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La réplica del Vaticano: Diálogo y Respeto

Es desolador y preocupante la imagen que proyectan los musulmanes que han dado vida a un frente internacional unitario para atacar al papa y exigirle unas excusas públicas. De Ben Laden a los Hermanos Musulmanes, del Pakistán a Turquía, de Al Jazeera a Al Arabiya, se ha levantado una alianza transversal y universal que ya emergió con ocasión de las viñetas sobre Mahoma, y que atestigua de modo inequívoco, que la raíz del mal es la ciega ideología del odio dominante entre los musulmanes que violenta la fe y entebrenece la mente. ¿Por qué los musulmanes, sobre todo el denominado Islam moderado, nunca levanta la voz con tanto ímpetu contra los auténticos y eternos profanadores del Islam, los terroristas islámicos que asesinan a los mismos musulmanes en el nombre del mismo Dios, los extremistas islámicos que legitiman la destrucción de Israel e inculcan la fe en el llamado "martirio" islámico, mientras ahora se sienten en el deber de promover una "guerra santa" contra la cabeza de la Iglesia Católica, que legítimamente expresa sus opiniones sobre el Islam con respeto pero con claridad de la diversidad que con naturalidad existen entre las dos religiones?

Las consideraciones expuestas por el Papa, citando al emperador bizantino Manuel II Paleólogo, sobre la difusión del Islam con la espada, es parte de la vida de Mahoma dentro de la Península Arábiga, es parte de la de sus sucesores en el resto del mundo (con honrosas excepciones), son un hecho histórico incontrovertible. Lo atestigua el mismo Corán y la realidad del paso al Islam del conjunto del Imperio Bizantino al Este y al Sur de Mediterráneo, con la consecutiva expansión al Norte en Europa y al Este en Asia.

Negar la realidad histórica es simplemente de locos, y no puede engendrar más que locura. Recuerdo lo que uno de los más insignes islamólogos contemporáneos, el egipcio Mohamed Said El Eshamawi, me dijo a mediados de los noventa, que el no compartía en absoluto la conquista militar de los países cristianos del mediterráneo a manos de las tribus árabes, él prefería que hubiesen sido difundidas pacíficamente, como ocurrió en el sudeste asiático. Pues bien el Papa sale a la palestra y es amenazado por decir lo que cada musulmán honesto e inteligente tiene que aceptar: la realidad histórica. La lectura que se extrae es que tanto Occidente como la Cristiandad han dejado de considerar la causa de todo lo que sucede, lo que está bien y lo que está mal, en el seno de Islam y en el resto del mundo. La ideología del odio es una realidad ancestral que existe en el seno del Islam ya desde sus comienzos, por la negativa a reconocer y respetar la pluraridad de la comunidad religiosa que es un hecho subjetivo entre el fiel y Dios y la ausencia de un único referente espiritual que encarne la absolutidad de los dogmas de fe.

Y es una realidad que desde la derrota de los ejércitos árabes en la guerra del 5 de junio de 1967 se ha registrado un incesante aumento numérico, paralelo al crecimiento de poder, de los extremistas islámicos, de Irán a Indonesia. Hasta desembocar en la deriva del terrorismo islámico globalizado, que ha transformado al mismo Occidente en una "fábrica de kamikazes".

Esta es la trágica realidad de la ideología del odio que ha cristalizado entre todos lo musulmanes obnubilados de antiamericanismo, de antioccidentalismo y de hostil negación del derecho de Israel a existir. Los pretextos que desencadenan la cólera cambian, de la ocupación israelí, a la guerra americana, de la viñetas de Mahoma a las declaraciones del Papa. Pero el problema está en el interior de un Islam en el que los extremistas han transformado la fe en Dios en una ideología inflexible que pretende imponer un poder teocrático y totalitario sobre todos aquellos que no son a su imagen y semejanza. Y me espanta constatar que también los denominados musulmanes moderados han renunciado al uso de la razón y se alinean con una "guerra santa" de la que serán las primeras víctimas.