» Historia de la Iglesia » Historia de la Iglesia » III.- Edad Moderna: La Iglesia frente a la Cultura Autónoma » Segunda época.- Hostilidad a la Revelacion de la Ilustracion al Mundo Actual » Período segundo.- El Siglo XIX: la Iglesia Centralizada en Lucha con la Cultura Moderna » Capitulo segundo.- Lineas Definitivas de la Estructuracion de la Iglesia » §115.- Las Iglesias Estatales y el Liberalismo en Alemania
IV.- Significacion del «Kulturkampf»
1. El resultado del Kulturkampf fue un éxito sin paliativos para los católicos. Lo que no está tan claro es si puede hablarse sin más de una victoria. La reacción católica, en parte por necesidades de la lucha, pero, en parte también, por insuficiente apertura interna, se redujo demasiado a la pura defensa. Este aspecto negativo mostraría hasta bien entrado el siglo XX las consecuencias perjudiciales de la postura adoptada por los católicos alemanes.
Sea lo que fuere, en el campo legislativo el ataque había sido rechazado de forma decisiva. Pero debemos destacar con mayor exhaustividad el significado de este hecho, al que hemos aludido repetidas veces. Va, efectivamente, más allá del simple hecho de rechazar un ataque peligroso y conquistar la libertad de movimientos; más allá del sorprendente crecimiento de la conciencia católica y de las importantes repercusiones que tuvo para la vida interna del catolicismo, como luego veremos. El significado más hondo debe buscarse en la transformación espiritual realizada. La victoria católica de los años treinta y setenta puso de manifiesto la invencibilidad de una idea religiosa y en concreto el catolicismo y la Iglesia, mantenida con coherencia y sacrificio, la invencibilidad, en último análisis, de un poder espiritual externo, objetivamente reconocible y operativo, como es el papado. El valor religioso de una autoridad espiritual, el valor religioso y personal de un credo que fluye esencialmente del reconocimiento de verdades objetivas volvió a aproximarse a la conciencia de amplios círculos intelectuales modernos. La resistencia victoriosa del catolicismo alemán, políticamente organizado contra el liberalismo, era una lucha en favor de la síntesis católica contra el espiritualismo de la Ilustración (interioridad-exterioridad; persona-comunidad-autoridad) y contra el subjetivismo. Como, además, las intromisiones del gobierno (violaciones de la justicia y privaciones de libertad) iban dirigidas directa o indirectamente contra el papado, el gobierno prusiano y los políticos que siguieron su ejemplo contribuyeron en gran medida a que, a partir de los años treinta, apareciese ante los católicos el papado como el baluarte de la libertad. Por otra parte, la unión de los católicos con sus obispos para defender los derechos de la Iglesia universal permitió a los católicos alemanes vigorizar su conciencia de unidad de la Iglesia y con Roma, lo que contribuyó una vez más al robustecimiento de la posición puramente espiritual del pontificado y aun de su centralismo.
2. La lucha por conseguir esa totalidad capaz de ser expresada en una gran síntesis, tenía un sentido distinto del que tenía antes de la Revolución francesa. O, mejor dicho, este sentido penetró ahora más poderosamente en la conciencia, y esto por dos motivos: a) la obediencia del católico quedaba libre de todo sometimiento «estatal» al obispo-príncipe, con lo que resaltaba más claramente el carácter religioso y espiritual del vínculo; b) el subjetivismo había penetrado radicalmente unido a la idea democrática en amplios sectores y había movilizado los recursos del Estado; a pesar de ello, en este caso no consiguió imponerse.
