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¿Qué objeto tiene su vida?

¡Qué pregunta tan simple! Hasta un niño podría contestarla. Yo se la he planteado a una serie de personas inteligentes y cultas. Naturalmente por separado.

Un profesor de universidad contestó (tomé notas con el mayor cuidado): «Oiga, escuche, eso... es algo... ¿se refiere a mi vida en especial? Pues bueno... «eh» (de repente como liberado) en primer lugar soy médico y como tal estoy interesado sobre todo en mi tarea de investigación, desde hace años trato de...»

«Disculpe, señor profesor, pero no le había preguntado qué cosas son las que le interesan, sino por el objeto de su vida. Con todos los respetos para su labor de investigación, pero no creo que pueda ser el objetivo total».

El profesor (sonriendo con aire de suficiencia): «¡Ah eso...!, disculpe usted, pero no tengo tiempo para sutilezas metafísicas».

Un jurista de muy elevada posición contestó a la misma pregunta: «¿El objeto de mi vida? Tengo que decir que nunca he pensado demasiado en ello. Uno tiene que cumplir con su deber».

«¿Por qué?».

«Es lo que hay que hacer. A dónde iríamos a parar, si todos...» etcétera.

Un psicólogo: «El objeto de la vida humana está en la superación o mejor en la sublimación del subconsciente y la integración de la propia personalidad».

Un filósofo: «¿El objeto? No debemos ser tan utilitarios. La pregunta de si la vida tiene algún objeto o no, será o no será siempre un misterio. Pero tenemos que vivir como si lo tuviera, y naturalmente este objeto es totalmente individual».

Un político: «La eliminación de las tensiones».

«¿Y una vez eliminadas?».

El político (sonriendo con aire de superioridad): «Siempre habrá nuevas tensiones».

Otro político: «El establecimiento de la sociedad sin clases».

«¿Y luego?».

«Luego... luego ya veremos».

Un ingeniero: «Esta es la era de la técnica. Superada la gravitación...» etcétera.

Cansado de las soluciones parciales y las predilecciones personales, pregunté a un niño: «¿Para qué vives?» Me contestó: «Para servir y amar a Dios».

¡Una pregunta tan fácil! Sólo un niño fue capaz de contestarla.