lo que importa -y disculpen Vds. por favor- no es lo que más le apetece. Lo que importa es lo que quiere Dios. Ahora protesta, naturalmente. Es cristiano, ha leído el Nuevo Testamento, «¡Jesucristo predicaba en la montaña, al aire libre, en el lago desde el bote, así que ya ve!». Eso es cierto, pero también -y con mayor frecuencia- en el templo. Claro que cuando quería predicar para cinco mil personas tenía que hacerlo al aire libre, pues no existían templos tan grandes, excepto en Jerusalén (donde efectivamente predicaba en el templo).
Lo que se celebra en los templos, en las iglesias, es servicio divino. Se trata de servicio y no de provocar sentimientos edificantes paseando solitario por el bosque. Ningún servicio es siempre agradable. ¿Qué diría su superior terrenal, estimado amigo de la naturaleza, si Vd., en lugar de ir a la oficina, al laboratorio o a la fábrica, se fuera al bosque, porque allí puede Vd. concentrarse mejor que en la empresa?
Temo que le echarían muy pronto. Y entonces efectivamente dispondría Vd. de mucho tiempo para pasear por el bosque. ¿Acaso pretende Vd. proponerle a Dios lo que jamás se atrevería a proponer al jefe de oficina, al jefe médico, al director de fábrica? Y si Vd. mismo fuese jefe de oficina, médico jefe o director de fábrica, ¿daría Vd. ese ejemplo a su personal? El bosque es el bosque y el servicio es el servicio.
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