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D) Iglesia Búlgara

1. Las noticias que tenemos de las luchas nefastas habidas entre Roma y Constantinopla (§ 41, II) y su organización eclesiástica nos dan a conocer el papel decisivo que juega en ella el problema de la nacionalidad, y concretamente el de la lengua litúrgica. Entonces el clero latino tuvo que abandonar el país. Y viceversa, a la muerte de Metodio fueron expulsados de Moravia los misioneros eslavos. Estos trabajaron después en territorio de Servia y de Bulgaria. Todavía en el mismo siglo IX la Iglesia búlgara tenía patriarca propio. Desde el 919 la sede era Preslaw. La presión de los bizantinos vencedores (Basilio III, el «matabúlgaros») provocó el cambió de la sede, que se trasladó a Ocrida (fue suprimida en 1767).

La destrucción del Imperio búlgaro (1018) supuso también el fin del patriarcado. Pero en 1186 surgió el segundo Imperio búlgaro y con él volvió la independencia eclesiástica. Durante la cuarta Cruzada el príncipe regente Kalojan llegó a entablar relaciones con Inocencio III y fue coronado por el legado pontificio (1204).

Esta unión tuvo muy corta duración. El sucesor volvió a inclinarse hacia Constantinopla, y entonces la independencia eclesiástica fue reconocida por los patriarcas orientales.

2. En 1393 Bulgaria fue conquistada por los turcos. Tras la caída de Constantinopla en 1453, al ser nombrado el patriarca ecuménico etnarca de los ortodoxos del imperio (cf. § 121, II, 2), la Iglesia búlgaro-eslava fue «helenizada» más intensamente que hasta entonces. Por lo general, el arzobispado de Ocrida era ocupado por un griego.

Todo ello produjo en los búlgaros su conocido odio hacia los griegos. Los búlgaros no dejaron de luchar tanto por su independencia nacional como por su independencia eclesiástica. Para reivindicar su independencia eclesiástica apelaban al mismo principio en que, a su vez, se basaba Constantinopla para negársela: la condición previa para ella era la independencia política. Pero, por otra parte, la independencia eclesiástica, según la concepción mahometana, hacía que la comunidad religiosa afectada se convirtiera ipso jacto en una «nación» (= millet).

Las ideas nacionalistas del siglo XIX favorecieron esta lucha. Después de haber intentado los búlgaros por todos los caminos obtener permiso para celebrar la liturgia en lengua eslava, el sultán les concedió en 1870 un exarcado autónomo (con sede en Constantinopla), que se hizo plenamente autónomo en 1872. El patriarca ecuménico, con aprobación de los patriarcas de Alejandría, Antioquía y de varios obispos griegos, condenó este hecho como cisma. En cambio, las Iglesias de Rusia y de Servia (y también, en parte, la de Antioquía) no aceptaron este veredicto.

Sería la presión nacional y la del comunismo la que determinará desde fuera la unión con el patriarca ecuménico (1945).

3. Después de la Primera Guerra Mundial se manifiestan, al igual que en Servia, tendencias radicales que simpatizan con la Rusia revolucionaria, manifestadas más que nada en el bajo clero y entre los seglares. En 1921 se celebró un concilio nacional con mayoría de seglares, en el que tomaron parte también no-creyentes. Pero, a pesar de la dependencia de la Iglesia respecto del poder político, el gobierno, en el que era mayoritario el partido revolucionario campesino, no logró sus objetivos. Luego se intentó a base de medios más duros: persecución, confiscación, obstáculos a la enseñanza religiosa (en Sofía), propagación de la increencia en la instrucción pública, reducción de la enseñanza religiosa a una hora semanal durante los primeros años y a siete horas anuales en los grados superiores. A partir de 1938 volvió a concederse más tiempo para la enseñanza de la religión[52].

Una razón importante de la relativa debilidad de la Iglesia era la decadencia de la formación del clero, que había sido muy pronunciada durante el domino turco: casi dos tercios se encontraban desprovistos de toda clase de formación teológica; los que poseían una formación teológica rudimentaria no pasaban de un tercio. A veces el número de popes con formación teológica de rango universitario se reducía al uno por ciento.

A partir de los años treinta se registró un notable progreso, hasta que también aquí intervino violentamente el comunismo. Es cierto que en 1951 fue restablecido el patriarcado, pero este restablecimiento sólo se produjo cuando el santo sínodo reconoció el derecho exclusivo del Estado a la educación de la juventud, renunciando expresamente a toda actividad extraeclesial. Cierto número de miembros del clero se ha afiliado, sin aprobación de sus obispos, a asociaciones comunistas.

4. En Bulgaria, los católicos constituyen una minoría tendente a desaparecer. La fuerte tensión con Constantinopla fortaleció ciertamente los antiguos gérmenes de un movimiento unionista. En 1861 se consiguió una unión con Roma, que en un principio resultó prometedora. En Constantinopla fue establecido un vicariato apostólico para la «acción búlgara católica» allí residente, concediéndole su propio rito. En un primer momento el número de católicos ascendió a 60.000, pero después intervino Rusia, que no deseaba la inclinación de Bulgaria hacia Occidente. El vicario fue secuestrado y hecho prisionero y el número de católicos descendió a 4.000. Las torpezas de los latinos tuvieron también aquí sus consecuencias.

La labor, relativamente estimulante, de los asuncionistas y franciscanos y de una congregación búlgara de monjas (nacida en 1889) fue destruida después de la Segunda Guerra Mundial por el comunismo, quedando cerradas todas las escuelas de la misión[53].

Notas

[52] En 1945 Constantinopla reconoció, en unión con las restantes Iglesias ortodoxas, la autocefalia, y en 1961 el patriarcado de Sofía. Este patriarcado comprende once obispos, un instituto teológico y dos seminarios, con seis millones de ortodoxos (1963).

[53] Los movimientos unionistas, iniciados en Macedonia y Tracia durante los años ochenta y noventa con éxito notable, hubieron de sufrir un grave contragolpe por parte de una tenaz propaganda en contra.

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