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¡Otra vez la educación sexual!

Trivializar lo sexual ha sido uno de los mayores fallos de la llamada revolución sexual y sufrimos sus consecuencias, como el aumento grave de los embarazos adolescentes en el Ecuador y otros países.

Es evidente que este fenómeno social no responde a una sola causa y no se puede culpar únicamente a la mala educación sexual. También hay crisis de autoridad, cultura del alcohol, hedonismo, migración, crisis económica, etcétera, que confluyen y afectan al contexto familiar, ambiente natural para el desarrollo afectivo y el equilibrio de los adolescentes, herido hoy por la inestabilidad y el incremento de divorcios.

Este problema no se resolverá con una nueva ley "de salud" enseñando a usar el condón. o píldoras abortivas, porque en países como Estados Unidos, donde se gastaron millones en estas mismas políticas, el índice de embarazos y abortos provocados en adolescentes se incrementó.

Siempre he creído en la educación sexual y he sido una de las pioneras por haber impartido cursos, charlas y seminarios a alumnos, padres y profesores por más de treinta años y siempre he estado convencida de que es derecho y deber de los padres darles a sus hijos la orientación fundamental y la formación en los valores propios de la sexualidad. Lo que se haga en los colegios es subsidiario, no reemplazante.

Evidentemente este tema crucial que implica a toda la persona, su afectividad, valores, principios religiosos, generación de vida, identidad sexual y la formación de la pareja, sigue siendo difícil de tratar para los padres de familia, porque a su alrededor se han creado mitos, tabúes y falacias. Por lo tanto, considero fundamental que si realmente se busca el bienestar de la familia en el Ecuador, es a los padres y madres, de todas las etapas escolares, a quienes deben estar dirigidos los mayores esfuerzos de la educación sexual, como lo he defendido muchas veces.

Recordemos que la identidad sexual se adquiere en el ámbito familiar como resultado de un proceso interior, no consciente, fruto de la experiencia con los modelos femenino y masculino presentes. Es allí donde aprendemos a ser y sentir como hombres, como mujeres y donde se vivencia y copia también la violencia y el maltrato, que no se puede evitar despenalizando un crimen.

La sexualidad humana es un tema complejo y no puede trivializarse, como lamentablemente se aprecia en algunos textos que se utilizan con poco criterio.

Se dejan a un lado valores como el respeto y cuidado del propio cuerpo más allá de la higiene sexual, porque el cuerpo no es algo que "tenemos" sino que nos permite "ser", vivir y expresarnos; de allí que el abuso sexual, en cualquier grado, sea tan abominable. Enseñemos a los niños desde pequeños a respetar también el cuerpo de los demás.

Es inadmisible que los textos expliquen la fisiología de la relación sexual fuera del contexto del amor, la gran diferencia de los animales. Educar para la amistad y el amor es indispensable para un desarrollo sano del impulso sexual.

El hedonismo ambiental exige revalorizar el verdadero y maravilloso significado humano del placer sin reducir todo a la dimensión placentera, olvidando que tenemos que usar con responsabilidad ese "valor agregado" del don de la vida; rescatar el sentido de compromiso y entrega total del encuentro sexual y abandonar la falacia de simple necesidad física, porque los humanos somos seres complejos y nuestras necesidades también.

Educar en valores auténticos es una inversión a largo plazo, pero duradera.

Cuando se impuso la ley para la educación sexual en los colegios, la gran preocupación fue: ¿hay maestros preparados? ¿Creerán los padres de familia que ya no es su obligación? Después de ocho años, ¿en qué hemos mejorado? ¿Qué o quiénes fallaron?