conoZe.com » Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto

Capítulo primero.- La caridad cristiana frente a la barbarie nazi.

Eran las 5.30 de una lluviosa mañana del 16 de octubre de 1943 cuando el silencio se rompió por el ruido de las botas militares que golpeaban sobre el empedrado, por las órdenes impartidas en voz alta y en alemán, por los gritos de los niños, mujeres y ancianos que fueron sacados de la cama de manera brusca y violenta.

Las tropas nazis se presentaron en el gueto de Roma, en las calles de Turín, Génova, Milán y Trieste, para capturar a los judíos y llevarlos a Auschwitz. La barbarie nazi no perdonó a nadie: enfermos, viejos, hombres, mujeres y niños. El racismo como política de Estado estaba a punto de alcanzar su culmen con la «solución final».

La caída del fascismo y el armisticio firmado el 8 de septiembre deberían haber librado al país de los sufrimientos de la guerra. Por el contrario, Italia fue ocupada por los nazis.

En aquel momento, cuando para los judíos parecía que el destino estaba marcado, aparecieron brazos amigos, se abrieron puertas de par en par. Iglesias, conventos, colegios, universidades pontificias se abrieron para acogerlos y esconderlos como «hermanos».

El árbol de la vida, tan duramente golpeado por las ofensas de la guerra, por la división política y por la intolerancia racial, continuó alimentándose gracias a la valentía y la caridad de miles de «héroes desconocidos».

La obra de asistencia de las instituciones eclesiásticas a los refugiados políticos y a los perseguidos por motivos raciales es poco conocida y, sin embargo, ha tenido una dimensión enorme; fue una obra inmensa. Según el historiador Emilio Pinchas Lapide, en otro tiempo cónsul general de Israel en Milán: «La Santa Sede, los nuncios y la Iglesia católica han salvado de la muerte entre setecientos mil y ochocientos cincuenta mil judíos.»[1]

Una labor silenciosa, sin proclamas, que salvó a centenares de miles de vidas humanas y que fue vivo testimonio de caridad cristiana, con la conciencia de que se arriesgaba la propia vida y la de los hermanos. Miles de historias increíbles, casi todas anónimas, que sólo en estos últimos años están saliendo a la luz.

Si bien hoy la crítica se concentra mucho más sobre los presuntos silencios de Pío XII, la historia no puede borrar cuanto de grande y de audaz hicieron la Santa Sede y los católicos para salvar a los judíos. Según Luciano Tas, representante autorizado de la comunidad judía de Roma: «Si el porcentaje de judíos deportados no es tan alto en Italia como en otros países, se debe sin duda a la ayuda activa de la población italiana y de cada una de las instituciones católicas... Centenares de conventos, siguiendo la orden del Vaticano en tal sentido, acogieron a los judíos, millares de sacerdotes los ayudaron, y otros prelados organizaron una red clandestina para la distribución de documentos falsos.»[2]

En aquellos momentos de extremo peligro, en los que la vida humana valía tan poco, sacerdotes, religiosos, párrocos, católicos comprometidos y ciudadanos normales se esforzaron por salvar la vida de aquellas personas de las que les separaba la religión y la ley.

En esta labor, la Iglesia sufrió bajas. En toda Europa, los religiosos deportados a los campos fueron más de 5.500.[3] Según el Martirologio del clero italiano,[4] fueron 729 los sacerdotes, seminaristas y hermanos laicos que perdieron la vida en el periodo que va de 1940 a 1946. Sólo en la región del Lacio fueron 24 los sacerdotes que pagaron con su vida su compromiso de caridad: 13 párrocos, 5 capellanes militares, 6 de otros oficios y 5 seminaristas.[5] De las 729 víctimas, no menos de 170 sacerdotes fueron asesinados en las represalias durante la ocupación por haber ayudado a antifascistas y judíos. Muchos fueron golpeados, torturados hasta la muerte, fusilados, colgados o degollados por los nazifascistas.

El historiador Renzo de Felice ha escrito que «el auxilio de la Iglesia a los judíos fue muy importante y siempre en aumento, un auxilio prestado no sólo por los católicos particulares sino también por casi todos los institutos católicos y por muchísimos sacerdotes. Un auxilio que, por lo demás, ya se llevaba a cabo en los países ocupados por los nazis -tanto en Francia como en Rumania, en Bélgica como en Hungría- y que, más allá de la mera ayuda material y del socorro a perseguidos concretos, se había hecho público, al menos desde 1941, con algunos pasos dados por el padre Tacchi Venturi y monseñor Borgoncini Duca ante el gobierno fascista a favor de los judíos en los territorios ocupados por las tropas italianas».[6]

Notas

[1] 1. Emilio Pinchas Lapide, Three Popes and the jews, Souvenir Press, Londres, 1967.

[2] Luciano Tas, Storia degli ebrei italiani, Newton Compton Editori, Roma, 1987.

[3] Lorenzo Gilardi, «I religiosi italiani nei lager nazisti: una memoria ritrovata», LaCiviltà Cattolica, núm. 3531/3532, Roma, 2-16 de agosto de 1997, p. 264.

[4] Martirologio del clero italiano, 1940-1946, editado por la Acción Católica italiana, Roma, 1963.

[5] Angelo Zema, «La carita sotto le bombe», Roma Sette, 31 de mayo de 1998, p. 1.

[6] Renzo de Felice, Storia degli ebrei italiani sotto il fascismo, Giulio Einaudi Editori, 1972, p. 466.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=3916 el 2006-03-24 01:25:12