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Mormones

Es el nombre común para los miembros de The Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints (Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días), secta protestante de unos tres millones de miembros (1968) con sede central en Salt Lake City (Utah, U.S.A.).

En el estudio confesionológico del mormonismo es absolutamente necesario distinguir estas cuatro cosas:

  1. El fundador y el origen y la primera historia de la secta, con frecuencia muy sombría bajo el aspecto moral;
  2. sus doctrinas y prácticas religiosas;
  3. sus actividades culturales y sociales;
  4. la mentalidad de sus actuales miembros.

Estos últimos distan ya más de ciento veinticinco años de la fundación; la vida del fundador, con sus pretendidas planchas de oro y revelaciones divinas, les es presentada bajo una forma exenta de toda crítica y además totalmente desfigurada. Sin duda alguna hay entre los mormones un gran número de personas nobles, cultas y auténticamente religiosas. Por sus éxitos económicos y culturales los mormones han conquistado no poca fama en todas partes durante los últimos años; a lo cual contribuyeron sustancialmente los acontecimientos de la época. Pero quien sólo atiende a esto se quedará sin conocer rectamente el mormonismo, y perderá de vista la dislocación del cristianismo que implica.

1. El fundador de los mormones

Fue el americano Joe Smith, nacido el 23 dic. 1805 en Sharon (Vermont, USA) en un ambiente de penuria. La familia Smith había emigrado en 1638 de Inglaterra a América y pertenecía a los presbiterianos. Joe era el cuarto de diez hijos. Tanto por parte del padre, la formación de Joseph Smith, como sobre todo por parte de la madre, tenía taras hereditarias. El padre, fantasioso y soñador, lo había intentado todo en el campo económico y, finalmente, se estableció en una pequeña finca de la aldea de Manchester en el condado de Ontario. En la familia de la madre, Lucy Mack, eran francamente hereditarios el «profetismo» y la superstición. El ambiente, la educación y las circunstancias contribuyeron a deformar el temperamento de Joe Smith (hijo); cuando tenía 11 años de edad, el padre había cambiado ya 11 veces de residencia y de profesión. Pero, aun en medio de tantas preocupaciones económicas, el interés particular de la familia se centraba en las cuestiones religiosas, en discutir sobre supuestas visiones o revelaciones divinas. De este modo su psique se vio pronto sujeta a una sobreexcitación religiosa. En 1823, a la edad de 18 años, aseguró que se le había aparecido el ángel Moroni o Mormón, el cual le había revelado que en la colina de Cumorach cerca de Manchester había unas placas de oro enterradas, en las cuales estaba grabada la historia más antigua de América y también ciertas revelaciones de Dios al pueblo americano. Más tarde contó que el 22 sept. 1827 el ángel le había entregado las mencionadas planchas de oro, cuyo contenido tradujo él con dos cristales puestos junto a las planchas, los supuestamente bíblico Urim y Thummim, dictándolo a Oliver Cowdery. El 15 mayo 1829 él y Cowdery pretendieron haber sido ordenados en secreto por S. Juan Bautista como primeros sacerdotes; luego Joe Smith administró el bautismo por inmersión a Cowdery, y éste hizo lo propio con él. En jul. 1830 Smith publicó la traducción de las planchas de oro con el título de Book of Morinon y fundó su nueva secta con seis personas, en una reunión que tuvieron en Fayeet (New York).

El profesor de Kiel, Peter Meinhold, ha escrito que en El libro de Mormón hay que «ver la más hábil falsificación histórica que la época moderna ha producido» (P. Meinhold, en «Saeculum, Jahrbuch für Universalgeschichte» 5, 1954, 65 ss.). El libro no alcanza la extensión del A. T., y estilísticamente es una imitación, muy desmañada, de sus libros históricos y proféticos. Cerca de la vigésima parte está tomado literalmente de la Biblia, especialmente de los libros de Moisés, Isaías y del sermón de la montaña. Comprende quince libros separados, titulados en parte con nombres del A. T. y en parte con nombres inventados libremente. De los quince libros, el antepenúltimo lleva el título El libro de Mormón, del que toma nombre toda la obra.

