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El fin de los principios
Apenas acababa de aprobarse por la Comisión correspondiente del Congreso de los Diputados el proyecto de Estatuto de Autonomía para Cataluña, anticonstitucional y pre-independentista, cuando de forma "casual" aparece de inmediato el esperado comunicado de la ETA, anunciando "el alto el fuego permanente", como tenía preparado y consensuado con el Gobierno socialista.
Los índices en intención de voto del Gobierno de Rodríguez Zapatero, antes del anuncio mediático del proceso de paz de ETA, no podían ser peores, igualándose con el partido de la oposición. El balance de estos dos años del Gobierno del 14-M, no es precisamente positivo. En primer lugar, la lamentable pérdida de imagen de España en el exterior debido a un gobierno, que en el extranjero prefiere alinearse con regímenes de tanto "prestigio" como los que padecen Marruecos, Cuba, Venezuela o Bolivia. En lo económico, este gobierno se ha limitado a vivir de las reformas y de las arcas llenas que dejó el PP, sin realizar reforma alguna para liberalizar los mercados y dotar a nuestra economía de una mayor competitividad. Eso sí, se ha destacado por un descarado intervencionismo a favor de la OPA política de Gas Natural a Endesa, enfrentándose a los criterios de libre mercado y competencia de la UE, modificando la legislación a sus intereses. En la educación, se ha sufrido una involución que nos retrotrae a la LOGSE, lo que ha propiciado una de las multitudinarias manifestaciones contra el gobierno. En lo que a otras cuestiones sociales se refiere, este gobierno ha logrado la gran hazaña de considerar matrimonio a las parejas del mismo sexo, realizando experimentos de ingeniería social y pretendiendo sustituir los términos de padre y la madre por progenitor A y progenitor B. Este gobierno ha diseñado una estrategia con el Pacto del Tinell con sus socios nacionalistas y separatistas, para excluir y aislar de la vida política al PP, sin consensuar los grandes temas que afectan a la mayoría de la sociedad. Con la aprobación del Estatuto de Cataluña, se ha consumado la voladura de la Nación española, y en consecuencia, de la Constitución, con reformas encubiertas de la misma, conculcando de forma ineluctable los principios de libertad e igualdad entre todos los españoles.
Lo que sí ha logrado manejar con gran habilidad este gobierno ha sido la propaganda, los golpes de efecto mediáticos, la manipulación de la sociedad, sin dolerle prendas en decir lo contrario a la realidad, con intención de engañar de forma sistemática e incontrovertible a la opinión pública. Contando con una abrumadora mayoría de los medios de comunicación, le ha resultado sencillo transformar a su gusto la realidad de los hechos. Y si algún medio de comunicación le ha hecho oposición, no ha dudado en recortar el derecho fundamental a la libertad de expresión, creando leyes a su antojo e intentando "puentear" la labor de los Jueces. Así, por ejemplo, tenemos un gobierno que miente cuando nos aseguró que se iba de Irak, cuando nos dijo que no estaba pactando con ETA, que el Estatuto con Mas es constitucional, que la destitución de Fungairiño no ha sido su decisión política, que no existe problema lingüístico en Cataluña, que hemos ganado peso en Europa, que no se sabía nada de los 1.700 inmigrantes mauritanos muertos en alta mar, o que las relaciones con Estados Unidos nunca han sido mejores, etc. Aquí podría invocarse la célebre frase de Rubalcaba en la jornada de reflexión del 13-M, de que los españoles no se merecen un gobierno que mienta.
Desde que ETA anunció un alto el fuego permanente, los medios de comunicación han dado la imagen de un Presidente del Gobierno como un gran estadista como si de Churchill se tratara, generoso con el adversario en la victoria, tendiendo la mano a un cariacontecido jefe de la oposición, haciendo soflamas de lo "largo, duro y difícil" del proceso de paz. La estatura política de Rodríguez Zapatero parecía crecer por momentos con unos reportajes televisivos que mostraban el recorrido salvaje de la banda ETA, vendiendo a la sociedad española e internacional un mensaje de esperanza y de paz definitiva.
A nadie se le oculta que la estrategia política trazada de forma magistral por este gobierno, se inició en la entrevista en Perpignán entre la ETA y Carod Rovira, como él se ufana, dibujando una hoja de ruta que pasaba por la declaración de nación para Cataluña, con la aprobación de su Estatuto y por la independencia del País Vasco. Ahora podemos confirmar que las negociaciones han existido y que ya existe un precio político. Las muestras complacientes y escandalosas del gobierno a ETA han sido patentes, aunque para ello se haya tenido que dejar de lado el Estado de Derecho. Desde que el Presidente del 14-M traicionó el Pacto por las Libertades y del Terrorismo y optó por el diálogo y apaciguamiento con los terroristas, estos se han crecido y ahora son más fuertes que nunca. Han visto un Gobierno débil y se van a aprovechar políticamente todo lo que puedan. No sólo con el acercamiento de presos, la legalización de Batasuna y excarcelaciones de etarras, sino además con un referéndum para la autodeterminación. En este preciso momento, una vez aprobado el Estatuto catalán, los separatistas de Estella aprovecharán para recoger las nueces, una vez que ETA ha sacudido el árbol, produciéndose la defunción del Estatuto de Guernica.
Con este planteamiento, el Gobierno socialista adelantará las elecciones generales para finales de este año, y mientras ofrecerá como victoria electoral este gran triunfo, que una gran mayoría de los medios de comunicación han acogido con júbilo. La sociedad, que a su vez está anestesiada, y en parte carece de las convicciones éticas y morales necesarias, también acogerá con agrado estas decisiones con tal de que se la deje en paz, sin hacer distingo alguno, aunque se vulnere frontalmente la Constitución y el Estado de Derecho.
No lo tiene nada fácil el PP, que representa a diez millones de votantes. ¿Acaso puede haber alguien que no quiera la paz? Pero el "buenismo" progre y la manipulación constante del gobierno no puede llevarnos a una rendición del Estado de Derecho ante los terroristas. El partido de la oposición tiene que mantenerse firme y coherente en sus principios y convicciones, colaborando en el proceso de paz, sin pagar precio político alguno, exigiendo la previa rendición de ETA y sin coadyuvar a la autodeterminación del País Vasco.
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