3. En otra perspectiva se asiste a una victoriosa presentación de la peculiaridad de la esfera religioso-eclesiástica, que tiene sus propias leyes no sometidas al Estado; la defensa, en realidad, de la única idea que, después de la Revolución francesa y de la secularización, podía servir de base para la construcción de una Iglesia despojada de todo poder político, idea que aún hoy es la base de todo posible desarrollo futuro. El Kulturkampf fue la principal prueba de fuerza entre la Iglesia y el Estado, prueba que se repite constantemente a lo largo de la historia[27], y que se realiza de cuando en cuando con los mismos o similares métodos: el intento del Estado de separar la Iglesia de un país de la de Roma[28] o al menos de aislarla en su organización, creando dificultades para la renovación sacerdotal, metiendo una cuña entre el clero y el pueblo, formando grupos nacionalistas entre los sacerdotes, impidiendo las manifestaciones espontáneas de la vida de la Iglesia, presionando sobre la Iglesia en el aspecto financiero, minando la buena fama del clero y de la jerarquía y, por último, acudiendo a la persecución directa de los jefes de la Iglesia mediante la violencia.
Considerada la situación de la época y sin el menor asomo de una dictadura, el Kulturkampf fue un paradigma de la lucha que había de sostener la Iglesia en el Estado «poscristiano» de la sociedad moderna.
4. Una consecuencia externa del Kulturkampf en ambas confesiones fue una organización más amplia y poderosa y una mayor concentración de fuerzas. Por parte protestante fue fundada en 1886 la Liga Evangélica, que, por otra parte, al igual que la Asociación Gustavo Adolfo, fundada en 1843, al vincularse en Baviera con tendencias antiprotestantes adoptó una orientación acusadamente anticatólica. Por el lado católico surge un gran número de pequeñas asociaciones eclesiásticas para los estratos sociales más diversos. Aun cuando estas asociaciones no rechazaran en teoría un especial entendimiento con valores evangélicos y protestantes (entendimiento que no se dio), es importante afirmar que por parte católica no hubo asociaciones de carácter antiprotestante directamente hostiles; sí hubo, en cambio, grupos integristas y poco ilustrados.
Típico de estas asociaciones, o de su gran mayoría, es que sus objetivos no son directamente religiosos, aunque para su consecución se emplearan los medios pastorales. Perseguían más bien un fin social, como la defensa de la cultura, del libro católico, del estudiante católico, del «pueblo» católico; tenemos entre ellas la Sociedad Görres (1876), la Asociación de San Carlos Borromeo (1844), las Asociaciones de Estudiantes Católicos, la Unión Popular de la Alemania católica (1890), las Uniones de Trabajadores. La labor de estas asociaciones fue gigantesca y casi insustituible. Sin embargo, no puede decirse que alguna de ellas haya llevado a cabo obras sobresalientes, capaces de impregnar radicalmente la época de un sentido católico. Sí se consiguió preparar el terreno para un renacimiento, aunque, por desgracia, esta evolución del catolicismo, tan importante para el Estado y para la Iglesia, tuvo una vez más carácter defensivo y, con ello, cierta cerrazón. A partir del cambio de siglo se advirtió que urgía la tarea de superar estas actitudes y en todos los países se ha intentado conseguirlo en formas diversas.
5. Para la crítica del liberalismo, que tan gustosamente se presentaba como el baluarte de la libertad, son suficientes los abusos de que hemos hablado, y especialmente las leyes de excepción del Kulturkampf. Esto conduce a una grave acusación contra la idea liberal, e incluso a su repulsa. En efecto, el liberalismo, con su programa de un incontrolado subjetivismo, es decir, de la libertad ilimitada, paso a paso fue reduciendo precisamente esta libertad y, al final, se vio obligado a condenar expresamente su propia idea. La ley del 18 de junio de 1875 suprimió los artículos, sobre todo el 15, de la Constitución que garantizaban la libertad de religión, siendo los liberales quienes dieron pie para esta supresión.
Notas
[27] En el siglo XX afecta, sobre todo en Alemania, a ambas confesiones cristianas, limitadas a medios espirituales.
[28] En los países comunistas de Europa y Asia se ha repetido recientemente el mismo intento con formas diversas. En la zona alemana ocupada por los rusos, el régimen comunista intenta dividir la Iglesia evangélica introduciendo escisiones dentro de la misma.
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