Con gran astucia y elocuencia, con admirable tenacidad y delirante fanatismo puso Joe Smith en marcha su plan para reconstruir «la verdadera Iglesia de Jesucristo» y establecer de este modo «la Iglesia de los santos» antes del fin del mundo. En 1831 se dirigió, junto con sus seis primeros adeptos, a Kirtland (Ohio); aquí se unió con él un pastor protestante de la localidad, llamado Rigdon, con casi toda su feligresía de mil almas. Desde aquí envió sus primeros misioneros a Missouri. En 1832 dio a su secta el nombre oficial de «Church of Jesus Christ of Latter day Saints». En 1835 los mormones compraron a un viajante unos cuantos sarcófagos de momias con rollos de papiro, que Smith publicó bajo el título The Book of Abraham. En 1836 fue consagrado el templo mormón de Kirtland. Al año siguiente un banco que había fundado en Kirtland seis años antes con capital ficticio quebró. Entonces Smith huyó desde Ohio hacia Missouri y luego se desplazó al Estado de Illinois. Le acompañaban unos miles de seguidores que se habían ido incorporando. Al este del Misisipí desecaron una gran extensión de terreno palustre y fundaron la ciudad de Nauvoo. Aquí se construyó también un templo mormón, que fue consagrado en 1841. Smith organizó un ejército, la llamada legión de Nauvoo, de la cual tomó el mando supremo como «lugarteniente general». Sus anhelos se orientaban desde el principio a la conquista del mundo; su secta debía convertirse en la religión del mundo. Por eso en 1831, «por encargo y por revelación de Dios», anunció que los fieles tendrían que salir de dos en dos en cuanto él lo mandase, para evangelizar el mundo. En 1837 sus misioneros conquistaban los primeros adeptos en Inglaterra. Desde 1840 se indujo a los «convertidos» a emigrar a Nauvoo; en 1844 había aquí ya 4.600 emigrados de Europa.

Desde 1841, Joe Smith, casado desde 1827, tenía relaciones sexuales con diversas muchachas; y lo mismo hacían otros dirigentes del nuevo movimiento. Para justificar este comportamiento y para aumentar rápidamente el número de adeptos declaró en 1843 que la poligamia había sido revelada y ordenada por Dios. En la«Endowment-House» erigida por él en Nauvoo, se contraían los matrimonios secundarios, los llamados matrimonios celestes (Spiritual Wifery o Celestial Marriage). En el año 1844 Joe Smith —que contaba ya con más de 10.000 adeptos— puso todo su empeño en llegar a ser presidente de USA y envió a varios centenares de sus misioneros para que organizaran mítines electorales en su favor. Pero su comportamiento autocrático y su desenfreno moral provocaron entre sus mismos partidarios fuerte oposición. El 24 jun. 1844 el gobernador Ford lo hizo encarcelar junto con su hermano Hyram Smith internándolo en la prisión de Carthage. El 27 de junio, o sea, tres días más tarde, una banda de unos 200 individuos enmascarados se presentaron en la prisión, forzaron la entrada y mató a tiros a los dos hermanos Smith; a loe, en el instante en que pretendía huir desde la celda al patio de la cárcel.

2. Historia posterior

En las disensiones por la sucesión que siguieron a la muerte de Joe Smith, se impuso el carpintero Brigham Young, de cuarenta y tres años, hombre de voluntad inflexible y de férrea energía. Había nacido en 1801 en Vermont, como hijo de un campesino. A los treinta y un años de edad se incorporó al movimiento de los mormones, resultando un partidario fanático de Joe Smith. Murió el 22 ag. 1877, a los 77 años, dejando 17 mujeres —9 ya fallecidas—, 56 hijos y una enorme fortuna.

