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Pío II

Eneas Silvio Piccolomini. N. el 18 oct. 1405 en Corsignano, hoy Pienza. En Siena hizo estudios jurídicos. Allí conoció al licenciado Beccadelli de Palermo y se conmovió íntimamente con las predicaciones de S. Bernardino. El cardenal Capránica en 1432 se lo llevó de secretario al Concilio de Basilea. Fue secretario también de otros prelados y en 1435 viajó con el card. Albergati por diversas ciudades de Alemania, Flandes y norte de Francia. De regreso a, Basilea, fue nombrado, aunque laico, scriptor et abbreviator del Concilio, y, como tal, participó con voz activa en las sesiones y pronunció algunos discursos. Siguió a los conciliaristas en su actitud cismática, siendo escogido como secretario por el antipapa Félix V. De este tiempo datan algunos de sus escritos en defensa del conciliarismo. No sintiéndose con vocación eclesiástica, dejó al pseudopapa por el emperador Federico III, de quien llegó a ser protosecretario. El 27 jul. 1442 el emperador le impuso con solemnidad la corona de poeta. Años después fue enviado por el mismo emperador a Roma con una embajada para tratar de la unión del Imperio, entonces neutral, con Eugenio IV. Confesó sinceramente sus errores conciliaristas ante el pontífice y éste le perdonó.

Fue en gran parte mérito de Eneas Silvio el que Federico III y todo el Imperio se adhiriesen definitivamente a la Sede Romana, abandonando a los cismáticos de Basilea. Viniendo a Roma con otra embajada imperial, fue honoríficamente recibido por el papa Eugenio, ya moribundo, y a los pocos días recibió el presbiterado, el 14 marzo 1447. El papa Nicolás V le nombró obispo de Trieste en este mismo año y en 1449 cambió el episcopado de Trieste por el de Siena, su segunda patria. Escribió entonces De rebus Basileae gestis, refutación implícita de lo que antes había escrito en sentido conciliarista. Nicolás V lo envió como legatus a latere o nuncio apostólico a Moravia, Silesia, Austria, Carintia, Hungría; y Calixto III le honró con el capelo cardenalicio en dic. 1456, y el 19 ag. 1458 fue elegido Papa tomando el nombre de Pío II. Ya desde el principio de su pontificado se preocupó de condenar el conciliarismo y en la bula Execrabilis, de 18 en. 1460, condena y anatematiza a cuantos apelan del Romano Pontífice, vicario de Cristo, a las decisiones de un futuro concilio, práctica contraria a los sagrados cánones y nefasta a la cristiandad, y declara tales apelaciones «erróneas y detestables». Tres años después la bula In minoribus agentes, del 26 abr. 1463, viene a ser una confesión paladina de sus propios errores juveniles y una solemne testificación de que no cambió de ideas al ser elevado a la cátedra de San Pedro, sino que ya antes había abandonado el conciliarismo y combatido por el primado pontificio.

Otro de sus grandes anhelos y actividades como Papa fue el organizar una cruzada para evitar el peligro turco. Trató para ello de congregar a todos los príncipes cristianos en la ciudad de Mantua, a fin de estudiar juntos los medios que se debían tomar para conjurar el grave peligro turco. No obstante el completo desacuerdo en punto a la organización práctica de la guerra antiturca, el Papa se decidió a convocar la cruzada por la bula Ecclesiam Christi, del 16 en. 1460 y cuatro días después salía de Mantua el pontífice, enfermo, mas no desalentado. Viendo que todos los esfuerzos por la cruzada resultaban inútiles y que los príncipes cristianos remoloneaban, apáticos y egoístas, determinó él mismo ponerse a la cabeza de los ejércitos y excitar a todos los fieles a alistarse o colaborar con los medios posibles, marchando el propio Papa a la guerra. La imagen del Papa al frente de un ejército de cruzados llenó de entusiasmo al pueblo sencillo, que de todas las naciones corrió a tomar la cruz. Débil de cuerpo y minado por la enfermedad, tomó la cruz en la basílica de San Pedro el 19 jun. 1464, después de pronunciar su último discurso. En viaje de varios días remontó la corriente del Tíber hasta Narni y Terni, siguiendo después a Spoleto, Foligno, Asís, Loreto. El día 19 de julio entraba en Ancona consumido por la fiebre, donde falleció.

Emprendió también reformas parciales o locales, entre ellas la de los penitenciarios de San Pedro, Letrán y Santa María la Mayor; prohibió a los referendarios apostólicos aceptar dones y regalos y dio instrucciones al nuncio Pedro Boshan para la reforma del clero escandinavo. Pero su principal actividad reformista se dirigió a las órdenes religiosas, apoyando las Congregaciones de la Observancia, como las benedictinas de Santa Justina de Padua en Italia y la de Bursfeld, en Alemania; la de Juan Soreth, general de los carmelitas, y la de la observancia franciscana, propagada por su admirado santo Bernardino de Siena. Elevó a los altares a su paisana S. Catalina de Siena. Protestó contra los abusos de ciertos cristianos que esclavizaban a los negros y de otros que imponían a los judíos el bautismo por la fuerza; se interesó por el rescate de los cristianos cautivos.

Murió a los 59 años no cumplidos y sus restos, llevados a la basílica Vaticana, fueron enterrados en la capilla de San Andrés, construida por él para venerar allí la cabeza del santo apóstol. A principios del s. XVII fueron trasladados a la iglesia de Sant'Andrea della Valle, que se alza en el solar del antiguo palacio de los Piccolomini.

Escribió, siendo papa, Commentarii rerum memorabilium, De Asia, De Europa, Historia Frederici Imperatoris e Historia Bohemica.

Bibliografía

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