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Navidad y esperanza
Estamos en fechas muy cercanas a la Navidad: el día del nacimiento de Jesús. Para los cristianos es una festividad de alegría y de gozo y deseamos se extiendan a todos, creyentes y no creyentes, nuestros deseos de Paz, de fraternidad...
Y lo hago con toda sinceridad. Pese a que en los momentos actuales parece que existe un enconado intento de agraviar, de denostar y de ofender a quienes tienen, tenemos, creencias religiosas...
Me explico. Tras mucho tiempo de pacífica convivencia en nuestra nación, España, entre la Iglesia católica y sus seguidores y las instituciones políticas, ha surgido en los últimos tiempos, un vehemente deseo de enfrentamiento y ataque por parte de sectores próximos al Gobierno central. A título de ejemplo vemos lo siguiente: Se ha ninguneado la importancia de la asignatura de la religión, y no se da cumplimiento a los deseos de los padres, auténticos responsables de la educación de sus hijos, según precisa nuestra Constitución y se predica un laicismo ofensivo y trasnochado que considera perjudicial para la sociedad las confesiones monoteístas (en clara alusión al catolicismo).
Y para aumentar este deterioro cívico y de convivencia entre españoles, y pese a las continuadas protestas y opiniones críticas de cualificados historiadores, se sigue adelante con el aberrante Proyecto de Ley de la Memoria Histórica. Y se va observando que los promotores de esta iniciativa buscan la revisión de los juicios de las víctimas de un bando de la fratricida guerra civil: el de los perdedores. Se pretende la 'anulación' de dichos juicios que dieron lugar a las sentencias de las reiteradas víctimas. Obviamente, la otra parte, la de los ganadores, estarán en su derecho de solicitar igual trato para los sentenciados, durante el período revolucionario-republicano.
Y nos preguntamos: ¿Qué se busca con todos estos planteamientos? ¿No se había conseguido ya la auténtica superación del pasado con la nunca suficientemente ponderada Transición? Yo así lo creía. Pero parece ser que algunos, o bastantes, y contando con el visto bueno de quienes mandan no están en la misa línea. Y después de 70 años tenemos que volver a hablar de nuestros abuelos, de nuestros padres? Seguro estoy que ellos no aceptarían esta deriva que estamos sufriendo y que sólo perjuicios va a deparar. A todos. De un bando y de otro.
La insensatez es mala consejera y se observa que abunda. Y por desgracia en puestos de alta responsabilidad pública. Donde existe poder de decisión. Y vuelvo al principio de estas líneas. Y tras lo expuesto, a título de ejemplo vigente, digo que ojalá en los próximos días, de reuniones familiares, de encuentros de amistad, llenos de sentimientos y afectos, nos llegue al corazón sensaciones positivas que hagan encauzar nuestras actuaciones hacia lo mejor: La paz y la concordia. Para ello, eliminemos obstáculos. Busquemos el acercamiento y el acuerdo. Que así sea. ¿No se había conseguido ya la auténtica superación del pasado con la nunca suficientemente ponderada Transición? Yo así lo creía y no es bueno volver sobre lo ya resuelto.
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