En el invierno de 1846 Brigham Young, seguido por la mayoría de los miembros de la secta —de 12 a 15 mil—, salieron de Independence (Missouri) para emprender la famosa expedición que condujo al definitivo asentamiento de los mormones Brigham Young dirigió aquella ingente masa humana entre esfuerzos colosales y terribles sacrificios y privaciones siempre hacia adelante, hasta que se detuvieron en el valle del gran Lago Salado. Hubieron de superar dificultades inmensas. Pero lo más terrible era que ninguno conocía exactamente la meta, ni siquiera el mismo caudillo de la expedición. No consta con exactitud el número de expedicionarios; eran por lo menos 12.000 personas con 30.000 bestias y 3.000 carros las que iniciaron aquella memorable excursión por caminos ignotos. El 21 jul. 1847 el anciano Orson Pratt y Erastur Snow llegaron los primeros al amplio valle del Lago Salado, una región enteramente desierta. Cuando tres días después llegó el primer gran destacamento con Brigham Young todavía enfermo, encontró ya seis fanegas de tierra roturadas y sembradas. Este 24 jul., es considerado como «el día de los pioneros» y se celebra solemnemente todos los años. Después de algunos meses llegó la última tropa. Según algunos relatos, casi la mitad de los expedicionarios pereció por enfermedad, por hambre o por extenuación. El 28 jul. Drigham Young señaló el lugar destinado para el gran templo.

Exteriormente aquel territorio se parecía, en parte, a la tierra prometida de los israelitas, que es la que tenían presente en sus sueños los mormones En vez del mar Muerto estaba aquí el Lago Salado. Altas montañas rodeaban toda la comarca. En una cumbre gigantesca, a 3.600 mormones, bautizada por los mormones con el nombre de «Mount Nebo», brotaba un río, el Jordán del nuevo Estado. En el sitio donde las vanguardias habían acampado el 21 jul. se fundó la nueva Jerusalén, la ciudad santa de los mormones, Salt Lake City. En ella se construyó el templo de los mormones, un edificio grandioso de granito blanco con seis torres y el llamado tabernáculo en forma de colmena con 13.500 asientos y un órgano gigantesco de 2.678 tubos.

La poligamia y la inmigración extranjera hicieron crecer rápidamente a la secta. Los misioneros mormones estimulaban a muchos para que fueran a aquellos parajes. En 1875 había ya 75.000 miembros en el territorio del Lago Salado. Allí surgió el Estado independiente de Utah, el cual, tras largas luchas y esfuerzos, fue reconocido en 1896 como Estado independiente de la Unión americana con leyes propias. El presidente mormón Wilford Woodruff, segundo sucesor de Brigham Young, había desaprobado la poligamia en 1890, y en 1895 la había prohibido.

Según dijimos, los mormones habían puesto el pie en Inglaterra en el año 1837 y luego también en Escandinavia. En 1851 llegaron a Suiza; en 1854, a Italia; en 1855, a Alemania; en 1866, a Francia; en 1879, a Bélgica, y en 1884, a Oriente. En 1956 la «Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días» tenía en todo el mundo 1,4 millones de miembros, es decir, de bautizados con ocho años en adelante. El número de sus comunidades era de 3.500. En 1956 Salt Lake City tenía 230.000 habitantes, de los cuales el 50% eran mormones; el Estado de Utah, 760.000 hab. con un 68% de mormones En 1963 los mormones sumaban una cifra superior a los 2 millones de miembros.

La secta posee grandes riquezas, pues cada miembro paga el décimo entero de todos los ingresos y, además, tienen un enorme patrimonio. Por otro lado, los misioneros de esta secta (por lo regular jóvenes) se enrolan a título honorífico para unos dos años; y en este tiempo corren a cargo de la comunidad mormona los gastos de viajes y manutención. La natalidad del Estado mormón de Utah es el doble de la que tienen los otros estados de la Unión.

3. Doctrinas

Hay trece artículos de la fe que recopilan las doctrinas así como los usos y organización de la comunidad. Son los siguientes:

