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Sarkozy y el laicismo del PSOE
El manifiesto constituye un ejemplo de laicismo sectario y de ausencia de inteligencia
Se acaba de publicar en España el libro-entrevista de Nicolás Sarkozy titulado La República, las religiones, la esperanza, cuya lectura es absolutamente recomendable.
En él Sarkozy —que se reconoce al final de la entrevista como miembro de la Iglesia católica, pero de práctica esporádica— acredita una relevante comprensión de la cuestión espiritual vinculada a la vocación a la trascendencia del ser humano, es «la cuestión de la esperanza, la esperanza de una perspectiva de realización en la eternidad después de la muerte». Para él «la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro siglo tienen necesidad de lo religioso». Pero si la religión es importante para buena parte de los ciudadanos, lo es también para el equilibrio de la sociedad. Afirma así la importancia instrumental de las religiones como «portadoras de esperanza» y transmisoras de valores, pero también de raíces culturales para la definición de una identidad. «El catecismo ha dotado de un sentido moral bastante afinado a generaciones enteras de ciudadanos». «El espíritu religioso y la práctica religiosa pueden contribuir a apaciguar y regular una sociedad en libertad». La conclusión de todo ello es el reconocimiento de las religiones como un factor positivo y la complementariedad entre el mensaje original de éstas y el ideal republicano. «El ideal republicano no da satisfacción a la necesidad espiritual, a la esperanza. La República es un modo de organizar el universo temporal. Es la mejor manera de vivir juntos. Pero no es la finalidad del hombre».
Sarkozy realiza una muy interesante distinción entre fundamentalismo e integrismo. Como él mismo afirma, conviene ser muy escrupuloso en la elección del vocabulario. La religión es una búsqueda de lo absoluto. Creer es de por sí absoluto. «¿Qué pastor se arriesgará a aconsejar moderación enlo referente a la existencia de Dios o el respeto a los evangelios?». Pero ese fundamentalismo consustancial a las religiones se convierte en integrismo cuando se pretende dominar y someter a otro, privándole de su libre albedrío. Para Sarkozy la religión, el fundamentalismo religioso, a diferencia del extremismo o integrismo «no es un peligro ni una amenaza para la sociedad, sino al contrario».
Afirma Sarkozy no tener una concepción sectaria de la laicidad, ni tampoco la visión de una laicidad indiferente. Cree en una laicidad positiva que garantiza como un derecho fundamental de la persona el derecho a vivir la propia religión, derecho tan importante como el de asociación o el de presunción de inocencia.
Muy lejos de la posición de Sarkozy se encuentra el Manifiesto del PSOE con motivo del XXVIII aniversario de la Constitución titulado Constitución, laicidad y educación para la ciudadanía. El manifiesto constituye un ejemplo, no de laicidad, sino de laicismo sectario y de ausencia de inteligencia, tanto pura como aplicada al hecho religioso. Huele a viejo, hace un siglo aproximadamente cuando se construyó el laicismo en combate contra la influencia de la religión católica.
Ciertamente resulta cuando menos curioso hacer un manifiesto sobre «Constitución, laicidad y educación para la ciudadanía» y no referirse en ningún momento a la «libertad religiosa y de culto», que es junto a la «libertad ideológica» la expresión que utiliza y el derecho que garantiza el artículo 16 de la Constitución. ¿Es ignorancia o pretende una mutación constitucional?
Afirma que —gracias a lo que llaman laicidad— la interrupción voluntaria del embarazo ha dejado de ser un «delito civil» y se ha convertido en una «libertad». Ignora también que es un delito tipificado del Código Penal cuya realización es impune —no una libertad ni un derecho— cuando concurren determinadas circunstancias, y que esa tipificación penal deriva —así lo ha entendido el Tribunal Constitucional— del artículo 15 de la Constitución que los autores del manifiesto pretenden homenajear. No realiza ningún reconocimiento del hecho religioso. Para el PSOE los «fundamentalismos religiosos» —obviamente utilizando el concepto sarkozyano, es decir, las religiones simplemente— siembran barreras entre los ciudanos.
El hilo argumental conduce a la defensa a ultranza de la nueva materia curricular de Educación para la Ciudadanía, que pretendería formar o transmitir el «mínimo común ético constitucional», en cuyo contenido, atendiendo a los ejemplos que se citan en el documento, se afirmaría la ética del aborto y del matrimonio de personas del mismo sexo. Obviamente el Manifiesto rehuye otro derecho constitucional, el que el artículo 27 de la Constitución atribuye a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
El título del Manifiesto no hace justicia a su contenido. Debiera ser Mutación constitucional, laicismo y educación para la ciudadanía.
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