» Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo quinto.- La «leyenda negra» que oscurece el pontificado de Pío XII
El linchamiento del cardenal Stepinac
La decisión de la Iglesia católica de beatificar al arzobispo de Zagreb, el cardenal Alojzije Stepinac, desencadenó la protesta de los simpatizantes del gobierno de Tito. Según sus detractores, Stepinac, quitando alguna tímida iniciativa de protesta, habría colaborado con el régimen de los Ustasa.[32]
La posición del arzobispo de Zagreb es, desde hace ya mucho tiempo, objeto de opiniones diferentes. De hecho, su mismo cargo le colocaba en una posición en la que tenía contactos con el régimen; pero esto no es suficiente para convertirse en un colaboracionista, como sostienen sus críticos. Stepinac constituyó, por el contrario, un punto de referencia para aquella parte del clero y de los croatas que desaprobaban decididamente las violencias de los Ustasa.
Por lo demás, la acusación de colaboracionismo fue formulada hace ya medio siglo por el régimen de Tito, cuando Stepinac fue procesado y condenado a trabajos forzados. El verdadero motivo de la condena no era, sin embargo, el que se declaró. A los ojos de Tito, la verdadera culpa de Stepinac fue el no haber querido colaborar con el nuevo régimen comunista.[33]
A pesar de la existencia de una vasta documentación histórica, la beatificación del cardenal Alojzije Stepinac suscitó las reacciones más enfrentadas. Mientras que algunos judíos salvados por la intervención del arzobispo de Zagreb pidieron al Yad Vashem que honrase a Stepinac como Justo entre las Naciones, aparecieron artículos en los que se acusaba al cardenal de haber sido un «amigo de los Ustasa», que llevó a cabo una política de conversión forzada de los ortodoxos serbios y que salvó a los judíos con el único objetivo de convertirlos al catolicismo.
«Nos reímos. La acostumbrada forma incorrecta e interesada de tratar la verdad histórica», comentaba monseñor Milan Simcic, profundo conocedor de la historia de su tierra.
«Quien acusa a Stepinac de colaboracionismo no conoce la historia -explica monseñor Simcic-. Ya a mitad de los años treinta, el joven arzobispo de Zagreb había denunciado la aberrante doctrina racista de Hitler y organizó la ayuda a los judíos que venían de Austria, Alemania, Checoslovaquia y Polonia. En abril de 1941 se derrumba la Yugoslavia monárquica y el pueblo croata proclama mediante plebiscito la propia independencia en contra de la voluntad de Hitler y Mussolini, quienes imponen al recién nacido Estado el régimen fascista de Ante Pavelic, jefe del movimiento Ustasa. Es bueno que recordemos que Pavelic había fundado el movimiento de los Ustasa en 1929, como alternativa al líder católico antifascista Stjefan Radie. Se trata, por lo tanto, de dos realidades distintas: el Estado croata que todo el pueblo quería y defendía y el régimen Ustasa cuyos seguidores no superaron el tres por ciento de la población.
»La acusación de colaboracionismo con el régimen fascista de Pavelic se desmiente con la abundancia de datos. Durante la guerra, los partisanos de Tito citaban con frecuencia amplios textos de las homilías y de las cartas pastorales de Stepinac, sobre todo las que denunciaban las atrocidades de las tropas alemanas, italianas y de los Ustasa. El hecho de que, como arzobispo en tiempos de guerra, haya tenido contactos con el poder constituido no significa que fuera un colaboracionista. Cuando al final de la guerra los comunistas comenzaron sus grandes procesos estalinistas y procesaron a Stepinac, él respondió a las acusaciones diciendo: "¿Con quién debía tratar? ¿Con vosotros que estabais en los bosques, o con las autoridades de Zagreb de las cuales dependía la salvación de las personas por las que intercedía?" Y entre estas personas había muchos comunistas, judíos croatas y antifascistas.
»La inconsistencia de la acusación se prueba por el hecho de que Hitler en persona quería la cabeza de Stepinac, pero Pavelic sabía bien que habría sido un boomerang para su régimen si se hubiera atrevido a tocar a Stepinac, quien gozaba de una enorme popularidad y prestigio.
»El cardenal Stepinac fue acusado de haber llevado una política de conversión forzada de los ortodoxos serbios.