  1. Creemos en Dios, el Padre Eterno y en su Hijo, Jesucristo y en el Espíritu Santo.
  2. Creemos que los hombres serán castigados por sus propios pecados y no por el pecado (transgresión) de Adán.
  3. Creemos que por medio de la expiación de Cristo puede ser salvada toda la humanidad obedeciendo las leyes y consejos del Evangelio.
  4. Creemos que los primeros principios y consejos del Evangelio son: primero, fe en Jesucristo; segundo, arrepentimiento; tercero, bautismo por inmersión para la remisión de los pecados; cuarto, imposición de las manos para obtener el don del Espíritu Santo.
  5. Creemos que un hombre puede ser llamado por Dios por la profecía y por la imposición delas manos, por aquellos que están en poder de autoridad para predicar el Evangelio y regir sus instituciones.
  6. Creemos en la misma organización que existía en la iglesia primitiva: apóstoles, profetas, pastores, maestros, evangelistas, etc.
  7. Creemos en el don de lenguas, de profecía, de revelación, de curar enfermedades, de interpretación de lenguas, etc.
  8. Creemos que la Biblia es la palabra de Dios en tanto en cuanto está traducida correctamente; también creemos que el libro de Mormón es la obra de Dios.
  9. Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que ahora revela y que Él todavía revelará muchas e importantes cosas relativas al reino de Dios.
  10. Creemos literalmente en la convocación de Israel y en la restauración de las Diez Tribus; que Sión será construido sobre este continente (América); que Cristo reinará personalmente sobre la tierra y que la tierra será renovada y recibirá su gloria paradisiaca.
  11. Reclamamos el privilegio de adorar a Dios Todopoderoso de acuerdo con los dictados de nuestra propia conciencia y permitimos a todos los hombres el mismo privilegio dejándoles adorar lo que quieran, como quieran y donde quieran.
  12. Creemos que estamos sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes y magistrados, obedeciendo, honrando y manteniendo la Ley.
  13. Creemos que hay que ser honrados, veraces, castos, benevolentes, virtuosos, y que hay que hacer el bien a todos los hombres.

El artículo primero tiene un estilo completamente cristiano. Sin embargo, como el fundador de los ni., lee Smith, carecía por completo de conocimientos teológicos, tomó al pie de la letra las expresiones frecuentemente antropomorfas o figuradas de la Biblia y aun las acentuó en su libro mormón y en las otras supuestas revelaciones. Así, pues, los mormones creen que Dios es un ser corpóreo con figura y extensión determinada, un «ser con miembros y emociones». «Un ser incorpóreo es un absurdo en sí mismo. Y si Dios tiene una figura, debe tener necesariamente una magnitud determinada y en consecuencia una extensión limitada en el espacio. A Dios le es imposible ocupar al mismo tiempo más de un lugar» (J. E. Talmage, o. c. en bibl., 40 ss.). Aquí se niega, pues, la espiritualidad de Dios, su infinitud y su omnipresencia. Según la doctrina mormona, las tres divinas personas no constituyen una unidad sustancial: «Padre, hijo y Espíritu Santo están separados en cuanto a la persona y en cuanto a la figura como cualquier grupo de tres personas en el estado de mortalidad; pero su unidad en los designios y en la acción es tal que las disposiciones de las tres son una sola cosa. Además, el Padre y el Hijo son iguales entre sí en su apariencia corpórea» (ib. 38 ss.).

El llamado pecado de nuestros primeros padres, del cual habla el segundo artículo de fe, fue —dicen— un suceso extraordinariamente venturoso: «Participando en el gran drama de la caída, Eva secundó los designios previos de Dios; y Satanás, tentando a Eva, favoreció las intenciones del Creador, cuando pretendía frustrar los designios de Dios. El papel que Adán desempeñó en este gran acontecimiento fue sustancialmente distinto del que desempeñó la mujer: él no fue engañado; al contrario, él reflexionó y se decidió a hacer lo que Eva deseaba, a fin de llevar a efecto los designios de su Creador. Nuestros primeros padres tienen derecho a nuestro profundo reconocimiento por la herencia dejada a los descendientes; sin ella los espíritus de los retoños de Dios hubieran sido incapaces de alcanzar el premio de la victoria. De nuestro padre Adán todos hemos heredado los dolores a que está sujeta la carne; pero también el conocimiento del bien y del mal, gracias a cuyo empleo los hombres pueden hacerse como dioses» (ib. 77-79). Con tal teoría es lógico que en el segundo artículo de la fe se niegue expresamente el pecado original en cuanto pecado. Por eso en la secta de los mormones no se bautiza a los niños antes de los ocho años, o sea, no antes de que hayan podido cometer pecados personales.

El tercer artículo de la fe trata del sacrificio expiatorio de Cristo, por todos los pecados de la humanidad. Mediante el sacrificio expiatorio de Cristo, todos son liberados de la culpa del primer pecado. Para librarse de la culpa de los pecados personales y de sus consecuencias y para lograr la bienaventuranza y glorificación se requiere la cooperación humana al sacrificio expiatorio de Cristo. Los mormones subrayan con fuerza la libertad y responsabilidad moral. En la otra vida, no sólo hay cielo e infierno, sino muchísimos grados de glorificación. Aquellos que con sus acciones se han entregado por entero en manos del demonio, son condenados al infierno, porque rechazaron por propia culpa los frutos del sacrificio expiatorio de Cristo.

