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La conspiración de Matusalén

Es interesante constatar que la generación del 68, la misma que originara la cultura dominante de hoy día, la generación de los Beatles, la generación del baby boom de la postguerra mundial y de la revolución sexual, llegará entre el 2010 y el 2020 a la edad de la jubilación. Y aunque muchos siguen comportándose como si fueran jóvenes, comienzan a sentirse rechazados por la cultura que ellos mismos crearon.

El envejecimiento de las civilizaciones occidentales es una realidad. El número de personas mayores aumenta vertiginosamente no solamente en occidente sino también en los países orientales. A mediados del siglo, casi uno de cada cuatro chinos tendrá más de 65 años. Por primera vez en la historia la mayoría de la población vivirá 80 o más años de edad, por lo que resulta urgente resolver el problema de la propia vejez para resolver el problema del mundo en un futuro no lejano.

Frank Schirrmacher, codirector del diario más importante de alemania, Frankfurter Allgemeine Zeitung, acaba de publicar una obra genial. Se trata del libro titulado La Conspiración de Matusalén que le valió en el 2004 el premio Pluma de Oro, otorgado por la editorial alemana Heinrich Bauer. Con esta obra pretende invalidar lo que el autor llama el mito más exitoso del siglo XX, que intenta desprestigiar a la vejez, haciendo a la vez un llamado apremiante a todos los que nos resistiríamos a ser enterrados en vida.

El tema es apasionante y más cuando se encara positivamente como es el caso, involucrando a todos los que estamos implicados en esta guerra de generaciones y poniendo al descubierto la amenaza que se presenta contra los viejos en el horizonte del futuro. Se trata de una conspiración sin precedentes que marcha contra los que ahora tenemos 20, 30 ó 60 años y que seremos más viejos cuando la guerra comience. "Tenemos que actuar ahora...", dice, "nos separa ya poco tiempo de la estigmatización".

Lo cierto es que hemos construido sociedades que exaltan los valores de la juventud por encima de todo, recluyendo poco a poco a los viejos a un espacio limitado de acción, como si a medida que avanzara su edad se redujeran automáticamente las posibilidades de seguir aportando y seguir siendo seres valiosos y útiles a la sociedad. Con esta actitud negativa que esconde un cierto desprecio a los años, cosa impensable en las civilizaciones antiguas, se despoja a las personas mayores de lo más valioso que poseen: la confianza en sí mismos, negándoles también las oportunidades de trabajo, acabando con su creatividad, despreciando su sabiduría y reduciéndolos a un contingente de inútiles marcados tantas veces con el estigma de mantenidos, cuando han sido ellos precisamente quienes han contribuido de una u otra forma a crear la riqueza del planeta.

Lo que el autor considera "racismo contra los viejos" es precisamente esa visión fría y despectiva de la vejez que empieza por minarles la autoestima hasta acabar con su misma vida, convencido de que: "una imagen positiva de la ancianidad influye sobre la tasa de supervivencia de los hombres, más que la presión arterial o el nivel de colesterol".

El aumento de las personas mayores en el mundo es una realidad, y la guerra entre generaciones será un problema si se continúa negando su valor al tiempo que se sobreestiman los valores de la juventud.

Un acontecimiento histórico a principio de siglo desató el culto exagerado que en la actualidad se rinde a la juventud. Fue William Osler, uno de los más influyentes médicos del mundo anglosajón, quien ante un numeroso público joven de la Universidad de Baltimore, previno contra los peligros de una sociedad envejecida, aseverando que sería mejor que los mayores de 60 años se retiraran por completo, voluntariamente, de la vida profesional y política. Incluso los de 40 años serían para Osler inútiles, avalado en una interpretación muy sui géneris de la historia.

Sobra decir que la historia abunda en testimonios que afirman lo contrario. Einstein, elegido por la revista Time como "el hombre del siglo XX", tenía 26 años cuando formuló la teoría de la relatividad especial, 37 cuando la completó con la teoría de la relatividad general, y 43 cuando recibió por ello el Premio Nobel. Sin embargo, su genialidad no terminó ahí. Las decisiones que tomó a los 54 cuando abandonó la Alemania nazi y a los 60 cuando rompió con su pensamiento pacifista y propuso al presidente Roosevelt fabricar la bomba atómica, no tuvieron menos trascendencia, en ocasiones fatal.

La historia demuestra que estos ejemplos de creatividad y productividad en personas ancianas no son la excepción sino lo normal y que la medicina moderna, al prolongar casi indefinidamente el ejercicio de las facultades físicas y mentales, no hace sino apuntalar esta normalidad.

Entre las personalidades que produjeron obras geniales en la vejez está el célebre pintor italiano Tiziano quien muriera a los 99 años; Bernard Shaw, a los 94; Miguel Angel a los 89, Verdi a los 88, Monet a los 86, Richard Strauss a los 85, Goethe, Victor Hugo y Degas a los 83, Tolstoi y Goya a los 82... y así infinidad de casos más. Lo raro son los niños prodigio y no los mayores que producen obras valiosas.

Pero tenemos modelos más cercanos. Fray Vasco de Quiroga es enviado como visitador a Michoacán a los 61 años para verificar el cumplimiento de la orden real que prohibía la esclavitud indígena. Llega sin hablar lenguas indígenas, por supuesto. Aún así, movido por el amor que es el motor que mueve al mundo, organiza talleres, hospitales y desarrolla un modelo de ciudades pueblo a las que imparte artes y oficios como medio de manutención. Su labor fue tan grande como el afecto y protección que les daba a los indios, por los que ellos le nombraron "Tata Vasco" que significa padre, y al día de hoy en esas tierras le recuerdan con agradecimiento. Muere a los 95 años. Después de este testimonio queda poco por decir.

Ejemplos abundan también en la época contemporánea. El arquitecto Louis Kahn nacido en Estonia y naturalizado norteamericano, luego de una vida dedicada a la docencia, realiza su primer proyecto a la edad de 56 años. A partir de esta edad realizó obras magnas como el Instituto Salk para estudios Biológicos en La Joya California en colaboración con el arquitecto Luis Barragán. Khan continuó exitosamente su profesión hasta los 73 años cuando muere, dejando algunos proyectos inconclusos.

Más temprano que tarde todos vamos para viejos. No tenemos otra salida, es tarea de vida, y hay que aprender a tener 50, 60, 70 años o más..., y seguir viviendo con ilusión. La Conspiración de Matusalén señala que los enemigos están en todas partes, son gente joven y vieja, la publicidad, los medios, los burócratas que quieren ponernos bajo la tutela social del Estado, aquellos que creen definir el tiempo de la vida por el que se pueda trabajar. Usarán todo tipo de trucos para minar la confianza en uno mismo convenciéndonos de inutilidad.

No cometamos el error de desperdiciar ahora recursos emocionales e intelectuales por el miedo al futuro. Los vamos a necesitar.

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