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Internacionalismo
17 de mayo de 1950
Hemos anunciado en trabajos anteriores la existencia en el mundo internacional de unos altos poderes masónicos que desde la sombra de su templo mueven los hilos de la política y de las relaciones entre los pueblos; sin embargo, la creencia, muy generalizada, que echa sobre el judaísmo internacional el peso de la conspiración descristianizadora que el mundo sufre, viene desviando la atención pública de la causa verdadera, al ser la masonería internacional el instrumento esencial del que unos y otros se sirven para esa acción.
La conspiración taimada que las fuerzas del mal han venido haciendo en el interior de las naciones a través de la masonería se eleva al orden internacional con la constitución de la Asociación masónica, que da carácter de universalidad a las conspiraciones, antaño encerradas en el seno de las naciones y que no solían rebasar el área bilateral de la nación influyente y de la influida.
Si este acceso al área de lo internacional aparece siguiendo a la primera gran contienda, y sus actividades dan comienzo en el año 1921 al lado de la antigua Sociedad de las Naciones, sin embargo, su auge y su eficacia son relativamente modernos, ya que los primeros años constituyeron para la Asociación masónica una etapa de grandes dificultades, de resistencias que se presentaban como insuperables, de pugnas doctrinales entre las masonerías anglosajonas con reservas cristianas y el espíritu antidogmático y ateo de las continentales, aportándose desde los primeros momentos de la Asociación y quedando fuera de ella, con las logias norteamericanas, las de la disciplina inglesa y de los Países Bajos y prohibido su funcionamiento en Rusia, Alemania e Italia.
El haber alcanzado la Asociación a los diez años de constituida el reunir en su seno a 34 potencias masónicas de
Europa y América, obligó a la masonería inglesa, para no perder su influencia, a pensar en incorporarse a la organización de que tanto recelaba, y en la que llegó a tomar asiento con los honores e influencia correspondientes a la considerada como logia madre, fundadora de logia y sin la cual la Asociación masónica veía muy menguada su eficacia. La derrota de Alemania e Italia posteriormente y la vuelta a la influencia en esas naciones de los masones exilados, permitió completar el cuadro de los miembros de la Asociación, alcanzando un poder e influencia hasta entonces insospechados.
Tras una declaración de principios de respeto a la soberanía de las distintas potencias masónicas, de considerarse una institución tradicional filantrópica, filosófica y progresiva basada sobre la exaltación del principio de que todos los hombres son hermanos y por fin la busca de la verdad y el estudio y la práctica de la moral y de la solidaridad, intenta presentársenos a A. M. I. como persiguiendo el perfeccionamiento intelectual y social de los humanos, a los que pretende extender los lazos fraternales que unen a los francmasones.
Sus estudios, por lo demás muy sintéticos, se ocupan de establecer las bases de la Asociación, cuyo órgano soberano lo constituye el convento internacional en que cada dos años se reúnen los delegados de las potencias masónicas asociadas. A él se reservan las grandes decisiones de carácter público, la aprobación de cuentas y resoluciones administrativas. El poder ejecutivo descansa en un Comité ejecutivo compuesto por representantes de las potencias masónicas designados por el convento, y cuyo número no puede ser superior a la cuarta parte de sus miembros. Un Comité consultivo integrado por antiguos miembros de la Asociación en número no superior a tres, y nombrado a propuesta del Comité ejecutivo, con voz, pero sin voto, colabora y da continuidad a las decisiones del Comité ejecutivo. Una Cancillería, bajo la autoridad soberana del convento y del Comité ejecutivo, ejecuta las decisiones de éstos y mantiene la actividad masónica y las relaciones con las potencias masónicas. Su personal pertenece íntegro a la masonería en sus grados superiores.
Este Comité ejecutivo de la Asociación masónica internacional constituye el órgano secreto de gobierno que maneja los hilos invisibles que mueven el tinglado de la política internacional, y del que parten las órdenes y consignas que en servicio de sus fines cree prudente tomar. Se reúnen todos los días laborales, y en él se examinan los problemas más importantes y graves que afectan a la política del mundo. Mantiene un enlace íntimo con las potencias principales a él asociadas y recibe completa información de las potencias afiliadas, que le permite estar al tanto y prevenir los distintos acontecimientos.
Si nos limitamos a leer sus estatutos y por ello creemos juzgar de los fines que persigue, se nos presenta como una Asociación pacifista que, sin embargo, no le impidió en la última contienda tratar por todos los medios de incluir en ella a las naciones neutrales. Sucede con la organización internacional masónica lo mismo que con las masonerías nacionales, que necesitan vestirse con el ropaje exterior de lo lícito para ocultar sus verdaderas actividades. Sin embargo, en las distintas declaraciones recogidas en las actas de sus conventos se anuncia como propósito: "el lograr una A. M. I. grande, fuerte y gloriosa"; "intentar todo lo necesario para hacerse un organismo sólido capaz de hacer reinar la masonería en el mundo"- "dar a la A. M. I. el reinado que debe tener'; "constituir un instrumento secreto y poderoso de las grandes logias ejecutoras de sus fines en lo internacional"; "su decisión de participar en la constitución de un mundo nuevo edificado sobre los principios de la moral masónica"; "su propósito de establecer entre las potencias masónicas solidaridad y contactos permanentes, con lo que su fuerza individual será acrecentada y su reino extendido". Sus ambiciones de dominio no pueden estar más claras.