Para participar en estos frutos, el pecador, como enseña el cuarto artículo de la fe, debe creer en Cristo y hacer penitencia. La fe que confía en Dios nace de la gracia de Dios y de la cooperación del hombre y debe ratificarse con las obras buenas; se rechaza como «sectaria» la doctrina según la cual el hombre «puede lograr la bienaventuranza» con la sola fe (ib. 118 ss.). La penitencia, necesaria junto a la fe, tiene estas etapas: «El primer paso para el perdón de los pecados es que el pecador confiese su falta; el segundo, que perdone a los otros que han pecado contra él; y el tercero, que mediante la observancia de la ley divina demuestre reconocer el sacrificio expiatorio de Cristo» (ib. 120). Al igual que la fe, también la penitencia es gracia de Dios mediante el Espíritu Santo y la colaboración del hombre.

El cuarto artículo de la fe exige para alcanzar la bienaventuranza, además de la fe viva por las obras y la verdadera penitencia, el bautismo de agua por inmersión. Este sacramento lo confiere un ministro autorizado por Cristo. Fue instituido por Cristo como «puerta de la Iglesia» y como «signo de la alianza entre el creador y el pecador arrepentido» (ib. 131). La doctrina de las iglesias cristianas sobre la necesidad del bautismo de los niños es considerada como «repugnante herejía». Puesto que según el mandato de Cristo hay que bautizar a todos los hombres, los mormones han introducido el bautismo vicario de los ya bautizados, o sea de personas de más de ocho años, en favor de sus antepasados fallecidos; este bautismo de los difuntos sólo puede llevarse a cabo en los templos mormones y no actúa mecánica o sacra mentalmente, sino en el sentido de que le es propuesta la verdad a los difuntos y ellos pueden decidirse libremente en favor o en contra. El bautismo de agua tiene su complemento y coronación en el bautismo de espíritu o de fuego, que es administrado mediante la imposición de las manos hechas por un representante del sacerdocio superior, llamado de Melquisedec, a diferencia del bautismo de agua, que es conferido por un sacerdote del sacerdocio inferior, llamado de Aarón. Otra institución de Cristo es la Cena, en la cual se gustan «los sagrados símbolos». Éstos no son pan y vino, sino generalmente pan y agua. Sólo pueden participar en la Cena los fieles dignos; la celebran todos los domingos los sacerdotes pertenecientes por lo menos al orden de Aarón.

El quinto artículo de la fe trata de la necesidad del sacerdocio y de la consagración sacerdotal: Se subraya fuertemente la necesidad de la ordenación sacerdotal, e igualmente la importancia de la sucesión. Puesto que, según la doctrina mormona, antes de la época de J. Smith había desaparecido el verdadero sacerdocio de Cristo, afirman los mormones que S. Juan Bautista ordenó el 15 mayo 1829 a Joe Smith y a su colaborador Oliver Cowdery como sacerdotes del orden de Aarón mediante la imposición de las manos; y poco tiempo después los apóstoles Pedro, Santiago y Juan les confirieron el sacerdocio superior, o sea el de Melquisedec. El sacerdocio de Aarón comprende los oficios de diácono, de doctor y de sacerdote, por encima de los cuales está el obispo en cuanto presidente. Los oficios del sacerdocio de Melquisedec son apóstol, patriarca, sumo sacerdote, septuagenario y anciano.

El artículo décimo ofrece aspecto quiliástico: Tras de levantarse la nueva Sión en América vendrá el reino milenario de la paz de Cristo en la tierra, en el cual proseguirán con especial intensidad los bautismos vicarios para aquellos que no hubieren recibido el bautismo mormón. Después del reino milenario vendrá la resurrección general y luego el juicio final con el premio eterno o el castigo también eterno. Los tres últimos artículos de la fe encierran prescripciones prácticas sobre el culto de Dios, la obediencia a la autoridad civil y otras virtudes. Se recomienda especialmente la honestidad, la sinceridad, la castidad y la beneficencia.

