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Viaje a Turquía
Hoy comienza el viaje de Benedicto XVI a Turquía.
Desde su polémico discurso en Ratisbona, los islámicos radicales se la tienen jurada; es más, algún grupo no ceja en seguir lanzando amenazas de muerte.
Por este motivo, muchos «hombres de bien» aconsejan a Benedicto XVI que suspenda el viaje; su figura es tan imprescindible que no se puede poner en peligro.
Pero no comprenden, no quieren comprender, que la finalidad del Santo Padre no es gobernar la Iglesia desde la tranquilidad y la comodidad de su despacho, sino con otro estilo, con el de Jesucristo, que dijo: «No piensen que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino discordia... El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que quiera conservar la vida, la perderá, y el que la pierda por mí, la conservará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió»
El «siervo de los siervos de Dios» está obligado a obedecer el compromiso que la Iglesia tiene con sus fieles. Dios le necesita para cumplir su misión. Y, por ello, deberíamos recordar que el santo Padre además de ser obispo de Roma es jefe del Estado de la Santa Sede, por lo que debe realizar una serie de audiencias, conferencias y viajes adecuados a su responsabilidad en el cargo. Pero, además, Benedicto XVI, debe gobernar la Iglesia y resolver los problemas que le afectan con el compromiso de que «los poderes del infierno, de la muerte, no vencerán a la Iglesia»
Dicho esto, quizás ahora, podamos entender un poco mejor los objetivos del viaje de Benedicto XVI a Turquía.
En primer lugar, se trata de una visita de carácter pastoral. Como obispo de Roma, pretende apoyar a unos fieles privados de libertad, que no son reconocidos jurídicamente y que necesitan un bálsamo de esperanza para continuar su camino.
En segundo lugar, se trata de una visita de carácter ecuménico. Como todo gobernante que se precie, el «siervo de los siervos de Dios» responde a la invitación del patriarca Ecuménico de Constantinopla, Su Santidad Bartolomé I, con la misión clara de un acercamiento fraterno entre cristianos.
Y en tercer lugar, es un viaje de diálogo con el Islam. Como Jefe de Estado de la Santa Sede se reunirá con el presidente de la República y con el viceprimer ministro, además de con el Presidente para los Asuntos Religiosos del país, con el que pretende poner encima de la mesa cuestiones tan importantes como el diálogo y convivencia entre musulmanes y cristianos.
Dicho esto, me siento en la obligación de recordar las palabras del obispo Luigi Padovese, vicario apostólico de Anatolia (Turquía): «Creo que es la primera vez que se reza tanto por un viaje del Papa»
La iglesia sufre, el Papa sufre, y yo, como miembro de la familia católica, sufro con ellos.
Me gustaría poder ayudar más, es más, estaría dispuesta inmediatamente a ello, pero, solo puedo ofrecerle mis oraciones... que no es poco.
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