conoZe.com » Baúl de autor » Rafael Navarro-Valls

Un Papa excepcional

Tuve el honor de conversar varias veces con Juan Pablo II. Unas veces, en privado. Otras, con motivo de ser recibido por el Santo Padre acompañado de varios colegas, con ocasión de congresos o reuniones internacionales celebrados en Roma.

Guardo un especial recuerdo de mi asistencia a su misa en la capilla privada del Vaticano. Antes de comenzar la Santa Misa, el Papa solía hacer oración de seis a siete de la mañana, arrodillado en un sencillo reclinatorio. En esos ratos de oración no era infrecuente que repasara uno a uno los mensajes que llegaban de todo el mundo a su secretaría particular. Mensajes llenos de dramatismo: peticiones por un hijo enfermo, por la conversión de una determinada persona, suplicando por tal o cual intención entrañable, pidiendo al Papa por la paz de un territorio...

Esas súplicas alimentaban su oración. Ninguna de ellas era olvidada.Después, hacia las siete, comenzaba la Santa Misa. El Papa había mandado poner bajo el crucifijo de su oratorio privado la efigie de la Virgen polaca de Chestokowa. Ella era la destinataria de su intensa oración. Recuerdo que, en aquella ocasión, decía la misa en lengua checa, pues los otros asistentes eran obispos checoslovacos. Unos días después -acababa de triunfar en ese país la pacífica revolución de terciopelo- el Papa visitaría la patria de Vaclal Havel.

Después de la misa, tuve la ocasión de charlar con el Santo Padre privadamente. Recuerdo que, por esos días, el rey Balduino se había negado a refrendar con su firma la ley del aborto belga.El Papa estaba preocupado por las críticas que, desde ciertos medios, pudieran dirigirse «a ese hijo suyo».

En otra ocasión, nos recibió a varios miembros de mi familia en la Nunciatura de España, en una de sus visitas a nuestro país.En cuanto entró en la sala donde estábamos, se dirigió hacia una joven madre que estaba con su hijo de pocas semanas en brazos.Lo bendijo y lo acarició. Mientras nos saludaba nos hablaba con buen humor.

En fin, un detalle que nunca olvidaré, fue la llamada personal del propio Santo

Padre que recibimos en Cartagena, mi ciudad natal, con motivo del fallecimiento de mi padre.

Si me refiero aquí a estos recuerdos personales, es porque ponen de manifiesto la excepcional humanidad del fallecido Juan Pablo II. Fue, ciertamente, un Papa «experto en humanidad». En sus años de Pontificado se acercaba a los desvalidos y a los poderosos, a los creyentes y a los agnósticos, a los ricos y a los pobres, a los sanos y a los enfermos, en grandes plazas de Occidente o en lejanos claros del bosque africano.

A todos repetía una y otra vez: «la causa de Dios es también la causa del hombre». Viajó de un continente a otro, proclamando incansable «que los derechos del hombre son también derechos de Dios». Condenó ante la puerta de Brandemburgo a las dictaduras que hicieron de ella el escenario de sus paradas militares o que la convirtieron en un muro. Bautizó el campo de exterminio de Auschwitz como «el Gólgota del mundo contemporáneo». Visitó a los desheredados de las favelas brasileñas, a los moribundos de los hospitales de Calcuta y a los enfermos de sida de Manila.Se entiende que el diario La Repubblica acabara calificándolo como «portavoz planetario de los Derechos Humanos».

Fue un Papa viajero. Sin contar los 150 desplazamientos dentro de Italia, viajó un centenar de veces a más de 145 países. Probablemente su viaje más entrañable fue el que realizó a Tierra Santa en marzo de 2000. De hecho, cuando el embajador israelí en Roma le transmitió la invitación de Isaac Rabin para visitar Jerusalén, «hubo un momento de silencio y vi lágrimas en los ojos del Papa Fue un momento digno de Shakespeare».

A veces los expertos se preguntaban: «¿Queda algo después de cada uno de esos viajes?». Esta misma pregunta le hice una vez a un cercano colaborador de Juan Pablo II. Me contestó con una anécdota. En Kisangani, a orillas del río Congo, en una noche de calor sofocante y después de una jornada agotadora, esa persona preguntó a un joven misionero al que la malaria y las dificultades materiales habían convertido en un anciano prematuro: ¿Valía la pena que viniera el Papa aquí unas horas? «No puedo hacer un balance» -respondió el interlocutor- «de lo que Dios quiera hacer aquí. Pero aunque sólo quedara el bien que ha hecho a mi alma estar con el Papa en este rincón perdido del mundo, estaría justificado su viaje».

Juan Pablo II en su largo Pontificado cambió en sus relaciones con los diversos estados los parámetros políticos de actuación por los históricos y culturales. Como él mismo dijo, «hay que ir a las raíces de la historia y de la cultura y, desde allí, mirar hacia delante». Contrario a cualquier esquizofrenia ética que separe política de moral o el momento presente de su historia, su acción moral en los países del Este aceleró el proceso de desintegración de un sistema inhumano.

Lo más sorprendente de este Papa ha sido su excepcional capacidad para movilizar a los más jóvenes. Las mayores concentraciones que se han producido en Oriente y Occidente le han tenido por protagonista: Roma (agosto 2000), casi tres millones de jóvenes y Manila (enero 1995), más de cuatro millones. ¿Razón? Su mezcla de carisma y exigencia moral.

Por otra parte, Juan Pablo II ha sido el Papa que más documentos ha publicado en la Historia. Ha sido el primer Papa que ha publicado libros de memorias o de pensamiento, encaramándolos cada uno de ellos a la lista de libros más vendidos. Se calcula que en estos 26 años ha pronunciado más de 180 millones de palabras.

Juan Pablo II, antes de morir, era consciente de que el tiempo que le quedaba era poco. Ultimamente solía recordar la leyenda que, cuando era niño, veía en un reloj de la vieja calle Koscielna, aquella donde vivía: «El tiempo se va, la eternidad espera».Cuando se le pedía que moderara su ritmo de trabajo solía contestar con buen humor: «Ya descansaré en la vida eterna». Así ha sido.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=5402 el 2006-08-17 16:17:09