»Tampoco esta acusación aguanta un serio y documentado examen histórico. La Iglesia católica reconoce el bautismo impartido por la Iglesia ortodoxa, por lo que no se trata de un nuevo bautismo sino de pasar de la Iglesia ortodoxa a la católica. Frente a la inhumana y aberrante política practicada por la facción más extremista de los Ustasa, que obligaban a los serbios a abjurar de la ortodoxia, la jerarquía católica croata guiada por Stepinac se encontró frente a un grave dilema. Por un lado, la ley canónica prevé que el paso de un ortodoxo al catolicismo ha de cumplirse con plena conciencia y libertad; por otro lado, el peligro de muerte para miles de serbios, que aceptaban ser acogidos en la Iglesia católica con tal de salvarse de la muerte. Stepinac se dirigió a Roma y decidió acoger a los ortodoxos serbios con el objeto de salvarles la vida, dejándoles, sin embargo, libertad de volver a la ortodoxia una vez que hubiera cesado el peligro. Gracias a esta política se salvaron miles de vidas humanas.
»En cuanto al encuentro entre Pavelic y Pío XII...
«También en este caso se confunden los hechos. Ante Pavelic fue recibido en audiencia privada por Pío XII en 1941, cuando los Ustasa todavía no habían enseñado su verdadero rostro. No es cierto que el papa Pacelli bendijera la política de conversión de los ortodoxos ni mucho menos apoyó al régimen, porque la Santa Sede jamás reconoció al gobierno de los Ustasa. No había relaciones diplomáticas con el Estado croata de Pavelic. En Zagreb no había un nuncio de la Santa Sede, estaba sólo el abad Marcone, en calidad de visitador apostólico ante el episcopado croata. La propaganda de los Ustasa, intentó instrumentalizar aquel encuentro privado como un acto de colaboración.
»¿Cuál ha sido la relación entre el cardenal Stepinac y los judíos?
»Son innumerables las notas y mensajes de agradecimiento al cardenal Stepinac por parte de las asociaciones judías, por todo cuanto hizo por su defensa durante la persecución. Hace poco se publicó un libro escrito por Ljugbica Stefan que documenta de manera detallada la obra de ayuda a los judíos del arzobispo de Zagreb. Algunos de los judíos salvados han enviado la petición al Yad Vashem de que el cardenal Stepinac sea honrado con el honor de Justo entre las Naciones.
»A excepción de los extremistas Ustasa, el pueblo croata no abriga sentimientos antisemitas, tanto es así que Josip Frank, uno de los padres de la independencia croata, es judío. Fue fundador del Partido del Derecho y jugó un papel importante en la difusión de las ideas de independencia y soberanía.
»¿Por qué entonces tanto rencor contra el cardenal Stepinac?
»El régimen de Tito y sus simpatizantes no pueden perdonar a Stepinac y a la Iglesia católica que hayan tenido la valentía y la honestidad de denunciar públicamente la opresión de la libertad y la virulenta persecución contra la religión. En 1946, ya habían muerto más de seiscientos sacerdotes y religiosos y miles eran perseguidos. Tito había propuesto a Stepinac separar de Roma a la Iglesia croata, y había recibido un tajante no. Tito no estaba acostumbrado a tolerar a las personas que se oponían a sus deseos. Algo sabía de eso Milovan Djilas que, a pesar de ser el número dos del partido, fue borrado y encarcelado. El gran escultor croata Ivan Mestrovic recordaba en sus memorias una conversación tenida con Djilas, en la que reconocía la inocencia de Stepinac y justificaba el proceso comenzado contra él con este argumento: era necesario dar una satisfacción a los serbios que habían sido perseguidos por el régimen de los Ustasa y a los partisanos croatas combatidos por el mismo régimen. No habiendo podido echar mano a Pavelic, se decidió coger como chivo expiatorio a Stepinac, como la más alta autoridad moral del pueblo croata.
Al mismo tiempo se quería decapitar a la Iglesia católica encarcelando a su guía autorizado. El mismo procurador general, Jakov Blazevic, que condujo la acusación contra Stepinac, en el curso de diversas entrevistas ha contado que el proceso había sido planeado en Belgrado hasta en los más mínimos detalles y, cada tarde, él hablaba directamente con Tito y recibía sus instrucciones. Toda la izquierda europea estaba extasiada por la Yugoslavia de Tito como modelo de socialismo autogestionado y de rostro humano. Encontraban una opción contra el monstruoso comunismo de Stalin y Brézhnev. El ataque a Stepinac es una forma de defensa del comunismo de Tito y de su Yugoslavia.»[34]
Notas
[32] Giacomo Scotti, «Il beato delle Croci uncinate», Il Manifesto, 17 de julio de 1998, p. 8.
[33] Giovanni Belardinelli, «Stepinac, il vescovo che divide gli storici», Corriere della Sera, 19 de julio de 1998, p. 29.
[34] Antonio Gaspari, «Stepinac, linciaggio del "giusto"», Avvenire, 18 de julio de 1998, p. 22.
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