4. Valoración

Reconozcamos los grandes méritos adquiridos por los mormones con haber abierto al cultivo las comarcas desérticas de Utah y con haber estimulado la cultura y la civilización bajo múltiples aspectos, mediante la diligencia y el espíritu de sacrificio, mediante la resuelta abstención del alcohol y mediante una labor educativa y escolástica ejemplar. Pero aun con todo, tenemos que rechazar decididamente esta secta por sus doctrinas fundamentales nada cristianas. Su doctrina es una especie de sincretismo religioso de politeísmo pagano, de protestantismo y de ideas católicas, hecha posible a partir de lo que ha sido llamado el principio formal del protestantismo, es decir, de la doctrina sobre la suficiencia y claridad de la Sagrada Escritura: es un hecho que los tratados de los mormones tratan de probar todos sus errores con numerosos pasajes bíblicos, que tomados a la letra parecen ser enteramente apropiados. Por otra parte, toda la doctrina y vida de esta secta rezuma el activismo y optimismo típico de algunos sectores americanos; esto le da un aire pelagiano que tiende a socavar la importancia de la gracia. Desde el punto de vista confesionológico hay que hacer notar también ciertas reminiscencias católicas, no consideradas en cuanto tales por el fundador de los mormones: el acentuar la creencia en la voluntad salvífica universal de Dios y el negar formalmente toda doctrina restrictiva de la predestinación; el unir la gracia con el libre arbitrio en la obra de la salvación, rechazando expresamente la doctrina protestante de la justificación; la defensa de la dignidad del sacerdocio y de la necesidad de la sucesión apostólica; y la importancia concedida a la donación del Espíritu Santo mediante el bautismo de espíritu o de fuego (confirmación) cual institución sacramental de Cristo, la cual está en las manos de los representantes del sacerdocio superior. La idea mormona sobre el pecado original es muy superficial, no bíblica y casi no cristiana; en general, se mira el pecado desde el aspecto ético más que desde el aspecto teológico.

5. Sectas mormonas derivadas. A la muerte de Joe Smith un grupo de mormones entre ellos la mujer, la madre, el hermano William y la hermana del asesinado Joe, se separó del grupo principal encabezado por Brigham Young, se constituyó en 1852 como Reorganized Church of Jesus of Latter day Saints, y en una asamblea celebrada en Amboy (Illinois) el 6 abr. 1860 indujo al hijo mayor del fundador, que se llamaba también Joseph, a asumir el mando. Tienen su sede en Independence (Missouri) y en 1956 contaban con 156.000 miembros. Se ha propagado también por otros estados de USA, por Canadá, Inglaterra, Suiza, Holanda, Escandinavia y Alemania; en Rotterdam tiene su centro misionero para Europa.

Los mormones que habían quedado en Independence (Missouri), cuando la famosa expedición dirigida por Brigham Young, fundaron en 1867 la Church of Christ, Temple Lot. En 1831 Joe Smith, ignorando aún la evolución que iba a seguir su secta, había señalado un lugar donde según revelación divina sería construida la nueva Sión. Los miembros de la Church of Christ, Temple Lot, poseen ese lugar y lo tienen destinado para un templo; pero su escaso número (actualmente cuentan unos 3.000 miembros) no les ha permitido todavía erigirlo.

Tanto esta rama de mormones, como otros grupos menores —cuentan sólo unos 2.000 miembros cada uno— llamados cutleritas, bickertonitas y strangitas, no han salido de los límites de USA. Aunque en cuestiones de organización se apartan de la secta principal, en las doctrinas esenciales coinciden con ella.

Bibliografía

Obras de los propios mormones: J. SMITH, El libro de Mormon, Salt Lake City 1952; Id, Las Revelaciones y Convenios, ib. 1957; Id, La Perla Preciosa, ib. 1957; Id, José Smith relata su propia historia, ib. 1956; J. E. TALMAGE, A Study of the Articles of Faith, 40 ed. ib. 1960; W. E. BERRETT, Teachings of the Book of Mornion, ib. 1952; Id, Teachings of the Doctrine and Covenants, ib. 1956; W. F. BENNET, Why I ani a Morrnon, 2 ed. Nueva York 1958.

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