Se presenta en público la Asociación como los paladines más preclaros del pacifismo, después de haber patrocinado todas las revoluciones internas de los pueblos durante siglo y medio. Si todo fuese licito, ¿para qué ese secreto y esos terribles juramentos y amenazas con que se pretende encadenar a los asociados?
Cuida mucho la masonería internacional de aparecer como apolítica, de no presentarse públicamente entremetiéndose en las actividades de los Estados; pero, sin embargo, en la propia documentación de los congresos masónicos y publicaciones queda huella perenne de esos fines políticos. Son apolíticos y neutrales mientras se les permitan sus actividades clandestinas, infiltrarse en los países y gobernarlos a su antojo; pero cuando la gran mayoría de la nación se planta y se enfrenta con la conspiración o la traición, entonces se muestra activamente política. En el convento internacional de 1927, de París, ha quedado registrado cómo el hermano Costa Santos del gran oriente de Portugal, llevó a aquella reunión de la Asociación Masónica Internacional los lamentos de la masonería portuguesa, que dice estar "bajo el golpe de una dictadura militar feroz". El presidente de la asamblea les ofrece ayuda, quedando registradas sólo las palabras prudentes:
"Hagamos de forma que ningún eslabón de la A. M. I. sea roto." Igualmente, con ocasión del convenio del año 1925, en que el hermano Barcia asistió representando a la masonería española, publicó éste una memoria en que explica cómo se suscitó en la asamblea de Ginebra de la A. M. I. la cuestión de "intervenir o provocar la intervención en Italia para proteger a sus afiliados" oprimidos, a lo que se opuso el delegado del gran oriente italiano, general Capello, que se negó resueltamente a esa iniciativa, afirmando de un modo solemne que se trataba de un problema que exclusivamente tocaba resolver a la francmasonería italiana. Las palabras del militar evitaron entonces toda polémica, y la A. M. I., "después de ofrecer su apoyo y su amparo a los hermanos de Italia", acordó abstenerse de toda intervención.
A continuación refiere el mismo masonazo español que "en el ánimo de los espíritus más avisados, de los hombres cumbres que dirigen la Asociación nació una inquietud, brotó un nuevo sentimiento de sus deberes, surgió una idea que habrá de ser objeto de reflexión y estudio y que seguramente constituirá en el porvenir un empeño de la A. M. I.", haciendo la siguiente afirmación: "Si la francmasonería constituye una minoría caracterizada por los principios morales que la informan, en disidencia y oposición con una mayoría que le es hostil, mayoría que no la respeta, mayoría que por fuerza llega a influir en los Poderes públicos, negando y desacatando esos magnos preceptos de la tolerancia en la esfera del espíritu, en el campo de las ideas y de los sentimientos, ¿no podría ser planteado el caso en la Sociedad de las Naciones como de obligada protección a una minoría perseguida? He aquí un problema que preocupa a estas horas a los hombres que asumen la representación y son, a la vez, el órgano ejecutivo de la A. M. I."
Como se ve, trasluce el intento de intervención extraña cuando, por voluntad de la gran mayoría de un país, se sacude o se imposibilita el progreso de esa lacra que en el cuerpo nacional constituye la masonería. Y en la misma memoria, en la página 29, explica "Como una de las cuestiones que siempre se trata y motiva cambio de impresiones y "diálogos confidenciales" entre los más calificados miembros de la A.M.I. (que no pasan a las actas) es la relativa a las condiciones en que vive y se desenvuelve la orden dentro de cada país".
Y no hablemos, pues lo dejamos para otra ocasión, de las muchas diligencias desarrolladas por la masonería española antes de la guerra en los años de la Monarquía, en la guerra de Liberación, en la guerra universal y en los tiempos actuales, para lograr de la Asociación Masónica Internacional y de las masonerías extranjeras una acción común contra su Patria, y de cuya ejecución los españoles tienen amplia prueba.
Si la masonería internacional constituye el compendio y suma de las masonerías nacionales, forzosamente habrá de participar de las características que las potencias masónicas como miembros le aportan, y lo mismo que en el área nacional toda la política es interferida por la influencia nefasta e irresponsabilidad de las logias, lo mismo en lo internacional la Asociación masónica, a través de sus grandes logias y orientes de ella dependientes, viene ejerciendo su acción en las resoluciones de los grandes asuntos interiores e internacionales. El hecho de que la masonería americana permanezca apartada y escindida de la masonería europea, si bien resta a la Asociación masónica parte del poder omnímodo que de otra forma tendría, no está de ella tan lejos que no permita los mutuos servicios masónicos y que a través de las logias dependientes todavía de las masonerías europeas ubicadas en América, y que Norteamérica aspira a incorporar, se realicen gestiones y se busquen apoyos de la masonería americana.
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